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Prison Records Party Vol.1. – Upload (Barcelona)

Faze

Las enciclopedias señalan que el origen de los festivales en formato club se remonta a los años 50, cuando, al margen de cualquier rigidez estilística, varias bandas o artistas se presentaban para expresar libremente sus ideas, experimentando sin tapujos, con libertad para expresarse, y con el tiempo, dando origen a nuevos géneros.

Estos se exponían de forma directa, favoreciendo una conexión cercana con el público. Afortunadamente, varias décadas después, ese formato se ha fortalecido y, por suerte, se manifiesta de manera muy heterogénea.

Un ejemplo evidente es el Prison Records Party Vol. 1, donde disfrutamos de un despliegue sonoro difícil de encasillar dentro de lo establecido. Por el contrario, se sitúa en lo alternativo, contestatario o incluso subversivo. En este contexto, no importó que las bandas estuvieran separadas entre ellos por casi seis mil kilómetros ni que tuvieran diferentes formas de transmitir su mensaje.

Los Yolos

La segunda jornada arrancó por la vía rápida con The Caries Company (Alicante): punk al estilo de caricatura hecha a mano alzada, simple y fugaz. Los Yolos (Barcelona) ofrecieron una versión mejorada de su mirada a la movida. Quizás algo domesticados, pero más trabajados, comenzaron de forma dubitativa. Sin embargo, con temas como “Controlo” o “Dinamismo del Amor”, y letras entrelazadas que nos recordaron: “que mi gente y tu mente se encuentran en el puente…”, todo se puso en su sitio. Sistema de Entretenimiento (Mollet del Vallès) fueron puro divertimento, enfocados en la mínima expresión. Aunque parecía que tocaban constantemente el mismo tema, esa mezcla de Camela, Parálisis Permanente y la música del videojuego Out Run mantuvo a todos en un ritmo alto, con gritos de “¡hijos de puta!” incluidos.

Sistema de entretenimiento

Triple Ente (Alicante) abrió la veda para las bandas enfocadas en el sonido de guitarras. El trío no logró encajar bien sus piezas y sonaron algo desconectados, tanto entre ellos como con el público. Prison Affair (Barcelona), directores artísticos del evento y héroes locales, vieron cómo su escenario se llenaba en exceso de seguidores que querían formar parte de la experiencia. Para mi gusto, demasiados, lo cual impidió centrarse en lo musical. Aun así, no fallaron, y lo evidenció un hit como “Isolation”. Enemic Interior (Barcelona) aplicaron un death rock punzante, muy trabajado, con textos introspectivos en catalán. Musicalmente cohesionados y muy dinámicos, fueron posiblemente la banda que mejor sonó de la noche.

Cuando ya habíamos sobrepasado la medianoche por más de una hora, otro trío, Liquids (Indiana), dejó su poso punk con influencias de rock clásico, evidenciando sus orígenes con un sonido que parecía sacado del garaje de cualquiera de esas casas al estilo americano. Se acompañaron en el bajo por Álvaro, de Prison Affair, quien aportó su toque personal. Faze (Montreal) arrancaron con una abrasiva versión de “Rockin’ in the Free World”, que enlazaron con un tema de su lado más hardcore, rematado por su hiperactivo cantante con un solo de trombón tenor. Con esa carta de identidad, poco más hay que añadir, salvo que la intensidad fue en aumento hasta finiquitar su show entre acoples.

Liquids

Pero si en los párrafos anteriores hacíamos referencia al apartado estrictamente musical, sin duda uno de los puntos fuertes y esenciales del evento fueron los asistentes. Un valor añadido a la heterogeneidad mencionada anteriormente.

Como veterano infiltrado, y tras un rápido estudio antropológico de las nuevas generaciones que me rodeaban, estas definían y revelaban por sí solas la cultura del festival. Ya fueran los de cara tatuada, los clones de Sid Vicious, los de permanente capilar, los de camisetas cortadas por la cintura, o aquellos con un outfit entre repartidor de mensajería y testigo de Jehová, todos y cada uno representaron sus propios patrones de conducta y disfrutaron del ambiente.

Un disfrute que posiblemente se alargó hasta casi el despunte del sol, y que, al levantarse al día siguiente con la correspondiente resaca, ya los tenía pensando en el Prison Records Party Vol. 2.

Texto: Oscar Fernández Sánchez
Fotos: Horacio Álvarez Naranjo

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