Realmente estábamos ante dos nombres esenciales de la música de raíces americana (bueno, Case también con su gran momento vinculado al power-pop en Nerves o Plimsouls). Se han unido en esta celebrada gira acústica exclusiva. Tanto los menos habituales a conciertos, como los más curtidos, sabemos de la gran dificultad y amplio mérito de saber retener la atención del público, sólo, a base de acústica, voz y… muy buenas canciones.
Ya les habíamos catado a ambos en este formato por separado y habíamos disfrutado. Especialmente de un Peter Case que se mueve como pez en el agua, ahora que no se hace más que hablar de nuevo de la Dana por su aniversario.
El buen humor también estaba garantizado y arrancó Sid Griffin jugando con la canción de los Teletubbies. Pronto nos entregó dos buenas canciones del nuevo disco de Long Ryders, previsto para comienzos del 26. Sobre todo la segunda, ganará con banda dado su espíritu más rockero. Se marcó algunos buenos punteos y emocionó con su ‘Gonna Carry Me Home’ y algún otro clásico de Long Ryders, así como tocando un tema tradicional folk del siglo XVIII.
Se divirtió tocando la guitarra al estilo B.B. King y acordándose también de Bob Marley. Bien es cierto, que como ocurre otras veces en solitario se extiende demasiado con sus parrafadas, no siempre graciosas y, a veces, difíciles de seguir para la gran mayoría. Hacia el final cogió la mandolina para regresar a sus temas más bluegrass junto a The Coal Porters, culminando con esa hermosa, y siempre divertida ‘The Day The Last Ramone Died’ y recordando como los descubrió en su día y se hizo con su disco en blanco y negro. Sí, el insuperable debut homónimo.
La velada mejoró ostensiblemente con la llegada de un Peter Case sensiblemente mejorado de salud y de volumen desde su anterior visita que, curiosamente, no recordaba, aunque sí otra con The Plimsouls en el milenio pasado. Eso sí, luego en el concierto sí nos recordó una buena y divertida anécdota de dicho concierto en el Colegio de Abogados. Comenzó en clave blues que es algo que le encanta, sobre todo, cuando toca en solitario. Sorprendió, para bien, con la segunda canción, la estupenda ‘Underneath The Stars’ que emocionó al gran fan Josemi, que la cantó con él prácticamente a dúo.
También estuvo muy parlanchín, pero se encajó todavía mejor y nos hizo también reír. Así se acordó de su buen tema junto a Richard Thompson o defendió porqué a tantos músicos les gusta Bob Dylan en su país. Al parecer, casi todas las madres ponen al de Minesota a sus vástagos cuando están formándose. ¡Ojalá hicieran algo de eso por estos lares! Regresó hasta a su primer disco en solitario y nos deleitó para él con la primera de sus armónicas. Aceptó peticiones como el buen country blues ‘How Many Times’. Nos vaciló sobre algún arresto que tuvo y cómo le salvó ser miembro de The Plimsouls.
Nos encantó a capela (bueno, con el poco, pero entusiasta público, unido a él cantando), pero soplando armónica y dando y pidiendo palmas con el ‘Somebody Told The Truth’ de su destacado “Wig!”. Emuló a Dylan, pero también al blues de los Rolling Stones, y de Mick en particular. Con la guitarra de 12 cuerdas todavía estuvo mejor aún y brilló con la emotiva, también muy coreada, ‘Ain’t Gonna Worry No More’ con muchos ecos al mejor Steve Earle en solitario.
Se unieron los dos para la traca final con un estupendo momento combinando góspel y country antes de finalizar con una muy apropiada ‘I Dreamed I Saw St. Agustine’ del estupendo “John Wesley Harding” del adorado por ambos, Dylan. Pena el escaso público asistente, quizás por el BIME, pero al menos pasaron un buen rato y nos lo hicieron pasar y vendieron y firmaron unos cuantos vinilos. ¡Hasta la próxima, pareja!
Texto: Txema Mañeru
Fotos: José Mari Castellanos
