LOS MADRILEÑOS SEX MUSEUM ENCARAN SU TRIGÉSIMO ANIVERSARIO CON UN NUEVO TRABAJO, “BIG CITY LIES”.
Renovarse o morir. Ésa parece haber sido la máxima de la banda de Malasaña y, precisamente por su carácter inquieto, nos sorprendieron a todos cuando decidieron embarcarse en “Back To The Fuzz”, una gira que ha sido acogida con un gran regocijo de sus fans originales, que también han desempolvado sus flequillos y botines para disfrutar de esa orgía de fuzz. Tras un intenso año y medio, ese viaje a la segunda mitad de los ochenta se ha visto interrumpido por la edición de “Big City Lies”, un nuevo trabajo que probablemente nadie esperaba en este preciso momento y sobre el que se ha cernido una duda razonable: ¿hasta qué punto se habrá visto influido por este revivalismo garagero? Aprovechando que el dicharachero Fernando Pardo estaba en Australia de gira con Los Coronas, Miguel Pardo y Marta Ruiz se convierten en los interlocutores naturales de Sex Museum…
Tras haber empalmado los conciertos de presentación de “Again And Again” con la revivalista gira de “Back To The Fuzz”, no sé si considerar a estos tres años como un lapso de tiempo corto o largo.
Marta Ruiz (MR) – A mí no me ha parecido mucho tiempo. En realidad ha sido bastante productivo, porque sólo le hemos dedicado un año.
Pero no completo…
MR – No, claro. A mí los parones de Sex Museum me revuelven muchísimo, en realidad no puedo parar: ya sea sacar ideas, componer o hacer música… Y el ritmo de un disco cada tres años se me hace eterno, así que, cuando se fueron los Coronas a Australia por primera vez (diciembre de 2012, N. del A.), yo me puse a sacar algunas ideas sin que ellos supieran que yo ya estaba pensando en gestar un nuevo disco.
Tenías claro que o te ponías tú o la cosa se iba a eternizar, claro.
MR – ¡Es que necesito más acción! El grupo está en un momento muy bueno y yo dispongo de más tiempo que ellos, así que hay que batallar. En esta ocasión, en lugar de rematar esas ideas, aposté por esperar a que Fernando tuviera algo de tiempo, porque hacía mucho tiempo que no componíamos juntos, cogiendo uno la idea del otro y enriqueciéndola. No fue fácil por el marasmo absoluto de viajes y demás en el que estaba sumido, así que nos fuimos en verano al campo y conseguí que se centrara un poco. Empezamos a tocar y buscar inspiración juntos. Tuvimos tiempo de currar mucho y hacerlo bien; tranquilamente y también a lo bestia; muchas noches durmiendo poco. Y salieron muchas más ideas.
Lo que pasa es que de repente nos hemos encontrado con un disco ya grabado, y da la sensación de que ha sido algo muy inmediato, casi espontáneo.
MR – En octubre cogimos al grupo, ya con una idea clara, con todas las canciones teniendo su rollo, y nos fuimos a ensayar. Lo hicimos como quisieron Vacas y Loza: un día de ensayo por canción -salvo que pensáramos que hubiera que retocarla- y dejarla así, con esa idea original. Y a dejarlas reposar para luego grabar la parte instrumental en cuatro días. Yo, por ejemplo, no tenía muy claro lo que iba a tocar, porque quisimos que no fuera una cosa tan aprendida. Fernando es muy improvisador, pero a mí me cuesta más. Loza quería hacerlo algo más rápido y había que respetarlo; si Vacas en una melodía se iba un poco también se respetaba. Y salió muy bien, casi a la primera, como si fuéramos un engranaje. Podríamos decir que en este disco hemos conseguido mayor unión sin tener que hacer las cosas tan democráticamente como en otras ocasiones, se ha respetado la intuición e iniciativa de los que teníamos el concepto en la cabeza y hemos ido todos a una.
Miguel Pardo (MP) – Sí, intentamos respetar la manera en que más cómodos nos encontrábamos cada uno de nosotros grabando. El estudio pagábamos nosotros y tenía que ser rápido, teníamos que llevarlo bien pensado y orientado.
Esa celeridad, en cualquier caso, era lógica -y casi obligada- por los lanzamientos y agenda de Los Coronas, Corizonas y también por vuestra intensa gira del “Back To The Fuzz”.
