La categoría de “discos de ruptura” se ha convertido casi en un subgénero con todo merecimiento. Este año está siendo prolífico en este sentido, sumándose al club de los corazones rotos nombres como Björk, Natalie Prass o Jessica Pratt. Esta joven californiana, cuyo debut homónimo vio la luz en 2012, viene siendo catalogada de manera insistente dentro de la corriente freak folk y comparada con Joanna Newsom. Sin embargo, más allá de que compartan un particular uso de la voz, una escucha atenta sugiere más similitudes con el folk intimista de principios de los 70: Tim Buckley, Nick Drake y sobre todo Joni Mitchell. Grabado de manera casera (se oye el ruido de la cinta en algunos momentos), todo en On our own love again pivota alrededor de la extraña voz de la cantante y de su delicado manejo de la guitarra acústica, con débiles ecos distantes de cuerdas, teclados o percusiones, se supone que añadidos posteriormente. De sus canciones emana una rara y mágica belleza que, junto a la inocencia de las letras, hace pensar en una Ofelia enloquecida por el desamor, repartiendo flores y tarareando melodías casi incorpóreas. Tan solo se le puede achacar una ligera monotonía que no impedirá que lo disfruten los amantes del folk sencillo, misterioso e hipnótico.
Texto: Fidel Oltra