Encuentros

Alice Cooper, conciertos y entrevista en Toulouse ¡¡EXCLUSIVA WEB!!

Sábado 29 de Octubre: La noche de Halloween se ha adelantado en Londres. Docenas de zombis pululan alrededor del majestuoso Alexandra Palace. Alice Cooper se ha empeñado en introducir esta característica fiesta –y tan típicamente americana (aunque su origen provenga de Irlanda) –, en las tradiciones del Reino Unido. Usualmente, los meses de octubre y noviembre eran fechas sagradas para las giras de Alice en USA. Él es un espectáculo de Halloween itinerante; asistir a sus conciertos en los días anteriores a esa noche son una celebración y un preámbulo a la fiesta en la que niños y adultos se disfrazan de forma terrorífica 

 

El año pasado se cambiaron las tornas y Alice decidió ofrecer su noche de brujas en Londres, actuando durante dos días seguidos (el 31 de octubre y el 1 de noviembre) en el Roundhouse. Para hacer más especial el evento, Alice se trasladó semanas antes a Hyde Park y realizó un casting para el que se presentaron cientos de artistas: faquires, contorsionistas, aprendices de mago, etc. Artistas noveles, experimentados, todo valía. Los elegidos actuaron a primera hora de la tarde, dando paso al Jim Rose Circus, que completó, junto a Alice y Zodiac Mindwarp, un espectáculo de lo más peculiar y variopinto. Una buena noche de Halloween, sin lugar a dudas. La respuesta a este evento fue tan buena, que incluso la BBC planteó la idea de que Alice actuase cada noche de Halloween de aquí en adelante. Y así fue. Alice volvió a organizar un casting y preparó otra fiesta para el día señalado. Lamentablemente, la elección de los performers no fue acertada. Cinco números diferentes, todos protagonizados por chicas, a cual más aburrido y ante todo, poco creativo. Fuego, mucho fuego; unas lo arrojaban, otras lo tragaban. ¿Cuál es la diferencia? La extravagancia en ese campo quedó estacionada hace un siglo. El fuego tiene muchas habilidades, pero como número circense ha quedado totalmente trasnochado.

Este año los invitados eran los New York Dolls. Las diferencias entre su show en el Salamandra de L’Hospitalet del pasado mes de abril y este son varias: han cambiado de bajista para bien, ahora cuentan con el veterano Kenny Aaronson (Derringer, Stories, Bob Dylan, Brian Setzer, etc.) y este, junto al magnifico Earl Slick (David Bowie, Ian Hunter, John Lennon, etc), hace que la banda vuelva a tener cara y ojos. La otra gran diferencia es la duración del recital, mucho más corto, y evidentemente, el espacio en el escenario. Los Dolls en un recinto enorme funcionan, porque son una buena banda, pero hay algo que se pierde en el camino, y la química con el público es inexistente. Súmenle a eso las tres o cuatro canciones del extraño álbum Dancing Backward In High Heels, y los siete minutos de improvisación en «Private World», que sinceramente, fueron mucho más emocionantes en Salamandra. Los Dolls de Johansen y Sylvain siguen siendo una banda de culto, y para arrancar una entusiasta reacción del público, debieran atacar con un bombazo tras otro, basándose principalmente en canciones de sus dos discos originales (los de los setenta).

La banda de Alice ha sufrido un revés desde que le vi en Detroit el pasado agosto. Damon Johnson ya no forma parte del grupo y su lugar lo ocupa una chica, la australiana Orianthi (sus credenciales se basan en haber sido la guitarrista de Michael Jackson durante los ensayos previos a su defunción). Su forma de tocar es extremadamente rápida y técnica, y me hace rememorar con sabor agridulce algunos de los guitarristas que pasaron por la banda de Alice durante los noventa y finales de los ochenta. Por suerte, tiene como contrapunto al legendario Steve Hunter, que es todo elegancia y finura. Forman una extraña pareja pero no chirrían, que no es poco.

