Cuando la gran bola de fuego del rock and roll comenzó a rodar en los años 50 seguro que tuvo en mente a una banda como los italianos Giuda. Música tan intrascendente como divertida, ideal para empezar el fin de semana con buen pie después de haber pasado una absorbente semana en la oficina con un jefe al que no puedes ver ni en pintura. Estos cinco chicos no inventan absolutamente nada (trituran el legado de Kiss, todo el glam-rock, buena parte del amplio espectro del rock de los 70), no pasarán a la historia de la música; pero, ahí está la clave de su éxito, te arreglarán un día de mierda.
Primer mandamiento de Giuda: prohibido aburrirse. Saben montar un divertido espectáculo sin artefactos pirotécnicos ni cerdos gigantes volando sobre el escenario. Como los Fleshtones en sus buenos tiempos. El show empieza con los dos guitarras y el bajo ubicados en línea tocando una pieza instrumental para ir calentando motores antes de que Tenda suba con ellos. La jugada se repite en la recta final y cumple un doble objetivo: oxigena a un hiperactivo Tenda, que más que un cantante al uso parece el hincha más hooligan del estadio; y, de paso, se rompe así la fórmula troglodita y un tanto repetitiva de corear estribillos del tipo “Hey, Hey” con el puño en alto.
Ver a Giuda en directo es tan estimulante como colarte entre los aficionados más gritones del campo. El grupo ayuda mucho a que disfrutemos del ritual futbolero como si se nos fuera la vida en ello: todos visten con idéntica equipación -ropa vaquera y camiseta verde-, hablan de mujeres salvajes (“Wild Tigre Woman”) y, por supuesto, de cómo va el partido (“Get That Goal”, “Number 10”). ¿Demasiado básico? ¿El abecé del macho alfa? Es posible, pero el público que llenó la sala Bukowski se lo pasó bomba y el rock and roll, ya se sabe, no se inventó para satisfacer necesidades intelectuales.
El esquema futbolero tiene obvias limitaciones y Giuda saben parar a tiempo, no vaya a ser que se nos atragante el partido. Antes del pitido final decidieron homenajear a los Beatles (cayeron “Eight Days a Week” y “Get Back”) pasados por su filtro canalla. Se acabó el partido. Y todos contentos, igual que cuando vemos ganar a nuestro equipo.
TEXTO: JON PAGOLA
FOTO: MARTA ENNES