John Paul Keith sacó hace apenas dos años un disco soberbio bajo el título Spills And Thrills. En él reflejaba todas sus influencias, y un sonido que se nos antojaba heredero de los clásicos pero con una dosis necesaria de actualidad. Por eso su regreso con The Man That Time Forgot es una noticia que nos hace sentir afortunados. Y más tras unas primeras escuchas de un disco con los mismos ingredientes. Un simpatiquísimo rocker del siglo XXI respondió a nuestras preguntas.
-¿Qué significa ese título tan enigmático, The Man That Time Forgot, para ti?
-Bueno, el título nace de la propia canción. Se inspira en un tema de Willie Nelson que se llama «I’m the memory». Trata sobre un tipo que ha sido olvidado por su ex, pero él no ha cambiado y se siente como una especie de fantasma. No pensé que esa canción pudiera dar título al disco hasta que Bruce Watson, nuestro productor, me dijo que creía que ese debía ser el título porque parecía resumir la idea de que mis canciones están un poco fuera de lugar en la escena musical actual.
-¿Algo que ver con la fotografía?
-No, nada (risas). Ahí sí que no hay nada detrás. Simplemente, es la mejor foto que teníamos. Lo siento (risas).
-Leí en una crítica sobre tu disco que tu sonido sería algo así como rock and roll 2.0 ¿estás de acuerdo con esa definición?
-Es muy difícil para uno mismo describir su propio sonido. Creo que la mayoría de artistas tenemos problemas para eso. Algo de lo que hago es rock and roll pero otros temas no lo son. En general no acabo de ver mucha diferencia entre el rock and roll, el country, el blues, el soul o el pop…Todo acaba siendo lo mismo para mí porque me gusta todo. Lo veo como un crisol de sonidos. Al final acaba siendo sólo música estadounidense.
-Estoy de acuerdo en que hay canciones del disco como «Someone Should Write a Song About You» que parece pop de los 60….
-Así es, aunque también tiene algo de influencia soul. Yo estaba escuchando mucho a Tyrone Davis cuando la hice. Quería grabar algo con acordes más sofisticados a los que usamos habitualmente. La grabé pensando en Charlie Ricj, Dan Penn y en la producción de Chips Moman en From Elvis In Memphis. El sonido de la batería se basó en «You Beat Me To The Punch» de Mary Wells, así que hay algo de Motown ahí. También recuerdo pensar en el «Poor Side Of Town» de Johnny Rivers mientras la grabábamos.
-¿Es tu canción favorita del disco?
-Es muy probable, porque es muy diferente a todo lo que he hecho antes, aunque me encantaría oír a un gran cantante haciéndola (risas).
-Viviste un tiempo en Nashville ¿cambió eso tu sonido?
-No lo creo, la verdad. Cuando vivía allí hacía un tipo de música que no me convencía. No estaba siendo fiel a mí mismo. Cuando llegué a Memphis encontré una banda y un público al que le gustaba la música que a mí siempre me había gustado. Me apoyaban sin pensar si sería un éxito o no. No hay ningún lugar que se le parezca, Memphis es especial. Es una ciudad que valora la excentricidad y a la que no le importa si eres diferente o no nadas en el sentido de la corriente, siempre y cuando lo que hagas sea honesto. También es una ciudad a la que le gusta beber y bailar, estar despierta hasta tarde y eso se refleja en su música. Aunque lo más importante de ella es que allí encontré a mi banda. Son unos músicos fantásticos y lo suficientemente versátiles como para manejar cualquier palo. Pueden tocar cualquier cosa, y no es fácil encontrar a músicos así.
-Pero también viviste en Alabama….
-Esa es una historia curiosa. Tenía un disco editado en Francia con una banda llamada Stateside, peor no podía girar porque realmente no existíamos. Un amigo de Alabama me llamó y me dijo que conocía algunos músicos en Birmingham que podían ayudarme. Así que allí fui. Estuvimos juntos un tiempo y llegamos a grabar, incluso, otro disco pero, después de un tiempo, me desanimé y me sentí frustrado con el negocio. Así que me largué a Memphis.
-Ya que has hablado de ellos y su importancia ¿de dónde sale el nombre de la banda? The One, Four, Fives…
-Es una referencia a la progresión de acordes I-IV-V, que es una de las más simples progresiones que hay, y era una especie de broma. Cuando empezamos la banda, sólo hacíamos versiones de esos temas que seguían esa progresión, nada de canciones originales. Así que nos dijimos “somos la única banda one, four, five, sólo sabemos tocar eso”. No era cierto, pero sí divertido.
-A pesar de eso no sólo hablas de músicos de rock and roll de los 50, también te gustan otros estilos….
-Sí, claro. Crecí escuchando sobre todo la música country, no había rock and roll en nuestro hogar. Un día estaba en una fiesta, a los 16 años y alguien puso a Bob Dylan. Me dejó alucinado. Se parecía mucho a la música country pero era más literario. Empecé a buscar todos sus discos y libros. Así descubrí que era amigo de gente como Johnny Cash. Ellos eran más cool que la gente que se podía escuchar en la radio. Por eso cuando llegué a Nasville intentaron meterme en la historia del country alternativo que ha acabado siendo un fracaso. Se ha convertido casi en un lastre ser asociado a ella. Yo no quería cometer ese error.
-Tienes un montón de proyectos paralelos ¿influye eso en tu música?
-Me gusta tocar la guitarra para los demás. Es lo que realmente quería hacer cuando empecé. Además, creo que es bueno, para cualquier músico, trabajar para otro, para saber lo que es. Tocar la guitarra para Jack Oblivian ha sido muy beneficioso para mí. No sólo por exponerme a su público, sino porque él es un gran compositor y he aprendido mucho. Es un tipo genial para ir sentado a su lado en la furgoneta hablando de canciones.
-Por último, dame una razón para escuchar tus discos…..
-Mmmmmm (risas) ¡Quiere que me muera de hambre? ¡Los guitarristas también tienen que comer tío!
Eduardo Izquierdo