Volviendo a Orianthi, es una chica atractiva, con cierta clase sobre el escenario y su imagen es al menos llamativa (esa holgada cabellera rubia estilo años cincuenta es un gran distintivo). Pero su forma de pasearse por el escenario mascando chicle es, a mi parecer, antinatural. Se hecha en falta la esbelta figura de Damon, ‘el holgado caballero sureño’. Afortunadamente, en la banda sigue el bajista Chuck Garric, que a estas alturas es imprescindible para entender la cohesión de la misma. Y los otros chicos nuevos, el guitarrista rítmico Tommy Henriksen y el baterista Glen Sobel, aportan frescura e ilusión. Alice ofreció un show correcto, bastante plano, sin sobresaltos. Él es justo lo contrario que otros legendarios artistas, a veces discreto en las grandes plazas (tipo Londres o New York) y siempre excitante en ciudades secundarias (como detallaré más adelante, o como sucedió el año pasado en su legendario concierto de Valladolid). Los Stones hubiesen hecho justo lo contrario. La gira está prácticamente exenta de la parte teatral; a excepción de cuatro números (el frankenstein gigante es la novedad más sobresaliente), Alice no tiene realmente que calentar. Es solo cantar y representar las letras. Un buen recital el suyo, pero sin desmadrarse. El repertorio de esta gira, por otra parte, habla por si solo. No es que haya una gran variedad de sorpresas o cambios respecto a los últimos seis o siete años, pero se agradece que haya recuperado «Muscle Of Love», «Halo Of Flies», «Hey Stoopid», «(We’re All) Clones» y «Brutal Planet», sin olvidarnos del inicio con «Black Widow». Hasta la nueva «I’ll Bite Your Face Off» encaja ya como un guante entre clásico y clásico –y aquí sí que disfrutó el cantante, moviéndose de un lado a otro con una chaqueta de cuero en cuya espaldera se podía leer “New Song”–. Lo mejor del concierto de todos modos fue el invitado sorpresa que apareció en los bises. “No me imagino una noche de Halloween en Londres sin la presencia de este hombre: Arthur Brown”, dijo Alice. Y ahí estaba Arthur con su sombrero en llamas, con la cara totalmente maquillada y con unas ganas enormes de agradar a los siete mil asistentes. El gesto de Alice fue bonito, como si quisiera decir: “Hey, este es tu momento y te doy las gracias por haber empezado esto”. De un rey del Shock Rock a un pionero. Alice se fue hacia atrás y dejó que Arthur protagonizase todo el show, y no decepcionó: corrió como un poseso, gritó, gesticuló y bromeó con toda la banda, mientras atacaba con su canción más conocida: «Fire». Fue el mejor momento de la noche y solo por esto valió la pena asistir al concierto.

Sábado 4 de Noviembre, 21 horas: La ocasión es bien diferente a la de la semana anterior. Sé que en Inglaterra Alice goza de una popularidad increíble, y su audiencia es siempre fiel y cálida. No en vano, afirmaría que el 50 por ciento de sus diehard fans se encuentran en Gran Bretaña. Sin embargo, no sé qué me voy a encontrar en Toulouse (Francia). De antemano, el Zenith –una de las nueve salas de conciertos que se distribuyen por toda Francia con el mismo nombre– puede albergar a nueve mil espectadores y veo que el escenario está demasiado pegado a la grada, por lo que según mis cálculos, no hay más de cuatro mil personas. Por otro lado, recomiendo asistir a esta sala a todo aquel que quiera disfrutar de su banda favorita. Toulouse cae relativamente cerca para los que viven en la franja norte que va del País Vasco a Catalunya y el recinto es sencillamente extraordinario (visión, sonido, comodidad). Pues bien, la bienvenida del público es portentosa. Muchísima gente joven, que evidentemente gozan de la orientación metálica de «Poison» y «Wicked Young Man». Y esta vez Orianthi se esfuerza por concentrarse en las cualidades escénicas que se requieren para este tipo de espectáculo.

