Encuentros

Imelda May, entre la inocéncia y la picardía

¿Cómo habrá Imelda May logrado que tipos como Van Morrison queden encandilado por sus encantos y que veteranos del circuito rock como Jools Holland la apadrinen y se la lleven de gira? Pues fácil. Pillaron al vuelo todo su encanto. Se hechizaron con esa energía que rueda entre lo naif y lo salvaje. Brillantina y guantes de seda. Allí donde el jazz vocal de los grandes figuras como Billie Holiday y Sarah Vaughan, se unen al garrote vil del rockabilly más grasiento, de Cochran o Vincent. Donde el blues más eléctrico del Chicago industrial se enternece con aliños lounge y el country se pega un sopapo con arreglos mariachis.

Se me ocurren una gran variedad de estilos que Imelda usa a su antojo, tejiendo un particular lenguaje que consigue hacer propio. Así es como uno se siente al escucharla. Coordenadas abiertas. Brújula rodando en la tempestad. Imelda en medio. Entre truenos y rayos. Sabiendo cómo romper caderas y cómo desgarrar almas. Y su voz y su banda como un tándem imparable que se bate en todo tipo de peleas. Su primera visita a Barcelona, en la [2] de Apolo, fue un KO en el primer round. Ahora nos visita para el Festival Internacional de Barcelona. Imelda nada en la abundancia y el talento, cualidades que le permiten encajar en cualquier fregado. Ya sea entre la mugre de un pequeño club de rock’n’roll atiborrado de tupes puntiagudos, o entre elegantes trajes de un festival de jazz o en un casino de las Bahamas entre dados repiqueteando y ruletas danzando al son del azar. Imelda sabe estar y sabe triunfar. Los que se la perdieron la primera vez tienen ahora la oportunidad de redimirse. Avisados están. Mientras, sugiero que se pongan cómodos. Siéntense en su sofá favorito y escuchen el bonito ronroneo de un blues añejo. Háganlo mientras leen esta bonita conversación. Y sólo espero que disfruten tanto como lo hice yo.

 

Cuéntame cómo te introdujiste en el mágico mundo de la música

Provengo de un entorno muy musical. Como sabes soy irlandesa y yo nací en la típica familia irlandesa. Es decir, a rebosar de música y danza. Mi tío tenía una banda que llegó a telonear a los Kinks en los sesenta, mi primo también teloneó a Madness años después. En definitiva, había un ambiente muy musical. Mis hermanas, mi padre y yo solíamos cantar mucho en la iglesia cuando tenía unos cuatro años. Allí aprendí mis primeras lecciones con la guitarra. También estuve en un grupo local de voces. El lugar de donde yo provengo, un barrio de Dublín llamado Liberties, era una zona de clase obrera con gente con muy poco poder adquisitivo, así que los niños no tenían mucho que hacer. Para entretenerlos, muchas madres decidieron organizar bandas de música y espectáculos. Todo el mundo colaboraba. Había voluntarios tocando los instrumentos, los padres se encargaban de hacer los escenarios para los músicos y cantábamos para entretener a la gente del barrio. Esto cambió muchas vidas anónimas que encontraron cobijo y un futuro en el negocio del espectáculo. Muchos acabaron trabajando en él, ya fuese de operarios en teatros o en el cine, o cantantes como yo. Más tarde, a los 16 años, empecé a escuchar mucho blues. Mi cuñado era guitarrista y mi hermano estaba muy metido en el rockabilly. Solía robarles toda la música de sus habitaciones. Entré por la vía rápida porque gracias a ellos tuve el camino muy llano. Mi hermano hacia temas para otros. Un día querían probar una voz femenina, decidieron probarme a mi y el resto es historia. Me empezaron a llamar de clubs de blues para cantar. Me tenían que colar porque yo era menor. Allí empecé a cantar delante de audiencias ávidas de música. Empecé a interesarme por el jazz. Y tuve la oportunidad de tocar al lado de grandes músicos con los que aprendí muchísimo. Solían venir a hacer jams después de sus respectivos bolos. Esa fue una gran escuela, sin ninguna duda.

Creo que la primera vez que uno escucha rock es una ocasión difícil de olvidar. ¿Qué fue lo que tú sentiste?

Fue a los 16 años. Me sentí totalmente impactada por la música rockabilly: Gene Vincent, Eddie Cochran, Elvis, Wanda Jackson, Billy Fury, Buddy Holly… ¡vaya energía! Esa música me voló la cabeza. Esa época fue muy excitante. Luego vino Billie Holiday y me dije: ‘’¿Qué clase de mierda es esta?’’. Me pareció algo realmente increíble y me obsesioné con ella.

