Xarim no es solo el líder de Very Pomelo o el compañero de aventuras de gente como Sanjosex, Gerard Quintana o Josele Santiago, sino también un incontinente compositor que llena su propuesta de eclecticismo y heterodoxia. No conoce barreras de estilos, si acaso pequeñas fronteras dispuestas a ser derribadas. La última de ellas cae al ritmo en su primer trabajo en solitario, Lladregots (Chesapik). Hablemos.
X: Llevo toda la mañana escuchando el disco The Soft Parade de The Doors de manera compulsiva. Hacía tiempo que no me pasaba, pero me lo he puesto y he flipado. Con quince años ahorré todo lo que conseguí esa navidad y me compré la discografia completa de los Doors por catálogo. Antes solo se podía comprar por catálogo.
¿Te pasa mucho lo de coger discos antiguos y escucharlos hasta la saciedad?
Sí, soy más de escuchar las cosas de forma compulsiva. Hago monográficos. Me pongo con un disco y me obsesiono con él.
Pero eso ahora ya no se lleva. Los discos van y vienen.
A mí me mueve mucho la nostalgia hacia eso. Algunos discos me llevan hacia un momento concreto y eso me inspira. Es como si tuvieras la vida en los dedos. No pasa siempre, pero hacen aparecer magia.
¿Crees que se ha perdido esa magia?
Es que la música es un producto más que nunca y los discos han de tener un rendimiento inmediato. Creo que fue Schumman que decía que podías pasarte toda la vida escuchando música maravillosa que no has oído nunca. Me parece algo precioso. Existe un texto precioso de la mano de Schumann titulado algo así como «100 consejos para jóvenes músicos» que es puro rock and roll. Ahí está todo lo que se necesita saber. Te lo recomiendo mucho. Dice cosas como «toca siempre como si tuvieras un maestro delante, no pienses, ve a pasear por el bosque, no cultives la música de moda pero si te ves obligado a ello hazlo de la forma que seas más fiel a ti mismo»… Son cosas que veo que he seguido a rajatabla sin saber. No lo conocí hasta hace bien poco. Y bueno es muy exigente como te decía. Las leyes del arte son las leyes de la moral y viceversa. Todo lo otro es vanidad. Ego malherido. El ego es precisamente el pensamiento. Por eso es necesario no pensar en la música, pero en la vida también. La esencia ya sabrá qué camino tomar en el momento adecuado. El pensamiento regula, proyecta, desvirtúa. El pensamiento siempre quiere complacer a los demás o seducirlos. Al desprenderte de la carga del ego, del pensamiento, entonces puedes llegar a sitios que nunca habías pensado llegar, sin carga negativa lo que significa que en vez de manipular a los demás los inspiras. Sé que nunca voy a volver la sensación de escuchar por primera vez a los Beatles pensando ¡madre de Dios! ¿Qué es esto? Aunque me gustaría que me pasara.
Quizá vivimos una época en que son más importantes las poses y la imagen que la propia música….
Los músicos que yo conozco más de cerca no saben mucho de ese tipo de cosas. Son músicos y se la suda todo eso. Igual a alguno sí que puedes decirle que le gusta más el backstage que la propia música, pero no son la mayoría.
¿Pero no es muy fácil hoy en día ponerse la etiqueta de músico? Con Internet y un ordenador te grabas, te promocionas en plataformas, etc, etc….?
Quizá hay menos esfuerzo sí. Pero las cosas caen por su propio peso. Cuando no hay esfuerzo se nota. Y si consigues que no se note pues mejor para ti. Tienes que dar tu vida por la música y por las canciones. Si no, no consigues nada bueno.
Pero tú, por ejemplo, andas liado en varios proyectos muy diferentes ¿puedes dar la vida en todos ellos? ¿no hay ninguno que no te interese realmente?
Es que han llegado a mí por casualidad. Son accidentes y si estoy en ellos es porque creo en ellos. Es como los amigos, tú no los eliges, van llegando y los asumes o no, pero de entrada te llegan. Nunca siento que me haya traicionado. Eso es importante para mí. Tienes que ser tú mismo, y tampoco tiene que ser tan diferente una cosa de la otra. Es blues, todo.
¿Por qué hacer un disco tu solo?
Es que lo he hecho siempre. Tengo cuarenta discos grabados en solitario pero nunca había publicado nada. A veces veo algo que es inspirador y hago una canción. Es así de simple. Si tengo en casa una guitarra acústica la investigo y le saco algo. Si tengo un bajo, cambio mi manera de concebir lo que hago. Si aparece un banjo, lo mismo. Es lo que te decía antes, busco la inspiración constantemente o ella me encuentra, no lo sé. Lo que hago es aprender constantemente como instrumentista y si salen canciones pues mejor. Cada instrumento tiene un rol, como cada cosa en la vida.