Estoy muy bien situado en la pista y elijo posicionarme en el lado de Steve Hunter. Dios, es magnifico verle enlazar un ligado tras otro, y es precioso que haya vuelto a la banda de Alice. No lo hacía desde la gira de From The Inside, y desde entonces han pasado 32 años. Él arrastra el clasicismo a las canciones y no solo eso; ha hecho que todos los solos de guitarra en Welcome 2 My Nightmare (excepto en los dos temas en los que no toca) sean memorables, imaginativos, brillantes. Alice, en contra de lo que relato del show en Londres, está al 100 por cien de sus cualidades. Se muestra caliente, gesticula una y otra vez, se encara a la audiencia, y lo más importante, se salta el guion en muchas ocasiones; cosa que se agradece. Me encanta cuando interpreta el tercio más perturbado de su personaje, el Alice chiflado, el tipo desenfadado; la energía de Detroit. Otro extraño desvarío: cuando se presenta a sí mismo durante la interpretación de «Elected», comenta lo siguiente: “Y aquí, interpretando el personaje de Alice Cooper esta noche, Monsieur Furnier”. Ok, Vincent Furnier es el nombre real de Alice, pero nunca se había dirigido a sí mismo como tal. Nadie le llama Vincent Furnier, excepto su madre y Keith Richards, desde 1973, año en que se cambió el nombre legalmente. Intuyo que muy pronto Alice volverá a ser el cantante de una banda… Sigan leyendo.

Sábado 4 de noviembre, 16 Horas: Me ha encantado Welcome 2 My Nightmare, para qué lo voy a negar. Creo que es lo mejor que podía hacer a estas alturas de su carrera. Una segunda parte de Welcome To My Nightmare, sobre el papel, no tenía mucho sentido. La pesadilla original es un álbum icónico, una pieza maestra, diferente a cualquier otro disco no solo de su tiempo, si no de la historia de la música. Es como Dark Side Of The Moon, Sargent Pepper, o Quadrophenia; es un disco que trasciende más allá de la mera música. Por lo tanto, hacer una comparación entre este y aquel disco es una auténtica pérdida de tiempo. W2MN es un disco vintage, pero también moderno. La narrativa es divertida, amena, con algunos apuntes de genialidad y con otros un poco más discretos. Pero Alice encarna a diferentes personajes, bajo distintos tapices musicales, y ahí se mueve como pez en el agua. Pasa del Rock directo y sin concesiones («Caffeine», «The Congregation») al jazz manouche («Last Man On Earth»), y este se enfrenta al Hillbilly pasado de vueltas («Runaway Train») que a su vez colisiona con el surf californiano («Ghouls Gone Wild»). Y todo ello encuentra un punto de inflexión en una balada que roza la perfección («Something To Remember Me By») y la pieza estrella, «When Hell Comes Home», una de las tres canciones que ha grabado junto al Alice Cooper Group. No voy a defender el tema disco, ni la colaboración con Kesha, pero al contrario de lo que pensé en un principio, «I Am Made Of You» –pese al horrible efecto que Bob Ezrin ha insertado a la voz– es un gran inicio para el álbum: críptico, épico y grandilocuente.

No había entrevistado a Alice por la edición de álbum, así que, esta visita a Francia se perfilaba como la ocasión ideal. Aunque, para qué nos vamos a engañar, quería aprovechar el momento para volver a preguntarle por la banda original. Y sí, obtuve justo lo que deseaba oír desde hacía años. (Alice se dirige a su asistente, después de comprobar el tamaño de nuestro café) ¿Crees que harán café de verdad en este hotel?

Creo que hay más cafeína aquí que en todos los cafés norteamericanos.

Eso es el hijo de un café. Un café bebé. Me gusta que el café dure algo más de dos minutos.

Este es nuestro último número. (Le enseño la revista con George Harrison en portada. Se saca sus gafas graduadas y mira todas las páginas, una a una).

Oh, el Max’s Kansas City… Bebe Buell… Las noches aquí eran tremendas. Iba allí, literalmente, cada noche. Después empecé a intercalar las noches con Studio 54. Prácticamente éramos las mismas personas cada noche. La gente del campo de Warhol… Todo el que estuviese esa noche en la ciudad iba al Max’s, ese era el sitio.

Hablaba con Jayne County días atrás sobre vuestro primer concierto en el Max’s.

La primera vez que la policía apareció por el Max’s fue en nuestro concierto. Nos pidieron que bajásemos el volumen porque habían recibido llamadas de vecinos quejándose por el sonido.

Es increíble que eso sucediese en el New York de principios de los setenta.

Es cierto. Yo tampoco lo podía creer.

Fui a Londres la semana pasada a ver el show de Halloween. Fue una buena noche.

Arthur Brown fue divertido.

Me encantó la forma en que actuaste, dejándole todo el protagonismo. Fue un bonito gesto.

