Soy sospechoso habitual. Mi filiación a la causa de Quique González es evidente y reincidente, pero es que considero que el tiempo dará la razón a los que entendemos al músico madrileño como una de las figuras claves para comprender la evolución del rock facturado en castellano. Recuerdo hace unos años una conversación con el cantautor Rafa Pons en la que me aseguraba que la importancia de González se reflejaba en su influencia en el resto de músicos de su generación y posteriores y en el número de imitadores que aparecían constantemente. Toni Jiménez se encuentra entre los primeros. Desde ese «Cuando estás on fire» que abre su disco, Causas y Dolores, este músico de L’Hospitalet que combina su carrera en solitario con el proyecto poético-musical Las deudas de Medea, rinde pleitesía sonora al González de Personal o La Noche Americana. Y eso, entiéndanme y si no vuelvan al principio, no lo afirmo como algo negativo sino más bien al contrario. Jiménez tampoco olvida acordarse del estilo vocal de la música argentina reflejado en figuras como Andrés Calamaro o Ariel Rot consiguiendo al final un disco de buenas canciones al que sólo queda pedirle que se desvíe de la línea marcada. Ese camino está definido y ya recorrido. Si se atreve a abandonarlo probablemente conseguiremos un nuevo músico al que seguir atentamente. Le estaremos esperando.
Eduardo Izquierdo