Supe de su existencia al acudir al concierto que ofreció Donavon Frankenreiten en la sala Apolo de Barcelona a finales del año 2005. El búfalo blanco abría para el de California. Acompañado solo por su guitarra dejó impronta de su gran voz y del magnetismo de su apariencia física, grande, largas melenas, poblada barba, al estilo de los tramperos del viejo oeste, en un breve set que despertó mi curiosidad. Me hice con su E.P. de debut en el tenderete de merchandising pero luego le perdí la pista. Hasta que volví a reencontrarme con él en la epopeya motera Sons Of Anarchy.
Una escalofriante lectura de «The House of Rising Sun» y la tensa balada «Wish It Was True», ambas incluidas en la banda sonora de la serie, reclamaron de nuevo mi atención. Atención que se ha visto gratificada por la llegada de Once Up In A Time In The West. Lejos de aquel folk singer incipiente que guardaba en mi memoria me encuentro con un creador maduro que ha roto los horizontes primarios de su música para ahondar en territorios más extensos. Junto a una sección de ritmo y certeros arreglos, slides, mandolinas, pedal steel, arreglos de cuerda, da forma a un disco profundo. Que traza una línea continua que nace desde su punto de partida, el folk austero, pasa por el country, el bluegrass, el rock y los aires gitanos de la vieja Europa central hasta finalizar en los Pearl Jam más intimistas y épicos. Exprime a fondo su carta ganadora, esa garganta profunda y evocadora, en un estupendo trabajo que invita a subirse en un tren, sentarse cerca de la ventana, dejar que el sol te dé en la cara, y viajar sin rumbo entre sus canciones. De lo mejor que he escuchado en lo que llevamos de año.
MANEL CELEIRO