Yeah. Me pegué a la batería y disfruté de su actuación. Arthur es un viejo amigo, le conozco desde 1969. «Fire» es su único éxito, pero él es único y creo que mucha gente se ha olvidado de su trabajo. Así que le llamé y le dije: “Vamos, tienes que venir y tocar la canción. Tal vez nadie la conozca, pero mi banda seguro que la conoce”. Me aseguré de que lo hiciesen. Y de hecho mi banda la conocía mucho mejor que la suya. Arthur no lo podía creer. Fue fantástico tenerle en el escenario. Y esa es una de esas canciones… Es un clásico. (Cantando) “I Am The God Of Hell Fire”. Me sorprende que nadie haga una versión de ella.

Ozzy la hizo en su disco de versiones.

¿Si? Me alegro, porque es realmente una gran canción. Orianthi y Steve Hunter reescribieron la canción y la adaptaron para el resto de la banda, porque en el tema original hay un gran órgano. Por suerte ahora tenemos a tres guitarristas en la banda, así que pudimos cubrir esa parte.

¿Cómo es la reacción del público frente a Orianthi?

Es genial. Ella es fantástica. Cuando empecé a juntar a esta banda y a pensar en ella… Quería a Steve Hunter; es un guitarrista clásico. Es como Eric Clapton, pero en versión americana. Todo el mundo le respeta. Entonces, tenía a Damon Johnson. Pero Damon tenía la oportunidad de unirse a Thin Lizzy, no solo como músico, sino como socio, y le recomendé que no dejase perder la oportunidad. “Vas a ganar mucho más dinero que en mi banda, vas a tener más seguridad para tu familia”. Y además, no tendría que trabajar tantos días al año, podría estar con su familia más tiempo del que tenía estando de gira conmigo. Así que, empecé a pensar en otros guitarristas y se me ocurrió que lo de Orianthi podría ser algo único. Ella es una de las guitarristas más duras del mundo. Es un animal. Parece muy dulce, pero cuando emprende la guitarra es como Joe Satriani o Steve Vai.

Es quizás demasiado flashy…

Es flashy, pero sabe tocar rock & roll también. Yo le di un par de ideas para que hiciese su solo, pero creo que sabe lo suficiente como para tocar rock clásico.

Ella rompe la regla de los últimos guitarristas en la banda. La mayoría de ellos venían de un Hard Rock mucho más tradicional.

Es muy diferente. Todo en ello lo hace único, porque ahora tenemos a dos guitarristas muy diferentes el uno del otro y no quiero que ninguno de ellos haga de rítmico, por eso tenemos a Tommy Henriksen. Él canta conmigo y mantiene la estructura de los acordes, y no tiene problema alguno, le gusta su tarea. Por otro lado, en la batería tenemos a Glen Sobel, que entiende muy bien el concepto del espectáculo. Es sorprendente lo que hace con las baquetas… Después de cada show todo el mundo me pregunta quién es este chico. Nunca ha sido una pregunta frecuente con los otros bateristas que he tenido, pero él merece esos elogios. Y por último, Chuck, por supuesto. Es el ancla de la banda. Es un clásico. Creo que con estos tipos tengo una banda fuerte y poderosa.

Es divertido ver cómo los músicos acaban abandonando la banda, exhaustos por tantos conciertos. Sin embargo, tú sigues adelante, noche tras noche, sin que te afecte lo más mínimo.

Para mí cada concierto es como el primero de la gira.

Ryan Roxie, veinte años más joven que tú, me dijo que era imposible seguir ese ritmo.

¿Sabes una cosa? Si Orianthi no hubiese dicho que sí, posiblemente hubiese vuelto Ryan. Él es genial, nunca tuve ningún problema con Ryan. Pero tener a esta chica en la banda parecía una oportunidad de hacer algo que nunca habíamos hecho. Ella es tan prodigiosa, que hace que esto sea aún incluso más interesante.

Es la primera chica en la historia de Alice Cooper.

Así es. He tenido a muchas chicas en el show, actuando bajo personajes: Calico, Sheryl, Cindy Smith, Tiffany Lowe… Pero nunca una mujer había tocado un instrumento en la banda. Este show es poco teatral, y tampoco hay extras ejerciendo personajes. Este verano tuvimos que hacer muchos conciertos con bandas como Iron Maiden, Slayer, Slipknot… bandas muy duras, y me dije a mí mismo que necesitaba una banda muy poderosa. Por eso tenemos la adición de un tercer guitarrista. Todo el mundo esperaba que esta gira fuese la de Welcome 2 My Nightmare. La salida del disco coincidió en medio de esta gira. Así que el año que viene haremos la gira del disco.