MP – Pero no ha sido sólo por eso, estaba muy pensado. Cuantas más vueltas le damos a las canciones, lo que hacemos es complicarlas y al final no suenan tan naturales. Porque en el proceso creativo siempre te parece que puedes añadir algo más.
Pero eso puede tener también sus ventajas, no necesariamente es un inconveniente.
MP – En este momento sólo le veíamos ventajas.
MR – Es que habría servido la improvisación si no hubiéramos tenido canciones, pero yo lo tenía clarísimo, el concepto y los ambientes. Y Loza trabaja mejor así, porque de lo contrario le acaba dando demasiadas vueltas a las cosas, y por eso le ha venido bien la gira de “Back To The Fuzz”. Vacas y él han cogido un sentido de la urgencia que no tenían pese a llevar más de diez años en el grupo. “Again And Again” fue una evolución de Sex Museum, pero esta gira era escavar en el origen de Sex Museum, y había que adaptarse a esa bola de energía.
La duda era hasta qué punto esta gira iba a influir musicalmente en el nuevo trabajo, pero por lo que contáis -y por lo escuchado- ha afectado más en el fondo que en la forma: en el concepto de urgencia, la actitud, pero no en el sonido de las canciones.
MR – En cualquier caso el sonido de los primeros discos nunca nos gustó.
MP – Entonces grabábamos por separado y estábamos en un proceso de aprendizaje, no habíamos encontrado todavía lo mejor de cada uno y volver a esa época, claramente, no era algo deseado. Ahora sabemos más, disfrutamos más…
MR – Con el “Back To The Fuzz” hemos repasado nuestras influencias…
MP – Y eso ha sido bueno para el resto del grupo, para que vieran de donde veníamos y por qué hemos tomado ciertas decisiones.
De hecho, yo vi el primer concierto de “Back To The Fuzz” y también estuve en el último, y había una gran diferencia.
MP – Es que comienzo había mucho vértigo, porque, por un lado, no podíamos volver a tener 18 años…
MR – Y tampoco podíamos hacer garage. De hecho porque no fuimos nunca un grupo al uso, demasiado ortodoxo, y no podíamos salir sólo con el Vox y Miguel con una pandereta. Yo en el segundo concierto ya metí distorsión en el órgano, aunque no lo hiciera en los ochenta… Y así nos acabamos sintiendo cómodos.
MP – Al principio no fue fácil, pero acabé disfrutando muchísimo.
¿Qué balance hacéis de la experiencia? ¿Habéis acabado cansados o con ganas de más?
MR – Nos lo hemos pasado muy bien y podríamos haber seguido, porque para nosotros ha sido un éxito: con la gente encantada y además buenas críticas. Son canciones que tampoco nos ha costado mucho preparar…
MP – Y que nos gustan mucho. Además ha habido un crecimiento de público en los conciertos.
MR – También me ha gustado comprobar que con 17 años hacíamos cosas que estaban muy bien.
Es que los músicos, en cuanto tenéis algo de autocrítica, tendéis a ser demasiado duros con vuestros primeros años e infravaloráis el poder de esa inocencia inicial. Y aun puedo entender vuestro caso, por ser un grupo que ha evolucionado constantemente, pero hay otros con una actitud totalmente inmovilista que nunca son incapaces de reconocer, al menos en público, que jamás han vuelto a recuperar esa magia de los primeros discos.
MP – Yo creo que son canciones que llegan más fácilmente a la gente
MR – Y, en parte, gracias a la gira hemos logrado un sonido brutal para «Big City Lies». En realidad no teníamos nada que perder y hemos recuperado gente que nos seguía al principio, aunque también hemos ganado gente nueva. Ha sido muy positivo para la banda. Quizá también molaría que dentro de unos años hiciéramos lo mismo con la época del “Sparks”, quién sabe.
MP – Como nosotros hacemos giras de presentación de cada disco muchas se quedan fuera y los fans las echan de menos…
MR – Recuperándolas ves disfrutar a la gente y disfrutas tú también, porque no eres un grupo homenaje, son tus propias canciones.
Del concierto de despedida de la gira en Madrid me gustó especialmente el reencuentro con Pepe Ríos, vuestro primer batería.
