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Vulvarine – Sala Groove (Portugalete)

 

Aquí siempre apoyaremos los conciertos de sala pequeña, esas citas incluso entre semana en los que se reúne medio centenar de personas dispuestas a rockear y descubrir grupos que se dejan el alma girando sin tener el eco de otras formaciones.

Y este es el caso de Vulvarine, cinco austríacas que parecían salidas de cualquier tugurio de Sunset Blvd, por las pintas, la actitud y la ilusión. Lo dicho, apenas cincuenta valientes para acercarse en una tarde lluviosa a una sala alejada del centro de Portugalete en una liturgia repetida, porque ya se sabe donde hay que ir para descubrir esos grupos que lo dan todo encima de un escenario cuando, cómo y delante de quién sea.

¿Lo mejor de Vulvarine? Su desafiante juventud. ¿Lo peor? Quizás eso también. Se notó al comienzo del concierto una falta de empaque y ciertos nervios, amén de un sonido algo bajo y titubeante. Pero con el paso de los temas (ojo, que tocaron sin telonero, algo que puede llegar a ser un hándicap) se sintieron más cómodas.

Cuatro de ellas vestían camisetas de Metallica, Gluecifer, Iron Maiden y Slayer, y la restante de luto rockero riguroso. Nos tenían ganados con ello ya, vislumbrar brotes de esperanza y juventud rockera siempre eleva el espíritu. Su mezcla de hard rock, glam, punk y metal, con dejes angelinos y escandinavos es una buena carta de presentación. Y siendo todo féminas era imposible no pensar en las Bangles, Runaways, The Donnas… vamos, las que abrieron camino.

“The drugs, the love and the pain” para empezar, uno de los diez temas de su último trabajo (“Fast lane”, título de la gira) que sonó casi al completo (sólo se dejaron una canción fuera) y mejor el segundo, “Good time”. Y de ahí en adelante mejorando lentamente, aunque varias canciones sonaron muy parecidas. Eso sí, cuando le metieron más metal al asunto la cosa se elevó con los riffs de “Dark red”, la intensa “Polly the trucker” o “White pricks”, con un cuidado juego de coros de todo el grupo al unísono. La versión de Modern Talking de “Cheri cheri Lady” sonó divertida y acelerada, y para el final lo mejor, con tres temas consecutivos como “Heads held high”, “Randy haze” y quizás el mejor de la velada, “Rock bottom”.  Lograr que la gente se vaya con un buen recuerdo, haciendo cola en el puesto de merchandising (por cierto, todo muy bonito y atrayente, tanto lo musical como lo textil) es también un punto de veteranía. Grupo a seguir porque a medio plazo darán que hablar para bien, seguro.

Texto: Michel Ramone

Fotos: Sergio Martínez

 

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