Este disco es muy diferente al original.

No estaba concebido como una copia de aquél, creo que todo el mundo ha percibido la idea equivocada. Nunca lo proyectamos como una continuación al primer disco.

Sí, pero el disco lleva el mismo nombre.

Welcome ¡TWO! My Nightmare. Es una segunda pesadilla, y puede que haya una tercera, una cuarta… Es una pesadilla completamente diferente a la primera. Lo único que lo conecta es Bob Ezrin y yo mismo escribiendo todo el concepto. Por supuesto, Steve Hunter toca en ambos discos. Pero Neal (Smith), Dennis (Dunaway) y Mike (Bruce) nunca tocaron en la pesadilla original, así que esto es nuevo. Hemos tomado algunas piezas de piano del disco original y las hemos trasladado a esta obra. Pero esa es la única conexión que vas a encontrar. Mira, tu pudiste tener una pesadilla la semana pasada, y pudo estar basada en arañas y serpientes. Pero si esta noche vuelves a pasar por ello, será una experiencia diferente. Y de eso trata el disco, es una pesadilla totalmente diferente. Fui a Bob y le dije que el personaje tendría que lidiar con un montón de nuevos problemas. Por eso surge la canción disco, porque es una nueva situación pero en la vida real él odia la música disco. Otros problemas, un tren del que no puede bajar, porque va a ciento cincuenta millas por hora. El tipo sabe que no puede dormir, porque va a tener que enfrentarse a una nueva pesadilla y eso le aterra. Entonces empieza a tomar cafeína, una y otra vez, pero el sueño le derrota y cae en la cama. Cada canción es como un capítulo nuevo porque en los sueños y las pesadillas nunca hay una coherencia, todo son pequeños detalles de cuatro o cinco minutos. El personaje pasa por diferentes historias y todas son aterradoras pero Alice no tiene miedo a los monstruos porque él es un monstruo, así que teníamos que confrontar a uno con el otro y ahí apareció esta diva, que ejerce el papel del diablo. Llamé a Kesha y le dije que tenía que interpretar el rol del diablo en el álbum. Vino y escribimos la canción juntos. En la vida real ella nunca sería el diablo, pero sí que lo es en esta pesadilla. Toda la historia se basa en el personaje luchando contra sus propias inseguridades, sus fobias y su propia conciencia. Así que hacia el final debe levantarse, acabar con esta terrible historia y alguien le dice: “¿Qué parte de la muerte no entiendes? No has pillado nada, estás muerto”. Y él dice: “Oh, no, esto era solo una pesadilla, estoy durmiendo”. Así que al final no dejo que la audiencia sepa realmente si todo esto forma parte de una pesadilla o es que el personaje ha muerto de veras.

La idea de que Patterson Hood escribiese en el álbum fue mía. Tenía que decírtelo.

No lo sabía.

El verano pasado (2010), cuando oí que estabas escribiendo este álbum, hablé con Hood y le pregunté si estaba interesado en escribir algo para el álbum. Le encantó la idea y le puse en contacto con Toby (Mamis). Supongo que más tarde Ezrin recibió el mensaje y…

Bob le conocía y me dijo: “Hay esta canción del tipo que canta en Drive-By Truckers. Es un gran compositor. ¿Te apetece escribir algo más con él?”. Así que vino con esta canción y me pareció fabulosa, pero necesitábamos endurecerla un poco, porque era demasiado Country. Le dije que necesitaba retorcer un poco el texto, como un cirujano, para introducirla en el contexto final del álbum. Es una gran colaboración, pero hay otras grandes colaboraciones en el álbum. Como la de Dennis, Neal y Mike, que eran mis compañeros en la banda original. Les llamé y les dije: “Mirar, vamos a tocar juntos en la ceremonia del Hall Of Fame. Así que, ¿Por qué no escribimos unas canciones para mi nuevo álbum?”. De ese modo Neal y yo hicimos «I’ll Bite Your Face Off». Con Dennis hice «Runaway Train», y Mike trajo una canción que trataba sobre un pederasta. No se llamaba «When Hell Comes Home», era otra cosa. Le sugerí cambiarla, hablar sobre el abuso y el maltrato que reciben una madre y su hijo. ¿El infierno? Llega cada vez que se abre la puerta y aparece el padre. Aunque el último verso acaba con el chico disparando a su padre entre los ojos.

