Un día después del esperado estreno de su nuevo videoclip, “El fugitivo”, los Sexy Zebras se dejaban caer por la sala Ego, punto de encuentro de la cultura independiente en Alcalá de Henares, sacando a relucir su raíz más stoner y melancólica, al reiterar en varias ocasiones la ilusión que les hacía “volver a tocar en las salas”, lugares de orígen de estos vecinos del barrio de Hortaleza.
“Nos gusta este calorcito. Nos pone muy cachondos”, comentaba Gabriel Montes (bajista y cantante de la formación), tras un inicio algo frío por parte del público, en el que metieron caña tirando de un clásico de su anterior LP, “Caníbales” (en “Volvamos a la selva”, Vagabundo Records, 2013), y continuando con el que será clásico de su LP más reciente, “Sementales”. Torsos desnudos y mucha energía y guitarrazos para defender, más que una estética o una etiqueta, una forma de sentirse “Libres”.
Como ya nos tienen acostumbrados los madrileños, el objetivo principal de su actuación en las afueras fue la de la “interacción”, saltando al público, tirándose al suelo, haciendo vibrar a una audiencia casi sorprendida ante aquel derroche de energía. “Queremos despertar a la gente”, decían los Sexy Zebras en una reciente entrevista. “Estamos hartos de grupos sin alma”, gritaba el cantante en otro de los intermedios del bolo en la sala Ego. Un inconformismo, una rebeldía y un arrojo que nos hace regresar a la raíz misma del rock. Un estilo asalvajado y contestatario que nos devuelve al punk actual, a la canción protesta incluso. No a aquella de chaquetas de pana y canciones suaves, no. Pero sí a la de Sex Pistols de los setenta.
La manera de protestar de los artistas ha cambiado, pero su compromiso continúa siendo patente en composiciones aparentemente ingenuas o simplonas como “Hijo de puta”, o “El fugitivo”, con un sonido que recuerda en sus comienzos al “Come on” de The Hives.
Levantar al público, insultarle, hacerle salir de su zona de confort. Hacerle reaccionar a través de ritmos imposibles, amplificadores al máximo y una sucia distorsión garagera. Y sudor, mucho sudor. “Sentimos que los sentimientos de la gente están escondidos por lo convencional, por lo políticamente correcto”, respondía el trío en otra entrevista. Algo, lo políticamente correcto, que los Sexy Zebras abandonaron hace tiempo y cada vez entierran más. Su último LP, “Hola, somos los putos Sexy Zebras” (Vagabundo Records, 2015), como un puñetazo en la mesa, o en el saco en el que se les había encasillado hasta ahora, es buena muestra de ello.
Sin bises ni pretensiones, los Sexy Zebras finiquitaban el histriónico y motivador concierto en la sala Ego con su nuevo single, “El fugitivo”, y un público encolerizado que, solo al final de la actuación, supo ponerse a la altura de los de Hortaleza.
Texto: Elena Rosillo
Fotos: Alex Jiménez
Muy buena crónica, era mi tercer intento de ir a verles tras dos conciertos anulados suyos en fechas anteriores, no me defraudaron para nada, un ritmo brutal capaz de levantar al más muerto o eso pensaba yo antes de ver a un público bastante frío, menos mal que con dos amigos nos bastamos para bailar SALVAJE!!
Hubo tres tíos que lo dieron todo desde el minuto uno,que conste en acta!