Recuerdo que el último deseo de Albert Hammond antes de morir fue escuchar la voz de Billie…¿Qué tenía ella que resulta tan imposible de imitar?

Era capaz de tocar tu alma sólo con su voz, aunque fuera un poquito. Y esto te abría las puertas al resto de la música. Pero sin ella, todo lo demás era más difícil de entender. Ella fue la gran dama y una de mis primeras referencias, luego me metí en Chet Baker…

¿Has visto su documental Let’s Get Lost?

¡Es jodidamente triste! Me da mucha pena ver todo ese consumado talento en el nivel más alto de autodestrucción. Como Billie Holiday, que tuvo una vida terrible pero nunca se lo dijo a nadie. Sin embargo, eran capaces de hacer sentir grandes cosas a los demás con su música. Me fascina que gente tan torturada consiguiera transformar todo eso en una gran masa creativa y evocadora de grandes sentimientos.

Recientemente pregunté a Candi Staton si le resultaban creíbles las nuevas hordas de jóvenes cantando soul. Su respuesta fue que la única forma de ser creíble es habiendo vivido lo que cantas…

En parte sí. Pero no creo que para cantar tengas que pasar por una vida desgraciada. Está claro que es más fácil hacerlo si has pasado por ello. Mira Michael Jackson. ¿Cómo narices podía cantar así a los cuatro años? Al final se trata de canalizar todos tus sentimientos hacia el lado correcto para transmitir y hacer que los demás puedan gozar de tu talento. Me acuerdo que, cuando era joven, un día alguien me rompió el corazón y yo estaba absolutamente desolada. Aquel mismo día tenía una actuación y mi padre me acompañaba al club con su coche. Yo no paraba de llorar. Entonces él me preguntó: ‘’¿Alguien te ha roto el corazón?’’. Y yo le dije: ‘’Sí, profundamente’’. Entonces él contestó: ‘’¡Cojonudo, esta noche vas a cantar blues mejor que nunca!’’. Fue cruel pero muy bueno, ahora me doy cuenta.

Vamos a hablar de Love Tattoo. Una de las muchas cosas que me gusta es que empieza con un bombazo. Pienso que un gran disco siempre tiene que tener un primer tema infalible. Cuéntame como nació «Johnny Got a Boom Boom»

Por aquella época yo cantaba con otra banda, los Blue Harlem, y sentía que era el momento de dejarlo y seguir mi propio camino. Estaba aburrida con mi vida y sentía que tenía que avanzar. No paraba de escribir, varias canciones a la vez. Mi cerebro iba a mucha velocidad. Cuando intentaba acabar una ya me venía otra a la mente. Aquel día yo estaba en un club viendo como mi banda hacia la prueba. El contrabajista estaba calentando. Y pude oír la línea de bajo que inicia el tema aunque él no la estaba tocando. Sonaba muy jazzy en mi cabeza. Boom, boom, boom. Me vino así.

Es un tema muy cinematográfico, siempre me lo imagino en alguna película del Hollywood dorado con ese blanco y negro sepia amarrando en nuestras pupilas. ¿Nunca te han propuesto hacer nada para el cine?

Sí, de hecho la van a usar para una película que está a punto de salir y me propusieron que hiciera también otro tema. Es una película británica, Wild Target. Una comedia negra. Vamos a ver como va. Me encantaría hacer más cosas para el cine. En Dublín hay un boxeador que es el nuevo campeón de los pesos ligeros. Es un tipo que se está haciendo muy famoso. Recientemente le arrebató el título a un cubano. Todo el mundo le conoce. Y al final del combate pincharon «Johnny Got a Boom Boom». Mi hermano estaba allí y me llamó excitadísimo: ‘’¿Escuchas esto?’’. Me sentí realmente orgullosa.

¿Cuáles son tus películas favoritas?

Adoro el cine. Me encanta Bette Davies. Adoro a una actriz de los años veinte, Norma Shearer. Fue una actriz avanzada a su tiempo, que supo transitar del cine mudo al sonoro. Y, aunque eso era realmente difícil, lo consiguió. También adoro la película The Quiet Man, con John Wayne y Maureen O’Hara. Es muy famosa en mi país. La rodaron en Irlanda y alucino con las actuaciones y la fotografía. Es un gran clásico. Me flipan las viejas películas de mafia, y el cine de serie B de los cincuenta y sesenta. ¡Ah! Y adoro una película que está basada en un libro de Stephen King. Se llama The Mist. Nadie lo sabe, pero Tom Waits tiene un pequeño papel.  

