La verdad es que la noche del lunes ya pintaba bien a priori. El previo estudio de un desconocido, al menos para mí, Drew Landry en las redes me reveló a un artista con una voz excelente y unas canciones dignas de ser escuchadas en directo. Además lo acompañaba el joven Julian Primeaux que confirmó en apenas un par de intervenciones vocales que lo suyo merece estar también en primera línea y no dedicarse sólo al acompañamiento (de hecho ya lo hace en dos proyectos más personales situados uno en el blues-rock y otro en el country-rock).
No es casualidad que algunos hayan definido las grabaciones de este ex roadie de Scott H.Biram y Hank III como las grabaciones que Alan Lomax hubiera hecho en el siglo XXI. Su directo es competente, con una voz con dejes soul de esas que sólo salen en los States y ese alma de songwriter que Dios le ha concedido sólo a unos cuantos elegidos. La guitarra eléctrica de Primeaux ayudó a romper la tibieza de muchos conciertos acústicos dotando a la actuación de una fuerza inusual en este tipo de veladas. Los músicos supieron alienarse de la previsible escasa presencia de público para desgranar en hora y media un buen puñado de canciones que bebían de las aguas de los pantanos de su Louisiana natal, del blues rural, del soul acústico y de los sótanos de cierta casita rosa situada en Woodstock. Kris Kristofferson dijo de él que era lo mejor que había escuchado en los últimos 30 años, por algo será.
Eduardo Izquierdo