Abuso, abandono y maltrato infantil. Me encanta porque es un tema que no tratabas tan a fondo desde «Dead Babies».

Es cierto. Esta es la canción que mejor representa el sonido original de Alice Cooper. Y lo cierto es que fue la única canción de las tres donde colaboran Neal, Dennis y Mike, sin que hubiese nadie más involucrado. Me dije: “Quiero que suene como antaño y quiero que se grabe en directo, sin overdubs”. Yo sabía que estos tipos lo iban a hacer así, tienen el DNI de los setenta. Bob dijo: “Si le hubiese pedido a alguien que hubiese tocado con el sonido de los setenta, nadie hubiese podido captar mejor el sentido que estos tipos”. Y es así de sencillo, esa es la manera en que ellos tocan. No cambiamos nada, aunque haya idas y bajadas; es muy crudo. Y ese final… Es espontaneo, vital. Lo único que se hecha en falta es Glen Buxton. Si Glen hubiese estado, ahora tendríamos uno de esos destartalados ligados de guitarra tan típicos suyos, y sería una canción perfecta de Alice Cooper. Estoy seguro de que alguien que escuche directamente esa canción, sin el concepto del resto del disco, va a decir: “Sí, este es el Alice Cooper Group”. Está ahí, no hay duda. Lo cual me hace pensar en una interesante idea, ¿por qué no hacer doce nuevas canciones para un próximo disco con la banda original? Pero tenemos que componer esas canciones en el estudio, con Bob, y grabarlas totalmente en directo. Es una gran idea.

¿Una gran idea? Mi corazón se está acelerando…

Creo que es hora de hacerlo. El próximo álbum… No tengo que intentar conseguir un sonido de los setenta, porque de hecho, esta ahí. Glen no está, pero tendríamos a Steve Hunter. Esta idea es lo primero que voy a decirle a Bob Ezrin.

Las tres nuevas canciones que habéis hecho… No sé cómo explicarlo, pero hay magia.

Oh sí. Neal y Dennis están en una gran forma y tienen tanta personalidad en sus respectivos instrumentos… El único problema es Mike. Sus piernas han perdido toda la fuerza. Tiene muchos problemas en las rodillas, y en todos los ensayos tenía que estar sentado.

Su sobrepeso es evidente.

Tiene exceso. No sé cómo se encuentra por lo demás, pero ese es un buen problema. Creo que sería muy difícil girar con Michael. No creo que tenga la posibilidad de estar de pie durante noventa minutos. Y por otro lado, ¿cien ciudades? Hay que estar muy en forma para aguantar ese ritmo. Aunque por otro lado, siempre cabe la posibilidad de que pueda tocar sentado en algunos compases y levantarse en algunas canciones.

También es un gran pianista. Podría ser una solución.

Pero él tiene un sonido muy particular con la guitarra. Hay algo en la forma en la que toca, que es muy distintivo. Nunca he escuchado a nadie tocar de esa forma. Sus rítmicas son únicas, muy originales. Y si salimos a tocar no quiero perder eso.

No hay que olvidar sus coros.

Exactamente. Pero de cualquier modo, eso será para el siguiente álbum. Es el futuro.

Siempre estás pensando en lo que ocurrirá adelante.

Pero es que este ya está hecho. A mucha gente le ha encantado, y tenemos todo el año que viene entero para presentarlo. Pero estoy pensando en algo que puede suceder de aquí a un año y medio.

¿Cuál es el plan para Welcome 2 My Nightmare? ¿Será un espectáculo parecido al original?

