Cantante de contrastada sensibilidad pop, el australiano Peter Milton Walsh, alma mater de The Apartments, regresa con nuevas canciones casi veinte años después de su último lanzamiento. Hasta 1997, The Apartments habían publicado cinco discos exquisitamente taciturnos, pelando los hilos conductores del post punk hasta dejarlos en su mínima expresión, instrumental y conceptualmente, y facturando una preciosa colección de canciones capaces de tocar la fibra tanto como de chafarte el día, dependiendo de tu estado de ánimo.
Un largo hiato, de triste explicación: en 1997, justo al finalizar las mezclas de ‘Apart’, su quinto album, Walsh recibió una llamada informándole de que a su hijo se le había diagnosticado una extraña enfermedad autoinmune. Aparcando de inmediato todos sus compromisos, durante dos largos años se dedicó al pequeño hasta que éste por desgracia murió en 1999, cuando sólo contaba tres años y medio. A partir de ahí el silencio, sólo roto por alguna aparición esporádica, algún tema (re)grabado y poco más.
En privado, no obstante, siguió escribiendo canciones, aunque fuera para sí mismo. Hasta que en 2011 decidió entrar a grabar un tema con el productor Wayne Connolly y de ahí se llegó finalmente a este ‘No Song, No Spell, No Madrigal’, no sin pocas dudas, pues el tema principal de las canciones escritas en esos años era la pérdida de su hijo y no sabía si sería capaz de enfrentarse al proceso de grabación. Pero el resultado final, con todo lo que tiene de exorcismo personal, es excelente, una obra única que como el mismo autor dice en su web, a su manera, es un milagro.
Ocho canciones que no se apartan de su sonido clásico, tal vez un poco más trabajadas en ciertos arreglos, pero que siguen sonando emocionantes en su sencillez, en su desnudez casi. Un disco no sé si catártico, pero sin duda alguna abrumadoramente sincero.
Eloy Pérez