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Michael Monroe, Sonora, Erandio

Dena Flows

Media entrada en la sala Sonora de Erandio (había dura competencia esa noche con el bolo del nacionalizado valenciano Josh Rouse vs. Violent Femmes en el Kafe Antzoki bilbaíno) para disfrutar de una banda muy muy profesional formada por: Sammi Yaffa (Hanoi Rocks) al bajo, Steve Conte (New York Dolls) y Rich Jones (Black Halos) a las guitarras, Karl Rockfist (Sorg) a la batería y liderada por esa especie de cruce entre machote invertido de banda sleazy angelina ochentera y punk rocker anfetamínico escuela gringa, que es el finlandés Michael Monroe.

La «Mikaela» (como así le refería constantemente un barbudo con camiseta de la columna Durruti) mostró un estado de forma físico envidiable, utilizando todos los trucos habidos y por haber para entretener al entregado publico: subidas a la batería, saltos constantes, compartimento de micro con el respetable, peloteo a la ciudad, etc. Tocó sin abusar la armónica, y con el saxo incluso hubiera gustado a Courtney Love, pues fue más por derroteros a lo James Chance que por los del bardo de New Jersey.

Tras unos comienzos arrolladores, la banda ejecutó su primer himno de la velada: «Child of the Revolution» nos llevó a las salas de juegos y a los bombazos glitter que allí sonaban en los años setenta, Slade y Sweet flirteando con el nunca suficientemente bien ponderado Marc Bolan. El clímax del bolo llegó con la interpretación de la elegante y un tanto épica «Underwater world» de sus Hanoi Rocks, el rubio nórdico bordó junto a la tenaz sección rítmica esta oda al prototipo de loser rockanroller que ya hace un par de décadas que no existe.

Acto seguido, inteligentemente, enlazaron dos pelotazos como «Happy Never After» y «Nothing’s Alrite» con el objeto de ir engorilando a la masa para provocar su estallido con el «dead, jail or rock’n’roll». Monroe de rodillas arengaba a las primeras filas a corear el referido slogan y la sección rítmica disparaba lava para eternizar el karma. Esta fue la cima para los allí congregados, la de servidor ha sido ya descrita.

Después de un breve descanso y cambio de vestimenta de la diva, regalaron el brutal «Hammersmith Palais» de Demolition 23 (intolerable es la no reedición del único álbum que produjo este combo), y cerraron el corto espectáculo (hora y veinte escasa) reivindicando el legado de Hanoi Rocks de nuevo, con el «Malibu Beach» de estos. Gran noche en Erandio, para repetir, vamos.

 

Texto: Aitor Bakaikoa

Foto: Dena Flows

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