De momento es seguro que empezaremos en junio. En cuanto al show, hay dos o tres formas de hacerlo. Una idea sería hacer todo el álbum, de principio a final, y hacer del escenario un libro. Que cada canción sea una página diferente, todo ello representado como tal. Al final del recital, el libro acabaría en llamas. (Risas) Otra opción es trasladarlo al teatro. Broadway, o cualquier gran ciudad. Representar el show durante un par de semanas. Ya sabes, un mes en New York, otro en Londres… Teatros de dos mil asientos, algo así. El primer acto podría ser Welcome To My Nightmare, el de 1975. Un intermedio. El segundo acto sería Welcome 2 My Nightmare. Y el tercer acto serían los bises, con «Poison», «School’s Out», etc. De cualquier modo, cada disco representado tendría su propia escenografía. El primero, como se hizo en su día. El segundo, con lo que sea que acabe siendo. Una banda diferente para cada disco, personajes distintos para cada uno de ellos. Pero todo son ideas. Hasta que no acabe esta gira no nos sentaremos a diseñar el plan definitivo.

Volviendo al álbum en si. Creo que es el primero en muchos años en el que no intentas sonar como tal o cual. Es diferente a Constrictor, que era un intento de acercamiento a Def Leppard, o Brutal Planet, que se acercaba al Nu Metal; por ejemplo.

Cada disco tiene un distintivo. Creo que Brutal Planet necesitaba sonar así. El álbum habla del holocausto, de la miseria, de la guerra, así que necesitaba ese sonido, y creo que el productor, Bob Marlette, supo encontrarlo. El disco era apocalíptico, necesitaba un sonido Heavy y nuevo para Alice. Continuamos de pleno con Dragontown. Pero luego me desplacé a otro lugar y llegaron Dirty Diamonds y The Eyes Of Alice Cooper. Aquella banda era idónea para hacer esos discos, era muy diferente a la actual. Cada banda se mueve en un terreno distinto. Lo único que les emparenta, es que siempre es Hard Rock, solo que los sabores varían dependiendo del tiempo.

De todos modos, hay algo que me gustaría comentar. Erik Scott (bajista en Special Forces y Zipper Catches Skin) me dijo que era muy emocionante trabajar a tu lado en el estudio de grabación porque siempre había una motivación para innovar. Él, como productor, te sugirió unas guitarras acústicas y tú te negaste, alegando que todo el mundo tocaba acústicas en sus discos. Sin embargo, aunque tu voz sea siempre un distintivo único, hay algunos de tus discos recientes que suenan a otros artistas.

Cada álbum cambia porque está hecho en una época diferente de tu vida. Cada uno de ellos representa un segmento diferente de tu vida y tú piensas de forma desigual en cada uno de ellos. Cuando entro en nuevo álbum pienso diferente a como lo hacía en el anterior; todo se basa en el carácter. Puedo mirar atrás y ver piezas de mi vida en cada uno de esos discos. Ya sabes, la forma en la que me encontraba mentalmente, o físicamente, o emocionalmente. Son como distintos capítulos. Con W2MN es todo más sencillo, las pesadillas no se sitúan en un único lugar. Empieza con «I Am Made Of You», que es un inicio épico, como «Hello Hooray», y luego entra «Caffeine», que no tiene absolutamente nada que ver con la canción anterior. Es radicalmente diferente. Luego llega «Runaway Train», y «The Last Man On Earth», que es mi tributo personal a Tom Waits. El disco se mueve de un lado a otro, adquiriendo diferentes personalidades. No podía estancarme en un único sonido como hice con otros discos, porque las pesadillas tienen diferentes imágenes en una sola noche. Como es habitual, hay una balada: «Something To Remember Me By», que fue escrita en 1975. Cuando la escuché de nuevo fue en plan “claro, suena a 1975 porque la escribí con Dick Wagner en 1975”. (Risas) Al final del álbum todas las canciones suenan diferentes, pero suenan bien en conjunto. Creo que eso es parte de la magia de Bob Ezrin. Aunque a veces es mejor dejar que las cosas rueden por sí solas. Cuando escuché por primera vez el riff de «I’ll Bite Your Face Off», pensé: “Eso es Rolling Stones”. Así que decidí no cambiar nada. Dejemos que suene a los Stones, como si fuese 1965. El otro día estuve con Ronnie Wood y le dije que había una canción en el álbum que era un tributo a los Rolling Stones. La escuchó y dijo: “Wow, déjame tocar el Slide en esta”. “Lo siento, Steve Hunter ya lo ha hecho”.

El puente que hay antes del estribillo final me recuerda no tanto a los Stones, si no a los Yardbirds sicodélicos. A los de Roger The Engineer.

