Si la vida fuera justa, Damien Jurado tendría un reconocimiento infinito y sería aclamado por multitudes. Pero no es así. Desgraciadamente para él, suponemos, pero maravilloso para los que le venimos escuchando desde hace tiempo. Se presentó serio y sin saludar, pidiendo que le ajustasen el micrófono y el acople. Tenía ante él un público entregado y, acompañado d su acústica, abrió con esa preciosa canción de recuerdos y fotografías antiguas titulada “Working Titles”. A lo largo de casi dos horas de concierto, repasó sus temas más conocidos, “Ohio”, “Sheets” o “Metallic Cloud” entre otros, y lo hizo con una fuerza interpretativa poco común. Su voz parecía llegar a todos los rincones de la sala y los que le escuchábamos sentimos algo parecido al éxtasis. También hubo tiempo para charlas y bromas. Nos contó que era el primer día que tocaba con gafas y que por eso se las ajustaba continuamente, y así fue. Tocó antiguas canciones que le pidió una mujer que estaba entre el público y nos contó historias sobre su madre y su ciudad natal, Seattle. “Museum of Flight” fue, quizá, el punto álgido de la noche. Es una canción llena de matices y Jurado la interpretó con sentimiento. Da gusto ver cómo artistas que llevan veinte años currándose la calle siguen con la misma ilusión y ganas de tocar. Este músico es uno de los secretos mejor guardados de la escena songwriter americana y tiene pinta de que aún le quedan muchas millas por recorrer.
Texto: PEPE MAZA
Foto: LENA KOVALOV