La céntrica sala madrileña gozaba de una asistencia de las que se agradecen en los tiempos que corren, algo que era previsible, ya que eran muchos los que querían ver al artista madrileño presentando ese nuevo trabajo que llevar por título La increíble historia de un hombre bueno. Aún no era de noche cuando Jairo Zavala se subía al escenario solo, con su guitarra, para lanzar al aire las primeras notas de “De cómo empezamos”. Más tarde se incorporaría la banda con todos sus bártulos (creo que no he visto tantos instrumentos sobre un escenario jamás) para ejecutar casi sin coger aire “All the way to the ground”, “¿Qué habéis hecho? y “Hombre bueno”.
La cosa prometía porque sonaban como un bloque compacto y se mostraban cercanos, y eso los asistentes lo agradecían con sus palmas, coros e incluso bailes esporádicos. Una vez entrados en calor, se atrevieron a introducir canciones antiguas (“Nubes de papel”, “Te sigo soñando”) con otras que están recién salidas del horno (“Una vez más”, “De repente”, “You and I”, “Ella sabía”), y la verdad es que no pudieron encajar mejor unas con otras.
El sonido fronterizo sobrevoló por nuestras cabezas y tuvo a sus mejores aliados en canciones como “Chilla que tiemble”, “La memoria” o esa que nunca puede faltar, “La llorona”. Para los compases finales, Depedro optaron por rescatar piezas de la primera etapa de la banda, de ahí que sonaran, entre otras, “Como el viento” o “Comanche”, canciones que a estas alturas ya se pueden considerar himnos y que en directo son coreadas por muchos de sus fieles seguidores. Tampoco faltó la simpática “Miguelito”, donde la cejilla, colocada en el traste equivocado, quiso jugar una mala pasada a Jairo. Como era de esperar, el madrileño salió airoso y nos hizo disfrutar con la pieza que fuera compuesta pensando en Lichis, líder de La Cabra Mecánica.
Y después de hora y media de actuación, el grupo ponía fin a una velada en la que los encargados de calentar el ambiente fueron el dúo hispano-portugués Olivenza, y Pez Mago, el proyecto paralelo de Lucas Álvarez de Toledo, uno de los músicos que suelen acompañar a Jairo sobre el escenario. Y, por cierto, da gusto salir de un concierto a las once de la noche, algo que diferencia a But de la mayoría de salas de conciertos de la capital. Que tomen nota el resto de salas porque hay veces que uno que tiene que salir corriendo para coger el último metro.
Jesús Rojas
Foto: María Tabuenca