
Los retrovisores dicen adiós a los estudios de grabación con un EP de despedida que aúna todo su imaginario sonoro preñado de ecos sesenteros, música del alma y arraigo Rocksteady.
A punto de cumplir sus primeras dos décadas de andadura, los paladines del sonido Joanic se despiden de los estudios de grabación con un EP, Cambio y corto (Magic Mountain), en el que dan rienda suelta a su gusto por el Soul y el Pop ibérico de sabores sesenteros. Producido por José Contreras, el artefacto contiene cuatro canciones que incluyen un cierre de círculo, en el que retornan a sus orígenes ligados a la música jamaicana. No es un adiós, sino un hasta luego. Un nos volveremos a ver, sí, pero a partir de ahora sólo en la pista de baile.
Hablamos con su cantante e ideólogo, Víctor Asensio.

Cambio y corto representa un punto y aparte en la trayectoria de Los Retrovisores, a punto de cumplir vuestros veinte años de andadura desde que la banda se formara sobre las cenizas de The Cutties. ¿Por qué ya no vais a grabar más material nuevo?
Grabar con Los Retrovisores siempre ha sido un proceso exigente: requiere tiempo, recursos y energía. No se trata sólo de componer canciones, sino de coordinar a diez músicos, hacer arreglos, armonizar, ensayar… Además, nos gusta implicarnos en la producción y mezcla del disco, en pensar un videoclip que esté a la altura de los anteriores, coordinar los conciertos de presentación y ocuparnos de toda la producción. Nunca hemos tenido agencia ni mánager, así que todo recae en nosotros. Y en el escenario, salvo enfermedad insalvable, no hay mercenarios: somos un grupo de amigos que hace música, no al revés. No somos una banda al uso y eso también nos ha dado muchas alegrías, aunque tenga un precio en dedicación.
La mitad de la banda ya no vive en Barcelona, y aun así hemos conseguido sacar adelante este EP después de más de dos años de trabajo, poniéndole, eso sí, la cabeza cono un bombo a José Contreras, nuestro técnico y productor actual.
Además, aunque nos encanta la música antigua, no somos ajenos a lo que pasa en 2025.
¿A qué te refieres?
Estamos viendo lo que ocurre con la inteligencia artificial: hoy se puede generar en minutos una canción que suena increíble. Eso te hace reflexionar sobre si todas esas horas de estudio tienen sentido más allá de la autosatisfacción y de poder defender después las canciones en directo. La portada del EP, obra de Kity Kr, precisamente hace referencia a ello. Es un tema que nos preocupa y sobre el que pensamos que no se está reflexionando lo suficiente.
Por eso, creo que no hablamos de una decisión drástica, sino de un proceso natural y coherente con nuestras circunstancias, nuestras vidas y los tiempos que vivimos. Nuestro último EP fue en 2018, así que no es algo repentino. Lo seguimos pasando bien juntos, seguiremos tocando de vez en cuando en cosas que nos hagan ilusión, pero ahora mismo, y pese a que la grabación ha sido muy divertida y estamos encantados con el resultado final, creemos que, con toda probabilidad, no volveremos a entrar en un estudio de grabación como los Retrovisores.

¿Y qué pasará cuando penséis nuevas canciones? ¿Adónde van a ir?
Para nosotros, hoy en día, hacer canciones es un divertimento. Hace 15 o 20 años era una necesidad vital: cuando teníamos una buena o mala experiencia, cuando nos rompían el corazón o simplemente había algo urgente que sacar, las canciones eran nuestra manera de desahogarnos. Muchas nunca vieron la luz y quedaron en maquetas que estarán a saber dónde. Las letras también dependían mucho de quién era el referente en cada etapa: Alma y Pisotón estaba más en la onda Bruno Lomas, mientras que el Sonido Joanic miraba más hacia Héctor Lavoe. Las composiciones siempre han estado atravesadas por lo que escuchábamos en cada momento.
Con Pere, por ejemplo, tenemos cuatro versiones de Pau Riba; llegamos a probar, sin mucha suerte, unos temas de early Reggae influenciados por Bach. También hemos hecho intentonas en géneros muy lejanos a lo que hacemos con Los Retrovisores, y en ocasiones las grabamos simplemente para echarnos unas risas con los colegas.
Muchos miembros de la banda tocan o han sido parte de otros muchos grupos como The Cabrians, Penguins, Tecnicontrol, La Rauxa, Testarudes, Flight 404 y un largo etcétera. Algunos estamos en las gradas del fútbol, hemos llegado a componer canciones para formaciones políticas afines cuando se nos ha pedido y el momento lo requería… Y, a veces, con Leo, quedamos en casa para tomar algo y sacamos la guitarra: enseguida aparecen melodías, líneas de coros o vientos. Es algo que fluye solo. Así que, por un lado o por otro, tengo la sensación que las canciones seguirán saliendo.
Hace quince años salía vuestro primer disco, La nostalgia ya no es lo que era. ¿Qué dirías que ha cambiado entre los Retrovisores de aquel momento y los del presente? ¿Hay algo de nostalgia, cuando miras hacia aquella época?
Aunque ahora mismo estoy en mi mejor momento vital, tener nostalgia de la juventud es inevitable. Cuando éramos jóvenes vivíamos todo con una intensidad mucho mayor: militábamos en lo sixties casi de forma religiosa. Hacerse mayor es aprender a relativizar muchas cosas, y la identidad es una de ellas. Al menos, en nuestro caso.
En cuanto a los cambios, creo que la frase popular “el joven porque no sabe, el viejo porque no puede” describe bastante bien nuestra evolución. Hace más de 15 años, en la época de La nostalgia ya no es lo que era, las cargas familiares eran menores, ninguno en la formación tenía hijos, nuestros trabajos eran menos exigentes… y esa militancia tan intensa nos permitía estar mucho más centrados en la banda.
Por el contrario, creo que musicalmente se nota el cambio: entonces teníamos menos conocimiento, menos referentes y tocábamos claramente peor. Las guitarras de La nostalgia…, por poner un ejemplo, son prácticamente inexistentes porque no supimos mezclarlas y quedaron muy bajas. En cambio, cuando en Alma y pisotón subimos las guitarras e incorporamos el fuzz, eso nos abrió muchas puertas. ¡Al final, la gente es muy guitarrera!

