Que el nombre de Shintaro Sakamoto no le suene de nada al rutero de base no debería penalizar en exceso, pero desconocer el de Yura Yura Teikoku ya lleva la puntuación al insuficiente, al repaso en verano y la repesca de septiembre. El trío capitaneado por Sakamoto y su particular acercamiento a la psicodelia sobresalió lo suficiente en la escena del rock japonés de los noventa como para haber captado la atención del routier profesional. En cualquier caso la segunda aventura en solitario de su frontman poco tiene que ver con lo facturado por los Teikoku.
Llevando un paso más allá la peculiar concepción del pop que mostró en su debut ‘How To Live With A Phantom’, este ‘Lets Dance Raw’ incide y potencia las cualidades ya apuntadas en aquel. Esto es, una amalgama de sonidos exóticos de claro sustrato lounge, una estupenda, divertida, curiosísima reinterpretación de las sonoridades sesenteras más ligeras que se mueve entre aires hawaianos y brasileños, melodías ye-ye a la francesa, una pizca de western crepuscular y bastante pop nipón de karaoke vespertino.
Con ‘Let’s Dance Raw’ Sakamoto ofrece un completo tratado musical que explica, mayormente a ritmo de banjo y steel guitar –y lo más importante, exento de ínfulas y/o pretensiones posmodernas- cómo resultar kitsch y no sólo no morir en el intento, sino sonar puñeteramente convincente.
Así que ahí va un consejo. La próxima vez que vuestra pareja invite a sus compañeros del trabajo a unas copas en casa –y especialmente si viene el cretino ése con la chapa del Macba en la bolsita bandolera o el jefecillo aquel que se las da de listo porque una vez vio a Jane Birkin en directo invitado por el dire de la empresa, no seáis previsiblemente complacientes poniendo de fondo a Beck, Eels o Françoise Hardy. Pinchad ‘Let’s Dance Raw’ y cuando alguien os pregunte, contestad con indolente suficiencia ‘bueno, supongo que conoces a Yura Yura Teikoku. ¿no?…
Eloy Pérez