MP – Iba a venir también el McCartney, pero tenía un bolo y no pudo. Junto a Pepe habían sido la formación más estable y disfrutable, exceptuando esta última. En aquella época íbamos todos a una y luchábamos por lo mismo, comenzábamos a hacer los conciertos más largos, desarrollando las canciones. Juntos crecimos como músicos y tuvimos muchas experiencias comunes. Recuerdo en Berna todos de tripi…
MR- Y al día siguiente sacamos el Voodoo House intentando transmitir lo que habíamos vivido. Veníamos del rollo garajero y mod, pero fuimos encontrando nuestro sonido propio, saliendo de nuestra propia ortodoxía, metiéndonos más en los Stooges, AC/DC; escuchábamos thrash metal o a los primeros Red Hot Chili Peppers… Teníamos la sensación de que igual estábamos dejando de ser cabeza de ratón para empezar a ser cola de león.
MP – Era el principio de algo emocionante, porque nos dimos cuenta de que lo que hacíamos molaba y que merecía la pena seguir.
Me sorprendió que no saltara también al escenario Jose Lanot, estando en la sala esa noche.
MP – Le insistimos, pero precisamente por estar currando en El Sol prefirió no hacerlo.
Volviendo al disco… Esa inmediatez a la hora de prepararlo, ¿ha sido una forma inconsciente de evitar discutir sobre las canciones o la dirección que tomar?
MR – Absolutamente, pero a estas alturas todo ya es consciente.
MP – Hay cosas que cuantas más vueltas le das es peor. Teníamos que sacar cada uno lo mejor de uno mismo, espontáneamente, y no hacerlo al final ya habiendo sido convencido o coaccionado por los demás. Tenemos plena confianza en cada uno de nosotros.
MR- Loza y Vacas es lo que preferían hacer, y nosotros no queríamos que perdieran frescura. Quizá a mí me sea a la que más le cueste hacerlo así, pero lo prefiero. Y es un reto, hacerlo en un sitio caro, pero hacerlo deprisa y de un modo profesional…
MP- A mí también me cuesta, pero te mentalizas y lo haces.
Lo pregunto porque en el escenario Fernando mostró alguna duda sobre la canción nueva que presentasteis…
MR – Ha habido canciones que Fernando no veía claras, pero salieron bien y acabaron dentro.
La mayor sorpresa en el disco quizá sea que habéis incluido dos canciones en español.
MP – Desde la llegada de Javi y Loza salía de manera recurrente el tema de cantar en castellano, pero si no encuentras tu manera de frasear acaba dando vértigo en el local. Esta vez era importante afrontar ese reto también para mí y para Fernando. Estábamos cansados del sambenito de que no nos saliera bien en castellano.
MR – Tras treinta años de carrera era algo que teníamos pendiente e intentamos hacer algo original. Carlos Pardo (hermano poeta de Fernando y Miguel, N. del A.) hizo una letra y le intentamos dar nuestro toque caústico.
¿Habéis quedado contentos con el resultado? ¿Se va a quedar en anécdota o va a servir para abrir un nuevo camino?
MR – Por lo pronto nos hemos sacado una espina…
MP – Pero, viendo que las dos han quedado bien, va a marcar un camino, evidentemente. No significa esto que el siguiente disco vaya a ser entero en castellano, pero personalmente necesito encontrar un sitio en el que me encuentre igual de cómodo que en inglés.
Pero no suena igual tu voz, casi se podría decir que eres otro cantante…
MR – Es que “Judee Sill” es una canción muy friki y dista más de nuestro sonido, con un fraseo complicado, con una melodía muy distinta a las que solemos hacer y a la que había preparado Fernando antes de tener la letra. Pero en la poesía el ritmo es muy importante y nosotros lo hemos respetado, nos parece interesante… Hemos intentado hacer algo original.
MP – Claro, pero tampoco es que vayamos a seguir esa línea, aunque la otra opción es el rollo este chulesco y urbano, tipo Rosendo…
¿Como en “Ya Es Tarde”? De la que dijisteis en su momento que os sirvió para decantaros completamente por el inglés, tras ver que sonabais “como Ramoncín” (sic).
MP – Exactamente, y nosotros queremos huir de eso. Entonces tenemos que encontrar nuestra personalidad, fraseo, huir de palabras que en castellano pueden sonar rimbombantes. Necesito que me suene a mí, aunque tenga que cambiar ciertas cosas. Ya me pasó con la versión de Parálisis Permanente que hicimos, evité el rollo macarruzo. Pero vas puliendo y vais limpiando, y para en el siguiente disco pueden ser dos, tres o siete canciones, no se sabe.
