El power trío de Euskadi ha impactado con su nuevo álbum. Once es un trabajo pleno de fuerza e inspiración. Su base se sustenta en el blues rock setentero pero su espíritu y energía trae de vuelta al presente a un género que se resiste a quedar en el olvido. Como dice Virginia Fernández, batería y quien ejerce de portavoz del grupo en esta entrevista, el rock es un lenguaje inagotable.
Contadme un poco la historia de la banda y vuestro bagaje musical…
Cuando decidimos juntarnos, los tres tocábamos en otras bandas, más punkrockeras. Empezamos, sencillamente, tocando los temas que nos molaban. Por aquel entonces, ninguno de nosotros dominaba su instrumento como ahora así que supongo que hemos aprendido juntos a tocar.
¿Cuáles son vuestras influencias musicales? Yo veo un gran equilibrio entre la parte americana y el toque británico en vuestras canciones…
Cuando empezamos, versionábamos desde MC5 hasta Buddy Miles pasando por los Byrds. Con el tiempo, nos quedamos solamente tres en la banda y tuvimos que adaptarnos a la mecánica del power-trío y dejar de intentar ser The Band (risas). El tema americano versus británico es interesante; está claro que el rock’n’roll nace en América pero nos encanta cómo lo han reinterpretado siempre los artistas británicos y supongo que se nota en nuestras canciones.
¿Cuál creéis que es la razón de que no dejen de surgir combos de rock clásico pese a la, desde luego aparente, caducidad del estilo?
Sinceramente, a nosotros no nos gusta llamarlo “rock clásico” porque tiene una connotación como a rancio. Para nosotros es simplemente rock; y es aquello que nos salvó cuando entramos en la adolescencia, lo que nos ayudó a encontrar gente como nosotros y nos hizo sentir un poco menos solos, en definitiva. Además, dado que el rock bebe de todas las fuentes de la música popular -blues, funk, soul, rythm’n’blues, folk etc.- nos parece un lenguaje musical inagotable.
Parece que este segundo disco ha obtenido más eco que el primero… ¿A qué lo atribuís?
Cuando sacamos el primer disco, habíamos chupado mucho local de ensayo y poco escenario, por lo que nos conocía muy poca gente. A la hora de sacar “Once”, sin embargo, ya nos habíamos dejado ver en muchos escenarios presentando el primer LP y también con el tributo a Rory Gallagher.
¿Qué diferencias podrá encontrar el oyente entre uno y otro disco?
En cuanto al sonido, el segundo LP suena más poderoso. Y en cuanto a las composiciones, nos parecen más coherentes, más redondas y también que aprovechan mejor nuestras virtudes como banda.
Lo habéis registrado en directo y tocando todos juntos. Muchas ventajas y escasos inconvenientes para una banda de rock directa a la yugular como vosotros, ¿no?
Sí, para nosotros era esencial capturar en el álbum la energía que sentimos en directo y la mejor manera era tocando los tres a la vez.
Grabáis Once en casa pero lo lleváis a masterizar a Londres. ¿Por…?
Hemos grabado en el estudio de Saúl Santolaria y él suele enviar sus trabajos a masterizar a Londres; nos recomendó hacerlo así y la verdad es que nos gusta mucho el resultado.
El tema que le da título es una composición instrumental y con ella además abrís el disco… ¿Motivos? ¿Es una especie de intro? O, simplemente, os gustaba así….
La canción que abre el disco la compusimos antes de sacar el primer LP. Es uno de los primeros temas que sonaba a “nuestro” y, cuando lo encontramos en una grabación vieja, el cuerpo nos pidió tocarlo y, al final, se hizo un hueco en el disco. Además, nos flipa que el disco empiece así porque en todo el primer LP nada sonaba así de poderoso.
Atribuís a la totalidad de la banda la autoría de las canciones. ¿Cómo trabajáis? ¿Realmente va a cargo de los tres la tarea compositiva?
Normalmente, Gonzalo es el que propone la idea base, por ejemplo, un riff y una melodía, y lo trabajamos a ver dónde nos lleva. Otras veces, lo tiene más claro, y es misión del bajo y la batería crear una base que lo apoye. Ahora es relativamente sencillo porque Gonzalo compone pensando en el trío, en sus riquezas y carencias; el mundo power-trío tiene sus propias maneras de construir y nos ha costado entender cómo hacer al trío rodar.
Participasteis en el ciclo Izar & Star rindiendo tributo a Rory Gallagher. ¿Qué tal la experiencia? Veo además que vais a Ámsterdam en marzo para participar en el decimosexto tributo a Rory que se realiza en la capital holandesa y que habéis hecho otros bolos de ese homenaje. ¿Pensáis darle más continuidad?
El ciclo Izar & Star ha sido muy bonito para nosotros: por compartir las canciones de Rory con sus fans, que es un jodido placer, y también porque nos ha dado, entre otras, la oportunidad de ir a Holanda. De todos modos, no pensamos darle demasiada continuidad. Aunque siempre es un bolo especial, ahora queremos centrarnos en presentar “Once” en directo y preparar nuevos temas.
Para finalizar, parece que el rock hecho en Euskadi ha cambiado mucho. Del punk y el rock radical vasco hemos pasado a una abundancia de bandas que toman caminos basados en el rock, el blues y los sonidos americanos de raíces. The Riff Truckers, Dead Bronco o vosotros mismos sois buenos ejemplos. ¿A qué atribuís este cambio de orientación? A condiciones políticas y sociales diferentes, a una nueva generación de músicos….
Cuando nosotros empezamos a ir a conciertos, el punk y el rock más radical dominaban la escena vasca en cierto modo, pero también había bandas que tiraban por otros caminos más blueseros, garageros, psicodélicos… El tema de partir de los sonidos americanos de raíces, en nuestro caso, está muy unido al aprendizaje de nuestros respectivos instrumentos; no concebimos aprender a tocar sin pasar por el blues, y sin incorporar el bagaje americano que es, en definitiva, una de las mezclas de folclores más rica que ha surgido en la historia de la Humanidad.
Manel Celeiro
Foto: Naiara Goikoetxea
Versión íntegra de la entrevista aparecida en el número 314 de Ruta 66.
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