“Te practican un exorcismo y te obligan a bailar con tus propios demonios.” Eso le advertía a mi acompañante antes del concierto. Era debutante, terminó dándome la razón.
No es tarea fácil poner de acuerdo a las criaturillas de esta ciudad, pero Granada volvió a rendirse ante Guadalupe Plata con dos días consecutivos de entradas agotadas, situación que se viene repitiendo desde hace un tiempo. La banda respondió con un enorme gracias traducido en turbia nebulosa e hipnótica procesión de blues satanizado que haría bailar al más beato.
Servidor llevaba demasiado tiempo sin tener frente a frente al trio de Úbeda, había ganas de boogie, de volver a homenajear a Skip James, de escuchar esas maracas traídas del infierno, de sentir como los amplificadores se derriten a ritmo voodoo… Nos encontramos algo más que eso. La culpa la deben tener cientos de conciertos a sus espaldas, pero también la tiene un disco rojo, uno con unos demonios penando ante la tumba de T-Model Ford. Porque el nuevo disco suena a directo, y en directo suena a gloria. No es sorpresa, lo han hecho otras veces, ya van cuatro, pero los aciertos siempre se celebran y este no iba a ser menos.
“Serpientes negras” atiza, “Tengo el diablo en el cuerpo” camela, el groove de “Calle 24” posee almas en trance, “Mecha corta” destroza caderas… las canciones nuevas saltan como llamas en ascuas de olivo, el humo cubre la sala. Entre una y otra casan viejos amigos como “En este cementerio”, ese martillo demoníaco que ha mutado siempre a mejor, o “Lorena”, que nos sigue mirando de reojo. Los Guadalupe Plata de 2015 te hacen perder el sentido, no hay hueco para la pasividad, son una razón tras otra que mantiene las miradas fijas sobre el escenario, es un no parar. Pero paran, se toman unos minutos de descanso y la ovación es enorme. El público quiere más y la banda responde con 3 pildorazos cocinados a fuego lento. A estas alturas del concierto, sonando “Hueso de gato negro”, han resucitado a Junior Kimbrough y la incansable fiera del Missisippi se ha puesto al frente de una banda Japonesa de psicodelia. “Habichuelas del Oeste” da cierre a un espectáculo intachable de una banda única. Nueva ovación, tus demonios dejan de bailar, se lo han pasado de miedo.
Al salir de Planta Baja justo en frente ves el cartel de Subterránea Comics Discos, el que fue y sigue siendo centro de operaciones discográficas, donde Paco y su amigo Alfonso (la otra mitad de la Sociedad Fonográfica Subterránea) apostaron por algo distinto, con alma. Han pasado muchos años, la banda ha hecho un montón kilómetros y amigos por todo el mundo pero el concepto es exactamente el mismo, por eso los queremos. Que no paren nunca.
Texto: Nicolás Cortes
Foto: Juan Jesús García
Esto fue el sábado, el viernes hubo más, al mismo nivel. No hay grupo que les aguante el nivel por estos lares.