Siempre hemos sido considerados los raritos de la clase. Encerrados en el sótano con nuestras minoritarias aficiones, nuestros grupos escogidos y nuestra peculiar manera de entender el rock & roll. Pero existen otros enfoques, distintos puntos de vista y otras miradas diferentes. Así que hemos decidido asomar la cabecita a ese espacio exterior y ver lo que opinan de nosotros, y de otras cosas, compañeros de los medios especializados. Desde la capital del reino tenemos a Luis J. Menéndez, coordinador de contenidos de MondoSonoro en Madrid.
¿Cómo empezaste a ejercer de crítico rock o de periodista musical?
Frente a lo que se piensa por ahí fuera, en mi caso lo de la crítica musical siempre ha sido bastante vocacional. Cuando era un adolescente fantaseaba con la posibilidad de convertirme en colaborador de cualquiera de las dos revistas que llegaban a los kioskos de mi pueblo (Piedras Blancas, Asturias), Ruta 66 y RDL. Pensaba, inocente de mí, que era posible ganarse un sueldo y vivir de escribir un par de entrevistas y cuatro críticas todos los meses. Sin embargo no pasé la habitual “mili” fanzinera, salvo alguna colaboración esporádica. Cuando terminé con la Universidad y vine a Madrid a buscarme la vida, las circunstancias y los contactos de mi compañero de piso me llevaron a coordinar una revista de cómic, a pesar de que reconozco que estaba totalmente pez en la materia. Aquello me sirvió no sólo para introducirme a fondo en el maravilloso mundo del 9º Arte, sino también para ganar la confianza suficiente como para escribir a Matt Elliott (The Third Eye Foundation) y pedirle que me respondiera a un cuestionario. Me curré un artículo con ello y lo envié a la redacción de MondoSonoro. Entonces no me sorprendió demasiado pero ahora, viendo la cantidad de mails que llegan a diario solicitando colaborar con la revista, valoro más que nunca que Joan Luna, el redactor jefe, se tomara la molestia de leerlo y darme la alternativa. ¡Y hasta hoy!
¿Has hecho de ello tú medio de vida?
Sí, como coordinador de contenidos de la revista en Madrid tengo mi jornada diaria de 8 horas y mi contrato indefinido. Pertenezco a esa exclusivísima casta de privilegiados…
Felicidades. Eres de los pocos afortunados que lo pueden hacer. ¿Qué futuro le auguras a la prensa musical en papel? ¿Acabaremos todos en una URL de internet?
Ja, ja, ja, ja, gracias, gracias. Pero como se deja entrever en tus preguntas no sé si seremos tan felices cuando con cuarenta y tantos años tengamos que explicarle a nuestro agente del INEM que lo único que hemos hecho durante los últimos veinte ha sido dedicarnos a la literatura rock. Apocalíptico que es uno, para mí el futuro pinta muy negro para la prensa musical. Curioso, porque vivimos en un momento en que la música interesa más que nunca. Habrá que reinventarse, ya veremos cómo…
Lo mismo pero referido a la industria. Que el negocio está cambiando es una realidad. Internet, las descargas, el soporte digital… ¿Cuál será en tu opinión el camino a seguir en los próximos años por las discográficas y los artistas?
En realidad, discográficas y artistas no tienen, no han tenido, muchas opciones para elegir su camino hasta ahora ¿no? En un país de “tonto el último” como éste y con la que nos está cayendo encima con la puta crisis no hay modelo en el mundo que pueda plantarle cara a la gratuidad. En mi opinión las posibilidades de recuperación del sector pasan por un lado por el grado de mosqueo que demuestre la industria cultural de EEUU, y por tanto hasta dónde estén dispuestos a presionar al Gobierno español para tomar medidas antipopulares. Y por el otro porque las grandes empresas de telecomunicaciones dejen de mirar para otro lado y entiendan de una vez la música como otra forma de sacarle rentabilidad a su negocio. Que inviertan en ella con nuevas fórmulas y acuerdos con el sector de la música.
En cambio las ventas de vinilo no dejan de aumentar. ¿Nostalgia? ¿Fetichismo? ¿Llevar la contraria?
Un poco de todo. Y que el vinilo se presta a hacer feliz a un sector muy pequeñito pero muy fiel: los coleccionistas (para más datos sobre los hábitos de este tipo de peculiares individuos recomiendo el último cómic de Seth, “Wimbledon Green”).
