Encuentros

Fargo Avenue. La Honestidad por Bandera

Opositando a actuar con Dylan, Calamaro, Vegas o Wilco. Así están los chicos de Fargo Avenue. ¿Cómo? Presentando su álbum La Violencia Elegante, tratado de rock clásico que les publica el sello La Produktiva. Inmejorable tarjeta de visita, afirmamos.

-¿Cuáles son vuestras influencias, desde las que consideráis más evidentes hasta las menores? 

 Eduardo G. Oñate: Creo que las influencias de Fargo Avenue nacen de la música de raíces americanas. El sonido de Fargo Avenue, en mi opinión, va desde el rock-soul de Sly and The Family Stone a The Doors («Historia de pequeñas historias»), pasando por el folk del Bob Dylan de la reconversión eléctrica («A cuchillo»), Ray Charles (ese teclado de «Historia de pequeñas historias», o «El Aviador»), Waylon Jennings, Johnny Cash, Chris Kristofferson («A cuchillo»), The Jayhawks («Todo es frágil»), Wilco («9.10»), Nacho Vegas («La Hora del show»), Neil Young («La hora del show»), Tom Waits («Ahógate», «Diablo»), Mark Lanegan (por las voces crudas), la rabia y la honestidad de los más clásicos The White Stripes y Ryan Adams («Cuarta planta»), con pasajes de rock sureño (The Black Crowes, «Cuarta Planta»), Micah P. Hinson («La hora del show»), The Rolling Stones («El aviador») y bases a lo Roy Orbison («El Aviador», o «Invitados de honor»). Y siempre The Beatles («9.10»). Lo nuestro son los clásicos y aquellos que siguen sus pasos.

 

 

¿Podríais responder a la misma pregunta, sólo que en términos de porcentajes? Por ejemplo: X % de The Black Crowes,  X % de The Doors, X % Tom Petty («Todo es frágil»), etc.

Eduardo: Difícil, casi imposible, pero adelante: 20% de The Doors, 15% de Tom Waits,  10% de Roy Orbison, 10%  de Bob Dylan, 10% de Wilco,  15% de The Black Crowes, 10% de The Jayhawks, 5 % de Nacho Vegas, 5% de Micah P. Hinson.

– ¿Filosofía musical?

Eduardo: Nuestra filosofía musical, como bien nos enseñó nuestro maestro Andrés Calamaro, es ser honestos, nada más. Decir, única y exclusivamente, lo que queremos decir. El texto es lo único elemental, el estilo es lo que mueve al texto. Escribimos canciones porque queremos, las tocamos porque nos apetece, porque no tenemos otra. Somos aquello que sale de nuestra boca y nuestros dedos, y eso es lo que suena en La Violencia Elegante.

– ¿Por qué la foto de portada? ¿Por qué La Violencia Elegante? ¿Por qué la cita de Joseph Conrad en el libreto?

Eduardo: La foto de la portada es pura naturaleza, tan salvaje como enigmática, tan peligrosa como hermosa. El lobo es un animal muy elegante, y es un animal muy violento. Nos hemos acercado a él y nos ha enseñado los dientes, y nos ha gustado olerle el aliento. Para escribir según qué canciones uno lo pasa bastante mal, la vida es dura y a veces pega con fuerza, cuando intentamos sacar algo de provecho, cuando queremos devolverle el golpe, componemos una canción que hable sobre ello, y a la hora de tocarla y arreglarla, qué mejor que hacerlo con clase, con elegancia. Habrá quien disfrute con canciones que hablan de cosas feas, he ahí la gracia, nos encanta, tanto como acercarnos a los lobos.  La violencia elegante viene a hablar de eso, es la violencia de la que hablan Walter Benjamin, o Slavoj Zizek; es la violencia que nos une, una violencia natural en el hombre, nos atrae irremediablemente, es salvaje, sucumbimos a ella. La guerra es muy violenta, es horrible, pero si Francis Ford Coppola la filma, nosotros la adoramos y la vemos con admiración y rendición total ante el arte. Eso es «El corazón de las tinieblas», es una crítica a la colonización, pero, a la vez, es un relato heroico, es un cuadro enigmático, salvaje y precioso.  La Violencia Elegante no es ninguna paradoja, y es la puta verdad.

¿En qué contribuyó Paco Loco al sonido del grupo, qué logró como productor?

