Encuentros

José Lanot. El Potro mayor y el espíritu de Rock & Roll

Un placer, reencontrase con uno de los tipos que mejor han representado la concepción del rock que siempre ha defendido Ruta 66. La noticia de su participación en la fiesta organizada por el programa radiofónico Espíritu de Rock and Roll, el próximo sábado 26 de octubre en la madrileña sala Sirocco, es excusa ideal para contactar con él. Aquí le tienes, rutero de base…

-Tu carrera musical ha seguido caminos paralelos a los de esta Ruta, amigo Lanot: empezaste con Sex Museum en 1985, y el año siguiente formaste a los añorados Los Potros. Mucho ha llovido…

-En realidad empecé unos años antes con La Fundación (a día de hoy nos reunimos cada varios meses para tomar algo y pasar un rato juntos) y después con Teatro Negro de Praga (la semana pasada estuvimos comiendo con los royalties de una canción que ha editado Munster en un recopilatorio de grupos “siniestros”). Pero es cierto que soy “visible” desde mi paso por Sex Museum, y sí señor, muuucho nos ha llovido al Ruta y a mí desde entonces.

-Empecemos por el principio ¿te parece? Explosión rocanrolera en Malasaña, bandas de garaje sixties por doquier, los Museum empezando a cosechar fieles seguidores… ¿Qué recuerdas de ese momento concreto, repleto de entusiasmo juvenil, buenas bandas y una cierta ingenuidad?¿Os planteabais que la historia pudiera tener alguna salida profesional?

-No pensábamos en eso al principio, probablemente el único que veía las posibilidades futuras era Fernando, siempre un paso por delante. De lo que se trataba era de juntarnos para montar canciones con el grupo, ensayarlas y tocarlas en directo. Había una cierta urgencia, heredada del punk, en nuestra actitud, teníamos la imperiosa necesidad de tocar esa música en ese momento concreto. Por encima de todo éramos un grupo de amigos que, siendo parte de la escena mod madrileña, queríamos aportar algo especial a la misma. Irónicamente, la trayectoria del grupo fue alejándole cada vez más de esa escena y metiéndole de lleno en la garagera (y después en otras) sin premeditación alguna, una cuestión de caminos vitales.

-Abandonas a Sex Museum para incorporarte a Los Potros, de los que en pocos meses eras el punto de referencia ineludible. Grupo excelente, canciones tremendas, actitud… Es una de las grandes asignaturas pendientes del rock nacional, el ejemplo perfecto de banda de culto. ¿Qué coño falló?

-Cuando tienes un proyecto de la índole que sea, no basta con tener talento y currártelo, hay que pensar las cosas con la cabeza y ser consecuente con el camino que decides seguir. Nunca me caractericé por ser excesivamente inteligente a ese nivel, si había algo que me parecía mal tiraba por la calle del medio arrasándolo todo a mi paso. No se trata de tragar sino de tener mano izquierda, transformando las situaciones incómodas en pasos del camino. He tardado muchísimo tiempo en aprender algo tan sencillo. Los Potros eran un grupo de amigos cuando yo entré (insisto en el tema de la amistad a propósito) y siguieron siéndolo cuando hubo cambios de miembros, el momento en que perdimos esa visión fué el principio del fin. Las compañías, el mercado o las modas son secundarios cuando perseveras con cabezonería y con cerebro. De la primera andaba  sobrado, del segundo me faltó siempre.

-Vuestro único álbum, Black Light, no obtuvo la repercusión merecida, a pesar de la producción y apoyo de elementos como desaparecido Julián Infante y Manolo UVI. Está descatalogado desde hace años, aunque se habló de una posible reedición en una “Integral Potros” que nunca vio la luz…

