Ty Greenstein, Doris Muramatsu y Nate Borfsky son Girlyman, una banda que apuesta por el bluegrass con las miras bien abiertas hacia el pop-rock. No serían las Indigo Girls mala referencia para aquellos que necesiten algún tótem más conocido a la hora de acercarse a su música. Y lo son gracias, especialmente, a las voces que aporta Emily Saliers.
Que no lleve al engaño la portada. Aquí hay banjos, steel guitars y pianos acústicos, aunque está en los juegos vocales la principal baza de la banda. Un disco en cuyas letras se ve reflejado el proceso por el que está pasando Muramatsu, una leucemia avanzada que ha llevado a la banda a una situación complicada. El hecho de que Greenstein y Borfsky también aporten composiciones no resta homogeneidad a la temática de un álbum que se desenvuelve con solvencia por temas como las contradicciones de la vida, la esperanza hacia el futuro, y también la desesperación respecto al presente. Buenas canciones de lo que podríamos llamar folk moderno que entran con suavidad y se deslizan hacia rincón de to conciencia.
Eduardo Izquierdo