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Saturna & The Midnight Ghost Train, Rocksound.

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Los locales Saturna fueron los encargados de abrir la noche certificando el enorme paso adelante que han experimentado como banda con la incorporación del nuevo vocalista. Su hard rock pintado de tintes psicodélicos y colores blues ha ganado en profundidad y apertura de miras. Se les ve muy cómodos y las canciones de sus dos álbumes, The Kingdom of Spirit e Ignis, que están presentes en el set suenas frescas a la par que potentes. El pase fue ganando en intensidad hasta culminar en un final arrebatador. Tanto que les hizo conceder un bis que no estaba previsto ante la insistencia del respetable.

Tras ellos se abrieron las puertas del infierno. Mucho y bien me habían hablado del anterior paso de The Midnight Ghost Train por la ciudad condal. Pero esas buenas palabras se quedaron cortas ante el llameante espectáculo del power trío afincado en Kansas.

Desde el inicio a base de feeedback presagiando la tempestad que estaba a punto de desatarse hasta el desbocado punto de cierre el concierto fue una de las experiencias en directo más intensas que un servidor ha vivido en mucho tiempo. Con un sonido arrollador y una presencia escénica salvaje las danzas esquizofrénicas del bajista (Mike Boyne) y del cantante y guitarrista (Steve Moss es un animal en escena) encontraban respuesta en la apisonadora conducida por Brandon Burghart a los tambores y en la entusiasta respuesta de un público absolutamente desbocado pidiendo más y más. Se dejaron en la furgoneta de gira cualquiera de las sutilezas que si aparecen en los discos, apuntes sureños, algún tiempo más calmado, en aras de potenciar su vertiente más furiosa.

Calificarlos estrictamente como una banda stoner no les hace justicia. Lo que facturan, en el fondo, es blues rock setentero con el volumen al once, los músculos tensos y la testosterona al límite. Lo que les otorga cierto hecho diferencial entre el pelotón de bandas del estilo. Lo suyo tiene carácter y personalidad.

Que gustazo ver tres músicos dejándose la piel en escena de esa manera. Como si fuera la última noche de su vida. Con actitud, cojones y mala leche. Tres cosa básicas en el rock & roll que hoy en día se suelen olvidar a menudo para primar otros aspectos. Bueno, allá cada uno. Servidor, cuando ya han pasado tres días desde la noche de autos, sigue como una moto. Absolutamente engorilado. Y sin ganas de rebajar el subidón.

Manel Celeiro

Fotos: Àlvar Luis Gabaldà

 

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