Sé que es algo que no os obsesiona, pero ¿creéis que tendríais más éxito cantando en castellano?
MP – Creo que sí.
Pero, ¿no creéis que os arriesgáis a perder más fans de los que podéis ganar?
MP – Creo que sólo perderíamos a los del rollo talibán que escuchan sólo música en inglés.
MR – Nuestros fans no necesitan que cantemos en castellano, porque la música es sobre todo eso: música. Pero me queda la duda de si en inglés estamos proyectando algo que no encaje del todo con nosotros y tenemos una carrera entera, y quizá alguien extranjero esté escuchando algo que no sea suficientemente digno por la forma de expresarnos. Un poco lo que pasa a un español cuando escucha a Jeanette. Por eso tenemos la responsabilidad de hacerlo bien en nuestro idioma ya que, aun sin dominar bien el inglés, somos capaces de hacerlo bien.
¿Os preocupa lo que puedan pensar esos fans que llevan siguiendoos ya un buen número de años?
MP – Creo que incluso se van a sentir más orgullosos, al ver que también somos capaces de hacerlo.
MR – Me gusta sentir el calor de los fans, pero me la suda lo que piensen nada más oírlo. Hay que escuchar las cosas despacio, porque siempre que hemos dado un paso nos ha pasado que los fans han tardado en apreciarlo y valorarlo. No buscamos sorprender expresamente, pero no queremos repetirnos, y nos gusta abrir otros caminos en nuestro rollo y seguir apostando por hacer lo que nos dé la gana.
MP – Además cuando se nos ve en directo es cuando se entiende.
Después del gran éxito conseguido por Los Coronas, ¿descartáis alcanzarlo vosotros?
MP – ¿Pero tú crees que hay un gran éxito? No han tenido ni un hit.
MR – No creo que nunca vayamos a tener un éxito a lo Rihanna, ni tampoco como Vetusta Morla. Pero para mí éxito es lo que me acaban de decir hoy, que “Big City Lies” se va a editar en Japón, Suecia, Portugal, Austria, Alemania, Holanda…
¿Gracias a Sony?
MR – Bueno, porque les ha gustado…
Ya, pero tenéis otros discos buenísimos a los que no les ha ocurrido eso…
MR – Es que ahora tenemos otra estructura, aunque también es el fruto de un trabajo de treinta años.
No es que tenga nada contra ellas, pero, tras tantos años trabajando de una manera independiente, peleando, ¿no os jode que al final se llegue a este punto por culpa de una multinacional? Parece que sin ellos es imposible lograrlo, y a mí me frustra.
MP – Al final te das cuenta de que hay un trabajo que muchas independientes no pueden hacer, ni siquiera hermanándose con otras. Nos habría encantado que hubiera ocurrido con Locomotive, pero no fue así. Va a ser un apoyo importante a la hora de poder hacer giras, porque antes o se compraban el disco en el concierto o no había manera de encontrarlo.
MR – No es que el disco vaya a estar dirigido a otro público, sólo que ahora se van a ahorrar comprarlo de importación. Pero realmente todas las bandas somos ya independientes, porque las compañías le pagan la grabación a muy pocos artistas. “Big City Lies” somos nosotros, apostando un pastizal, haciéndonos la promo, la web… Pero al final es un contrato muy ventajoso, de los mejores que hemos tenido, porque somos propietarios de nuestro trabajo.
Después de cada disco las bandas soléis decir que es lo mejor que habéis hecho nunca. No creo que siempre sea una mentira premeditada, sino más bien producto del entusiasmo, la novedad… ¿Es vuestro caso? ¿Pensáis que “Big City Lies” es vuestro mejor disco?
MR – Es la vez que más contentos nos hemos quedado con el sonido; la mezcla salió pronto y cada canción tiene rollo; está bien tocado pero suena fresco; además se han desarrollado todos los procesos con fluidez y a la hora de hacer el orden para el disco las canciones cuadraban de cualquier forma… Creo que es un disco muy bien hecho. Ahora falta ver en qué se transforma en directo, ahí es cuando ves si explota la energía y cómo le llega al público.