Pero hay algo que me resulta totalmente absurdo en el vinilista radical. Una de las principales razones para denostar al CD eran los precios desorbitados a finales de los 80 un vinilo costaba 1.000 pelas y un CD, con un precio efectivamente inflado, 2.500. Veinticinco años después un CD de novedad cuesta lo mismo o incluso menos y el vinilo ha triplicado y cuadriplicado su valor, el nuevo y hasta el de segunda mano. No oigo a los vinilistas poner el grito en el cielo por este nuevo timo de la estampita…
Venga, a bote pronto…Dinos un disco si el que no podrías vivir.
Los discos que guardo con más cariño son aquellos que me cambiaron la vida cuando era adolescente: Closer de Joy Division, Faith de The Cure, Loveless de MBV,… Pero a día de hoy la verdad es no suelo tener cuerpo para sentarme a escucharlos. Incluso no hace tanto, cuando vi el biopic sobre Ian Curtis, me sentí un poco incómodo. Otros como Brian Eno, Can, Coil o Aphex Twin por ejemplo, me fascinan cada vez más conforme pasan los años.
Hmmm me parece que me he escaqueado de responderte a la pregunta, pero es que nunca he sido de poner el mismo disco una y otra vez sin acabar hasta el gorro. A Nirvana, por ejemplo, apenas he podido volver a escucharlos desde mitad de los noventa por la sobresaturación a la que me sometió un amigo obsesionado con la figura de Kurt Cobain.
Y uno que si no existiera la vida sería mucho mejor para todos.
La verdad es que vivo bien en la ignorancia de aquello que no me interesa. Un vistazo a la lista AFYVE es para pegarse un tiro, sí, pero no es tan difícil mantenerse al margen, y se está tan bien…
El artista más agradable y simpático que te has encontrado.
Los “profes”, gente que ha vivido mucho y está de vuelta de todo, que sin embargo no deja de mostrar un entusiasmo acojonante y cada vez que abren la boca imparten una lección de Historia de la música: Colin Newman (Wire), Mark Stewart (The Pop Group), Mayo Thompson (The Red Krayola), Klaus Dinger (Neu!) y más que me olvido.
El más arisco y difícil.
Nick Cave me hizo un numerito de los suyos delante de sus tres socios en Ginderman, pero tras el mosqueo inicial lo cierto es que son entrevistas que terminan siendo muy divertidas de escribir y leer y se recuerdan con el tiempo. Con Cat Power pasó algo parecido. Mucho mejor eso que por ejemplo Lou Barlow: desinteresado, aburrido, un coñazo para mí que era (sigo siendo) muy fan, pero sobre todo para los lectores.
Hablemos un poco de nosotros…-¿Qué disco debería salir pero crees que nunca saldrá comentado en Ruta 66?
Cualquier disco excepcional que sin embargo llegue con el marchamo de haber sido grabado por y para “modernos” (hay ejemplos a patadas). Y la electrónica contemporánea: no entiendo por qué Cluster y Eno caben en Ruta y Autechre, Zomby o Burial no.
¿Qué es lo mejor y lo peor de Ruta 66?
Lo mejor los artículos de revisiones en profundidad. Lo peor que con el tiempo la revista se ha focalizado excesivamente en los “tiempos de rock & roll”. En ese sentido echo de menos vuestra apertura de miras durante los 90. Yo aquí descubrí a Seefeel, Laika o Main, por ejemplo.
¿Por qué razón escribirías en Ruta 66?
Soy un chico fácil. Escribiría prácticamente en cualquier medio en el que me lo pidiesen. Y más si es uno que llevo siguiendo desde que era un chaval como éste.
¿Por qué razón no lo harías?
Podría decir una sarta de chorradas para hacerme el gracioso, pero si soy sincero no se me ocurre ningún motivo mínimamente razonable para que ni yo ni nadie no se sienta orgullosos de publicar en Ruta 66…
Define en pocas palabras a Ruta 66
La revista en la que leí por primera vez un artículo sobre Joy Division (artículo de portada. En España. ¡En 1989!), la que me explicó lo que era la contracultura y aquella de la que no he parado de recibir lecciones de Historia de la música desde entonces.