Los Woods agotaron las entradas en Madrid. Al término del concierto, la cola para comprar vinilos y camisetas era considerable. Al final de la noche, habían vendido todo: tickets, cds, tshirts, lo cual no dejar de ser una sorpresa. El fervor por la banda americana, que era evidente si se miraba a los rostros de los que hacían cola apretujada para comprar el merchandising, y a la mayoría de los asistentes al concierto, no era nada esperado. Es cierto que su excelente último disco es mucho más accesible, que puede llegar al público de la psicodelia tanto como al indie, lo cual probablemente haya ocurrido, pero también lo es que estos sonidos, entre campestres, delicados y desatados no parecían tener demasiado espacio entre el público español. No fue así, y a juzgar por lo visto sobre el escenario, merecidamente. No hubo grandes cambios en sonido y canciones respecto de lo registrado en estudio, y el show se concentró en su último lp, pero sí vimos actitud, confianza en sus posibilidades y energía concentrada. Cuando tomaban la acústica y la guitarra de las doce cuerdas, había ecos de los CSNY más suaves, en otros momentos, especialmente en algunos instrumentaciones, quedaba impregnado de ese sonido americano de carretera que tanto utilizaron los grupos de serie B yanquis en los ochenta, y cuando se desataban había olas de electricidad propias de la última psicodelia. Con esos mimbres, hicieron lo que saben hacer, configurar un cesto de música americana contemporánea, que nos recuerda la sencillez y la electricidad del pasado, el eclecticismo del presente y una personalidad definida que debe ser su futuro.
Esteban Hernández