En cualquier caso, es el tiempo el que suele poner cada cosa en su sitio. Con esa perspectiva, ¿a qué discos les tenéis especial cariño? ¿Y el que menos satisfechos os dejó?
MR – Tengo cariño a todos, esto es como lo de los hijos. Igual al que menos le tengo es a “Sum”, porque fue una época en la que se veía venir fin de la formación; había poca unión
y pocas posibilidades de juntar todas esas canciones para darle un concepto. Quizá “Sparks” sea el que más me gusta hoy, porque pasó un poco como en “Big City Lies”, hubo fe en una idea y salió un disco muy homogéneo.
Fernando ha acabado convertido en un showman y los intervalos entre canciones suele convertirlos en una suerte de monólogos a los que David Krahe se ha referido como “el surf de la comedia”… ¿Cómo lo lleváis vosotros: encantados, estoicamente, con paciencia? Hay veces que cuenta historietas que habéis escuchado mil veces, pero otras se ve que os pilla totalmente fuera de juego y os deja incluso perplejos…
MP – Fernando es muy ocurrente y sus charlas siempre tienen alguna sorpresa. La mayoría de las veces nos partimos de risa, pero a veces nos mosqueamos.
MR – Es un maquina hablando, siempre tiene un mensaje dispuesto y a veces se crean momentos muy buenos. Cuando se repite es porque está tan metido en el concierto que tira de las historias que tiene, para no liarla. Pero a veces arriesga y puede mosquear a alguno del grupo.
Volviendo a la repercusión lograda por Los Coronas, ¿os ha ayudado y empujado o ha dificultado la carrera de Sex Museum por lo que ha complicado vuestras agendas?
MR – Siempre hemos tenido fe en Sex Museum y Los Coronas son tan únicos como nosotros y lo han conseguido por sus cojones…
MP – Y también porque se han enfocado de una manera muy positiva. Lo nuestro es cabezonería, aunque haya rachas mejores que otras, pero es un método que funciona.
¿Y hay algo de celos por vuestra parte, los únicos miembros de Sex Museum que no están en Los Coronas?
MR – A mí me sirve de pique, para motivarnos, por ver lo que ellos son capaces de hacer.
MP- Yo celos ninguno, mi mujer sí (risas).
Por buscar un lado positivo, Marta, gracias a la incesante actividad de Los Coronas y Corizonas has tenido tiempo para trabajar con tu hija Tábata en Clucker…
MR – Tábata en estos años ha sido mi cómplice. Le he enseñado mis cosas, ideas que no iban a ningun lado, así que la pillé por banda y accedió.
¿Qué te aporta trabajar con alguien tan joven? ¿Y que sea tu hija tiene más ventajas o inconvenientes?
MR – Su visión me importa y me fio de su gusto, y si pienso en alguien con quien tuviera que ir a tocar, no encontraría a nadie mejor que ella. Ahora estamos a tope, yo con Sex Museum y ella con Fuckaine, pero me gusta la idea de sacar canciones sueltas cada poco tiempo y tener algo activo con lo que poder hacer cosas nuevas en el futuro.
Para terminar, dos preguntas: Hace un par de años, ofrecisteis un concierto acústico en Madrid. ¿Por qué no habéis repetido la experiencia?
MR – Pasó un poco como con la gira del “Back to the Fuzz”, el primer concierto no supimos muy bien como afrontarlo, pero estamos preparando otro que vamos a dar en Granada y creo que ahora sí que vamos a saber cómo hacerlo bien.
MP – Me gustan los conciertos acústicos, quizá no tanto como los eléctricos, pero están bien para limpiar las canciones y variar un poco.
Casualidades de la vida, Miguel, mi primer concierto de Sex Museum fue en marzo de 1992 y tú no estabas en la banda. Siempre me he preguntado qué motivos te llevaron a abandonar la banda primero y a volver a ella posteriormente.
MP – Dejé la banda por varias razones, pero lo más importante es que habíamos sufrido mucho desgaste durante la grabación del “Nature’s Way”, que se había retrasado cerca de seis meses. Además, por aquella época vivíamos todos juntos y no era sencilla la convivencia. Yo también asistí a ese concierto; empecé a verlo desde la parte de atrás de la sala y poco a poco fui avanzando hasta colocarme en primera fila, como un fan más. Poco después me pidieron que volvieran y me pareció bien.
Texto: JF León
Foto: Paola Bragado