-Teníamos las canciones, pero la producción, efectivamente, fue fundamental. Todavía recuerdo a Julián entrando aterrado en la sala del estudio donde trasteaba con mi ampli, “Jose, ¿dónde vas con ese sonido, bendito sea dios?” El disco tuvo muy buena acogida en la escena independiente, fuera de ella, como ocurría con todos los discos de sellos pequeños, pasó absolutamente desapercibido. Pero con éso ya contabas de entrada, parecía imposible dar cualquier tipo de salto en ese sentido y tampoco era algo que te quitara el sueño. Para el momento en que era hora de hacer otro (porque nos apetecía y porque era necesario para seguir estando ahí) la relación con la compañía se había enrarecido  y no fuimos capaces de encontrar una alternativa coherente, o las ofertas no nos parecían interesantes o cuando surgían nos pillaban a contrapié, con cambios de miembros o con lo que fuera. Excusas, al fin y al cabo, otros muchos grupos desarrollaron sus carreras con dificultades mucho mayores. Un par de veces me propusieron reeditarlo y yo decía: “cojonudo, pero lo metemos todo, singles, el LP, canciones de recopilatorios, todo”. Ya cuando empezaba con el diseño y el libreto y esas cosas que me parecen casi tan importantes como la propia música, el presupuesto se disparaba y no llegábamos a nada. Otras veces que me lo han propuesto simplemente tenía mi energía puesta en otra cosa y dejaba pasar la oportunidad. Hace poco me lo han vuelto a proponer, me encantaría hacerlo.

-Tras una década de combate, el grupo se separa. Llega el turno de los exquisitos Wonderboys. ¿Nos explicas su génesis y su (corta) historia, plasmada en un único mini – Lp para Animal Records?

-Gracias por lo de “exquisitos”, de verdad. Antes de eso pasé varios años componiendo y haciendo giras con la acústica, eso me mantenía centrado en quién era. Los Wonderboys fueron pura crema, cuatro amigos (la bendita amistad de nuevo) comprometidos hasta el tuétano en un experimento, hacer punk con armonías vocales, dando importancia máxima a la canción, todo al servicio de la misma. Fernando me llamó una tarde y a las dos horas estaba en el local haciendo ruido (exactamente la misma secuencia que cuando entré en Sex Museum) Ensayábamos tanto que casi conseguimos ser el grupo que a los cuatro nos apetecería ver en directo, el grupo entregado y compacto (con todos empujando en la misma dirección) que te atrona mientras te está mirando a los ojos. Los cuatro nos conocíamos bién, miles de juergas y de conversaciones durante los años previos a la formación del grupo, aparte de éso yo había producido a los Micromachines de Maroto…y Jota había sido el batería de Los Potros una corta temporada tras la marcha de Chicho. La diferencia generacional (y, todo hay que decirlo, que casi nadie nos hiciera ni puto caso) acabó con los Wonderboys. Maroto y Jota sentían la necesidad de pasar por situaciones que a Fernando y a mí ya nos habían abrasado suficientemente, además se rompió el hechizo…pero no nuestra relación. Lo que hicimos juntos, por cursi que suene, nos ha unido de alguna manera para siempre.

-¿Detalles sobre los esporádicos Bird Dogs?

-Jose María Rosillo, Fernando y Marta me decían: “Jose, tienes que escuchar a los Winnerys, vas a flipar, y además Javi Polo es un tio con el que te llevarías de puta madre” Coincidimos en un concierto, yo con mi acústica a lo llanero solitario y ellos con toda la artillería. Aluciné. Javi me propuso hacer un dúo de versiones de los Everly Brothers y yo le dije: “vale, pero metemos también a los Hollies, los Beatles, los Shadows y celestialidades vocales diversas” La idea era pasarlo bién y a ser posible ganar algo de dinero dando conciertos. Dinero ganamos poco, pero lo pasamos de maravilla. Incluso editamos una versión del “Insider” de Tom Petty en una recopilación.

-¿Y sobre tu participación en el disco Daily Urban Times, de The Winnerys? Bonita, la canción “So Many People”!!

-Yo era superfan del grupo, Fausto y Javi me invitaron a formar parte del coro multitudinario de la canción de Javi que iba a cerrar el disco y me sentí honradísimo. Ese disco es la octava maravilla del mundo.

-Desde entonces, pocas noticias tuyas, solo he pescado algo relacionado con el majareta de Billy Chilldish… ¿es un secreto, una anécdota o un proyecto completo?