Eduardo: Paco Loco lo logró todo. Logró que en la grabación de un disco tocáramos como posesos sin parar, como una banda, uno para todos y todos para uno. Todos a la vez. Nos hizo volvernos locos, porque teníamos ganas de volvernos locos, de arriesgar, de ser sucios a veces y otras veces ser delicados. De no respetar nada más que nuestra voluntad y nuestro instinto. No hay ley que prohíba desafinar o que el tempo baile, no hay ley en el estudio de Paco Loco, solo el buen gusto. Utilizamos, gracias a su genio, cachivaches maravillosos (sintetizadores, guitarras desafinadas, teclados añejos, tremolos, etc.). Gracias a él nos sentimos buenos músicos, nos sentimos a gusto, y sentimos la emoción de estar haciendo algo importante para nosotros. Gracias al gran Paco Loco. Contribuyó a que el grupo encontrara su sonido.

Mario Rico: Elegimos a Paco Loco ante todo porque habíamos escuchado su trabajo mil veces en mil discos muy interesantes con los que nos sentíamos identificados. Paco tiene una manera muy ‘ordenadamente desordenada’ de trabajar que incita al músico a hacer un buen trabajo sin ningún tipo de presión. Eso hace que salgas de su estudio con mucho menos lastre innecesario y más ideas. Logra esos sonidos tan característicos haciendo que los grupos toquen de manera sencilla y con un buen arsenal de «aparatos vintage» que, por cierto, utiliza estupendamente.

 ¿Por qué grabasteis el disco en directo?

Eduardo: Grabamos en directo porque preferimos el instante a la corrección. Crecimos con discos que tocan con gusto y actitud. Exacto, actitud es la palabra, es lo que debe quedar siempre. Si no es en directo, es imposible.

Mario: La única opción para no grabar un disco de juguete es el directo. Todo lo demás es mentira. Nosotros no somos unos mentirosos. La gente no lo sabe aún, pero también prefiere los discos grabados en directo porque inevitablemente se sienten más cerca de los músicos y no saben por qué. Grabar en directo significa que, a la fuerza, durante las sesiones, la banda está conectada. Estás en un ambiente que conoces porque lo habitual es tocar juntos y no uno por uno. Los discos que más nos gustan están grabados en directo, así que inconscientemente es lo que nos pedían las canciones.

El disco tiene un sonido clásico, diríamos que con una cualidad «vintage»: teclados hammond, rhodes, baterías secas, incluso «pastosas»… ¿Algún comentario al respecto?

Eduardo: Todo eso lo llevábamos pensado de antemano; queríamos que el disco sonara a los discos que escuchamos y todos esos elementos son imprescindibles para dar lugar a esas canciones. No es porque sean antiguos. Si el Rhodes lo hubieran inventado el año pasado también lo hubiéramos utilizado, porque suena como mil diablos bailando.
Mario: La parte más vintage del disco la encontraréis en las baterías, teclados, micros y en el panel de control del ‘avión’ de Paco Loco. Los demás elementos son analógicos, pero un poquito más modernos. Creo que hacer un disco actual utilizando material y sonidos antiguos puede acabar en desastre, pero también corres el riesgo de que tus canciones hayan sido compuestas para sonar así, y entonces la combinación es perfecta. Alguien dijo una vez que Fargo Avenue sonaba a la cara oscura del folk y de alguna manera es cierto dado que uno de nuestros discos favoritos es el Harvest Moon de Neil Young.

Hablemos del género que os identifica: ¿americana?, ¿rock sureño?, ¿hard rock?, ¿folk?, ¿»swamp» rock?

Eduardo: Realmente no se trata de una gran idea etiquetar nuestro estilo en algo muy preciso porque si hablamos de swamp rock, no sé qué hay de «swamp rock» en «Invitados de Honor», o en «Lágrimas fáciles», aunque también adoro a Tony Joe White. Tampoco podríamos hablar de rock sureño, porque si bien «Cuarta Planta» puede tener tintes de rock sureño, ¿qué hay de The Black Crowes, o Lynyrd Skynyrd en «Ahógate», en «Diablo», en «Nana nº1», o en la misma «Invitados de honor»? Y ¿dónde están los solos de guitarra? Folk sí, porque todo es folk, y también americana. Lo demás viene y va según tengamos el día.

¿Podéis citar 2 ó 3 temas del disco que resuman el sonido del grupo? 

Eduardo: Son buena muestra de nuestro sonido, por ejemplo, «9.10», «Todo es frágil», «Invitados de honor», o «Historia de pequeñas historias».

¿Con qué artistas, o grupos os molaría tocar el bolo de vuestros sueños? 

Eduardo: A mí me encantaría tocar con Bob Dylan, con Andrés Calamaro, con Nacho Vegas o con Wilco. Sin duda.

 

JAVIER DEL CASTILLO

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