Explícame cómo fueron las sesiones de grabación de Love Tattoo.

Lo disfruté muchísimo. Pero hace ya dos años que lo grabé. Justo ahora acabo de terminar la grabación de mi próximo álbum. Estoy muy orgullosa de Love Tatoo porque no lo quería ninguna discográfica, así que decidí hacerlo yo misma. Había hecho un álbum antes titulado No Turning Back pero tan sólo había tres temas originales y el resto eran versiones. Lo produje todo yo y me sentí muy feliz del sonido que conseguí. Lo hicimos muy rápido. Este álbum nuevo lo he disfrutado mucho más porque lo he grabado con el apoyo de Universal y he tenido más tiempo para dedicar a las sesiones. También lo he producido yo. Seguramente saldrá a finales de año. Estoy ansiosa de que todo el mundo lo escuche.

Los tatuajes puede que últimamente hayan perdido pedigrí, pero no dejan de ser algo que es para siempre. ¿Quisiste trasladar al oyente este aroma a clásico? ¿Esa intención de perdurar a través de tus canciones?

No, me temo que no. Una de las canciones se llamaba así, y decidí titular igual el álbum porque me gustaba. Yo no llevo ningún tatuaje. ¡Soy una rebelde! Para mi llevar uno es algo muy importante y no sé si podría decidirme. Mi marido lleva un montón de tatuajes, pero a mi me cuesta encontrar un motivo lo suficientemente importante. De todos modos, la canción nació un día que estaba en una tienda de artículos de segunda mano; encontré un broche de plata con un corazón atravesado por una flecha y una pequeña inscripción al reverso. Me encantó, así que le dediqué esa canción.

Tu música es un tren perfecto a los viejos tiempos, donde se mezcla el blues, el jazz y el rock con habilidad. ¿Qué necesitas para inspirarte?

La inspiración proviene de las cosas que amas. No te das cuenta y de golpe viene. Es epidérmico. A base de escuchar mucho a los maestros. Los clásicos. Sin darte cuenta desarrollas una habilidad para crear la música que más te gusta y sin quererlo desarrollas tu propio lenguaje.

Bandas como la tuya, Kitty, Daisy & Lewis, o incluso Richard Hawley son tildadas por la prensa de bandas retro. ¿Te molesta ese término?

No. En mi opinión, lo que intento es capturar ese espíritu retro desde una óptica contemporánea. No me gustaría parecer demasiado nostálgica. Yo creo que dentro de la masa rockabilly hay dos tipos de personas, los que me adoran y los que me odian. Los que me detestan consideran que mi música no es suficientemente pura. No me importa. Escríbelo en letras grandes: estoy orgullosa de que me etiqueten como retro. Durante años los medios han ignorado la música rockabilly y yo no podía entender porqué. Pinchaban country, punk, reggae, ska, música mod… ¡pero nada de rockabilly! Ahora parece que esto está cambiando un poco y, si con mi música puedo ayudar a que algunos jóvenes se interesen por el rock’n’roll, ya me siento enteramente satisfecha.

Has compartido escenario con nombres tan importantes como Van Morrison, Jules Holland… ¿Qué has aprendido a su lado?

Buena pregunta. Con Van Morrison estuvo muy bien. Nunca coincidí personalmente con él, pero sí con su banda, que son unos tíos encantadores. Pero lo vi observándome desde un lado del escenario y por lo que me dijeron no suele hacerlo mucho. Después del bolo preguntó quien era mi guitarrista. ¡Y yo me dije: ‘’¡Manos fuera, prohibido tocar!’’. El guitarra es mi marido, así que le pregunté: ‘’¿Me dejarías por Van Morrison?’’. Y él contestó: ‘’Por supuesto, ¡sin pensármelo dos veces!’’. Jules Holland es harina de otro costal. Ha sido muy bueno conmigo. Me ha permitido girar mucho con él y a través de esas giras me han pasado cosas realmente buenas. Mi fichaje con Universal vino después de uno de esos conciertos. Alguien nos vio tocar con Dave Priseman, nuestro trompetista, y nos pidieron que abriéramos para los Specials en su concierto en Londres. También Jeff Beck nos pidió que le teloneásemos. Me han pasado muchas cosas buenas al lado de Jules.

Andreu Cunill.

Foto: Almudena Eced 

Publicado en Ruta 265, noviembre 2009.

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