-El final de los Wonderboys me pilló componiendo a saco para el disco que íbamos a grabar, el mini-lp se había quedado muy corto a la hora de reflejar la máquina arrolladora en que nos estábamos convirtiendo. No lo ví venir y el palo fué demoledor. Pasé el siguiente año estudiando sonido y descubrí que podía hacer otras cosas aparte de escribir canciones, ensayar y tocar en directo, que podía vivir la música y sentirla con una intensidad desconocida para mí desde el otro lado de la barrera. Pero perdí algo en el proceso, la cabezonería inconsciente que, ahora lo sé, siempre había sido mi motor. Tras la separación de los Winnerys, a Javi Polo se le ocurrió que siendo los dos compositores y habiendo logrado un empaste de voces tan estupendo, era hora de hacer un disco con canciones propias. Y en ello hemos trabajado intensamente por temporadas, quizá llamarnos “The Delayers” haya influido en este guadianismo, pero las canciones que hemos escrito nos gustan tanto y tenemos una relación tan especial que en algún momento encontraremos el hueco para retomar de una vez por todas el asunto. Lo de Billy Childish es un proyecto muy ambicioso que empezó una noche hace diez años al volver de trabajar. Abrí un libro de poesía suyo que siempre me había fascinado (aunque no compartía esa visión atroz del mundo), cogí la guitarra y le puse música a uno de los poemas. Así cada noche. Uno tras otro, les puse música a todos. Javier Andreu, que ha sido siempre un entusiasta de mis canciones y es uno de mis mejores amigos, me dijo: “tronco, ésto tenemos que grabarlo” A lo largo de los años hemos grabado quince, él y yo solos, sin autolimitaciones estilísticas, dejándonos llevar por el feeling del momento y por su increible instinto como productor. Quedan cuatro o cinco más para darlo por terminado. Con las canciones, los dibujos de mi amigo el pintor Fernando García, el diseño de Paco Julio Marín (un capo de la publicidad que diseñó todos los discos de Los Potros y fué compañero mío en Teatro Negro de Praga) y, por supuesto, los poemas de Billy, quiero sacar un libro, que, si todo va bién, se editará el año próximo.

-Y llega el Espíritu del Rock and Roll, te reclama, accedes y se anuncia tu actuación en su fiesta. ¿Cómo has planteado tu show?¿Qué podrán disfrutar los feligreses que acudan a la eucaristía?

-Hace un par de días estuve seleccionando las canciones, tocaré alguna de los Potros que me gusta especialmente, alguna de los Delayers (a lo mejor hasta con el “grupo” al completo si Javi no tiene nada ese día), una que hemos hecho Fernando y yo para el disco nuevo de Micky y los Colosos del Ritmo (con Fernando, si no Coronea, Sexmusea o Corizonea esa noche), alguna del proyecto de Billy (con Javier Andreu si no Fronterea) y varias del disco que voy a grabar este año, espero que con las personas que van a colaborar en él. Pero desde luego, si no puede ser acompañado, ahí estaré yo solito con la acústica como un campeón…aunque tenga que usar pedales hasta en la voz para que se me oiga por encima del murmullo con el que el público suele acompañar un set acústico. Cuando quiero grito mucho.

-Por último, ¿en qué guerras andas metido ahora?

– Esa cabezonería inconsciente de la que te hablaba antes ha dado paso a una consciencia omnipresente de que la vida dura lo que dura y que es bueno no ser quien fui sino ser quien soy, aquí y ahora, alguien con muchas ganas de contar cosas y, en el proceso de contarlas, entender un poco mejor tanto el mundo en el que vivo como a mí mismo. Estoy componiendo como una bestia para un disco que Fernando me propuso hacer hace unos meses. Después de escuchar la maqueta que ha hecho Paco Poza con la canción que escribimos para Micky, lo vió claro. Con un arreglista como Paco, un productor como Fernando y músicos como Marta Ruiz o los propios Fernando y Paco, lo único que puedo hacer es esforzarme para estar a la altura con lo que a mí me toca, que es escribir las canciones y cantarlas.

 

Alfred Crespo

 

 

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