No era intencionado. Sí que imité a Tom Waits en «The Last Man On Earth». Cambié totalmente la personalidad de Alice. Tom dijo una vez que él hacía canciones para que la audiencia pudiese contemplar la canción como una historia. Dijo que escribía las canciones del modo en que lo hacía Alice Cooper. Pensé que era guay porque en un principio Tom siempre parece estar en su propio mundo. Pero es genial, porque hay un mutuo respeto y admiración. Por otro lado, yo debo decir que escribo del modo en que lo hace Chuck Berry y Ray Davies. Volviendo a Tom, hicimos lo del Rock & Roll Hall Of Fame (ambos fueron incluidos en la misma ceremonia, NdA) y me lo pasé en grande con él. Me hizo reír tanto que no puedes ni imaginarlo. Está tan en otro mundo…

Finalmente has ingresado en el R & R Hall Of Fame después de tantos años.

Fue realmente bonito. No solo por estar finalmente ahí, si no por la gente con la que compartíamos esa experiencia. Tom, Neal Diamond, Dr. John… Conozco a Dr. John desde hace más de cuarenta años, desde que una vez tocó junto a Frank Zappa. No conocía a Darlene Love, pero fue encantadora. Pero fue una noche especial, porque la banda original pudo tocar en frente de toda esa gente. Neal, Dennis, Mike y yo. Hubo un premio especial en memoria de Glen Buxton y fue emocionante.

¿Hechas de menos a Glen?

Por supuesto. Glen llegó a un punto, allá por el 72 o el 73, en el que era irremplazable. Era muy único, como Syd Barrett. No puedes, ni podías, encontrar a alguien que tocara de ese modo. Hubiese sido imposible. Puedes poner a un guitarrista mejor, pero no sería como Glen. Él era un guitarrista único, el más original. No puedes reemplazarlo. Cuando Pink Floyd contrataron a David Gilmour, ya no eran los mismos Pink Floyd que yo conocía. Era una banda diferente, con otro sonido. Eran buenos, pero con Syd se fue esa insanidad, ese sonido que era tan perturbador. Glen es el mismo ejemplo, daba a la banda un sonido que nunca hubiésemos podido recrear con ningún otro. Cuando Glen perdió el interés por la banda, dejamos algo en el camino. Estaba ahí, pero su alma ya no estaba en la banda.

¿Quizás por ese motivo Muscle Of Love suena tan diferente?

El problema es que estábamos exhaustos. No teníamos una dirección. Habíamos finalizado la gira de Billion Dollar Babies y estábamos mentalmente acabados. Creo que debíamos haber hecho Welcome To My Nightmare, hubiese sido fresco para la banda. Pero el problema principal de Muscle Of Love fue la marcha de Bob Ezrin. No teníamos un capitán; un jefe de equipo que nos mantuviese unidos en un mismo lugar. El disco no tiene personalidad, no tiene el pegamento que une las piezas. Supongo que ya no teníamos dirección y eso hizo que nos volviésemos apáticos. Creo que tendríamos que haber esperado a Nightmare, y haber vuelto a la normalidad. Creo que si hubiésemos tomado un descanso, y luego hubiésemos hecho Nightmare, la banda habría permanecido unida hasta el día de hoy. Lo bueno de todo esto, es que cuando nos reunimos para hacer estas tres canciones, fue como si el tiempo no hubiese pasado. Era como si hubiésemos continuado tocando todos estos años. Es muy fácil trabajar con ellos. Como chasquear los dedos.

Os conocéis desde que erais adolescentes. Dennis y tú incluso desde antes.

No es un tópico, es cierto: somos como familia. Hace cincuenta años que nos conocemos. Afortunadamente, cuando la banda se rompió nunca hubo mala sangre. Nadie insultó a nadie, nadie denunció… Simplemente estábamos exhaustos. Hay bandas que se odian de por vida, nosotros nunca llegamos a eso, de verdad. Nos queríamos demasiado para hacernos daño. Yo nunca podría llevar a Dennis, Neal o Mike a los tribunales, por amor de Dios. Y ellos tampoco harían lo mismo conmigo. Las cosas sucedieron y cada uno tomó su camino.

SERGIO MARTOS

FOTO: ALBERTO BELMONTE

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