Pero esa incontinencia ¿no te puede llevar a un estado de ansiedad respecto a la música?
Claro, sí. Tengo una enfermedad en la piel y es todo por lo mismo. A mí me mata la música pero me encanta. Yo no he visto una groupie en mi vida, por ejemplo. La música es otra cosa. Es pasión.
Y si es pasión ¿se puede pensar mientras se toca?
Se puede, pero entonces no estás tocando. Pasa siempre. Si piensas la cagas. Cuesta llegar a no pensar, pero hay que conseguirlo.
¿Cómo llevas liderar proyectos como Very Pomelo y en otros ser un músico de banda?
Es que nunca asumí el liderazgo de los Pomelo. Yo no quería liderar nada pero me tocó. Es complejo porque tuve que hacerlo. Al final siendo mucha gente transmites a la banda tus propios miedos, tus inseguridades. La banda acaba teniendo tus defectos y yo solo ya tengo otros, que son sólo míos (risas).
¿Cómo surge la colaboración con Josele?
Por casualidad como el resto. Creo que lo conocí en una fiesta del Ruta, le dimos un disco, le gustó y quedamos para tocar. Hicimos unas versiones de Captain Beefheart, de Dylan y The Band y de Ringo Starr. Al día siguiente ya estábamos tocando temas propios.
¿Tendrá continuidad?
Seguro que sí, aunque sea para tocar un poco de vez en cuando. Nos divertimos juntos.
¿Ya no hay gente con el carisma de Josele en la escena nacional? ¿Crees que ese tipo de mito se ha acabado?
Yo creo que la gente así siempre puede aparecer, lo que pasa es que están currando en sus casas. Sólo hay que encontrarles esa calidad. Es cuestión de que siga habiendo una verdad. El otro día un colega me decía “cuando estás en la más absoluta oscuridad, una mierda de luz te deja ver”.
Hablemos del disco…
Hay poco qué decir. Podría ser un disco completamente diferente. Eran las últimas que había hecho pero podrían haber sido otras. No sé muy bien por qué decidí poner estas. Sólo hay una que grabé hace diez años, pero el resto son las últimas que grabé en mi casa. Lo hice todo allí haciendo las percusiones con sillas, cucharillas, etc.
Porque tú cuando haces un tema no piensas mucho, te dejas llevar….
Es que vivimos un momento muy potente. Todos estamos muy sencillos. Es fascinante. Yo hago las canciones como cuadros, como si no fuera músico. Son acuarelas de mi momento. Si hubiera querido hacer un disco no hubiera hecho este disco sino otro. Por eso hay errores, cosas que no están bien….
¿Pero eso no lo hace más fresco?
Sí, claro. Por eso te digo que son como cuadros. Tengo un rato libre, pues voy a hacer una canción, sea cual sea y salga como salga. Son instantáneas.
Sin embargo da sensación de linealidad…
Lo más consciente del disco ha sido el orden de las canciones. Supongo que suena lineal porque soy yo, al final. Es como planificar un viaje, al final no sabes muy bien cómo va a salir. La música es energía, es vibración.
¿El momento social que vivimos provoca una efervescencia de la creación artística?
Claro. Todo es una mierda y nos estaban mintiendo, pero no ahora, hace mucho tiempo. Y cuando haces una canción eso te surge. La gente está yendo al núcleo y se está sincerando, huyendo de formalismos. Hay que ser sincero de verdad y el rock and roll ha de serlo también.
Por eso incluyes temas políticos….
Es que estoy en el mundo. Cuando cantas algo, si no estás diciendo la verdad haces que pierda toda la gracia. Si no es verdad, ni es buena ¿a quién estás ayudando? El rock me fascinó porque fue la primera verdad en la que creí. Yo buscaba una verdad en esas canciones.
Leí a Diego A. Manrique diciendo que el músico defiende como máxima forma de expresión el directo pero que él cree que es el disco…
Pero es que los discos que más me gustan a mi son muchas veces discos en directo. Mira Miles Davis, no puedes entenderlo sin entender su directo. En mi caso he tenido libertad pero desde la ausencia de prejuicios. Me encantaría poder hacer un disco más libre, pero la cuestión es ser libre con lo que ya tienes. Es una reflexión interesante. Habría que pensarlo bien. Lo contrario no es rock and roll.
¿Y qué es rock and roll?
Rock and roll soy yo flipando solo en mi casa tocando la pandereta. Es ese momento. Es algo colectivo que haces tuyo. Qué paranoia, eres un cabrón haciéndome estas preguntas. Me acabaré contradiciendo.
Eduardo Izquierdo