
Yo no sé a vosotros, pero a mí me sigue durando el calentón. Eso es All Them Witches en directo. Una banda que incita, que te excita con cada tema. Un viaje lisérgico cargado de erotismo donde el cuarteto hace contigo lo que quiere sin dar explicaciones.
La voz rasgada de Charles Michael Parks Jr, la potente pegada de Christian Powers y la guitarra atronadora de Ben McLeod provocan una sensación que uno nunca querría quitarse. Con esa mezcla de elegancia y contundencia tan difícil de conseguir en esto de la música y que All Them Witches domina a la perfección, convirtiéndonos a todos en sumisos.
Tampoco hay que engañarse: por mucho que lo adornen con psicodelia y efectos, All Them Witches no deja de ser un grupo de blues. Unos integrantes que han mamado la música sureña al nacer y crecer en esa maravilla que es Nashville. Y es aquí donde reside el gran secreto no solo de este formidable conjunto, sino de la música actual: no hace falta ser original porque ya está todo inventado, solo hay que tener buen gusto para copiar influencias. Y es en el buen gusto donde All Them Witches supera de largo a casi todos sus coetáneos.

Da igual que “When God Comes Back” sea el “Black Dog” de Led Zeppelin o que las largas partes instrumentales evoquen a los Sabbath o a Pink Floyd. A Grateful Dead o incluso a Fleetwood Mac. All Them Witches tiene un estilo propio labrado con el paso de los años, ha sabido explotar a la perfección su esencia y ha logrado seducir, de la forma más sensual posible, a cada uno de los fans que ha llenado toda sala en la que han tocado en esta gira europea.
Han pasado varias horas del concierto y aún no salgo del hechizo. Ya me pasó algo similar tras verlos cerrar el Azkena del año pasado, pero esto ha sido mucho mejor. Porque All Them Witches es un grupo de sala y también porque tener a Elder teloneando provoca que llegar a este estado sea mucho más sencillo. Siempre me quejo de la gente que escribe crónicas únicamente para aquel que ha estado en el concierto, pero tras lo de anoche tengo que envainármela, porque hay crónicas que se escriben solas y otras que es imposible redactarlas sin vivirlas. Supongo que esta es de las segundas. No lo sé, quizás. Ya lo pensaré cuando me vuelva la sangre a la cabeza.
Texto: Borja Morais
Fotos: Salomé Sagüillo