Con Sonido Joanic, vuestro segundo –y hasta la fecha último– álbum, el salto cualitativo era evidente. No te escondo que los que os seguíamos estábamos esperando un tercer LP que representara otro salto comparable a aquel. ¿Podemos decir que ya no había más saltos que dar? ¿Que Los Retrovisores ya han dado lo mejor de lo que podían dar?
En lo musical creo que siempre nos hemos ido superando. Puede que cuatro canciones sepan a poco, pero también te permite dedicarles más cariño, tanto en la producción como en la promo. Con un LP siempre queda un punto agridulce: te curras 10 o 12 temas, pero al final sólo uno o dos pueden ser single, los que verán la tele o sonarán en la radio. El resto se entierra y eso siempre fastidia. En Sonido Joanic grabamos nuestro único tema en catalán. Una versión de One way street de the Jigsaw que titulamos El carrer d’un sentit. Me he quedado con la espina clavada de no haber hecho más canciones en catalán. Tenía una letra bien guapa para hacer una cover de No milk today de Hermans Hermits que no creo que salga ya.
De todos modos, Los Retrovisores nacimos con un techo claro: somos una banda de nicho, en el mejor sentido de la palabra. Y aun así hemos conseguido muchas más cosas de las que nos propusimos, incluso más de las que un día hubiéramos podido soñar. Por eso no sentimos que nos falte dar “otro salto” más: lo que nos queda ahora es seguir disfrutando juntos del camino, tocando cuando nos apetezca y celebrando lo que hemos construido juntos.
Para este EP de despedida de los estudios de grabación os ponéis en manos de José Contreras en vez de confiar en el habitual tándem formado por Mike Mariconda y Marc Tena. ¿A qué se debe?
Guardo muy buen recuerdo de los días con Mike y Marc, hicimos un gran trabajo juntos y aprendimos mucho a su lado. Con Marc incluso grabamos una maqueta no editada en 2006. Pero en la grabación de Desmelene en el quinto, de 2018, se notó que estábamos en momentos distintos: nosotros vivíamos las grabaciones como una fiesta y ellos tenían tanta demanda en el estudio que iban más a piñón. El resultado fue bueno, pero no disfrutamos tanto esa grabación. A veces el proceso es tan o más importante que el resultado final. Tampoco hemos repetido con Ultramarinos que era el estudio donde masterizábamos.
En este EP nos lo ha hecho todo José Contreras en el Panorama Studio de Sant Climent de Llobregat. Trabajo cada día con él en la Sala Upload. Es una persona muy paciente y hemos podido trabajar el proceso con la calma que queríamos. Confío mucho en su criterio y estamos encantados con el resultado: suena totalmente a Retrovisores, pero con un punto más moderno, justo lo que buscábamos.
Si algún día volviéramos a grabar, repetiríamos sin duda con él.
A la vez, Cambio y corto aúna en sus cuatro canciones todas las influencias que os han ido caracterizando durante estas dos décadas: el Soul, el Pop de los 60, quizás un poco de Garage y esos compases jamaicanos de Te quieres marchar que casi podríamos decir que cierran el círculo.
Sí, hay un poco de todo, de todos los géneros que nos apasionan. En este EP nos ha faltado un tema de Soul que también teníamos empezado, pero al final preferimos dar paso al Rocksteady de Te quieres marchar, que cierra el siete pulgadas.
La mayoría de los miembros de Retrovisores veníamos de la escena Ska y Reggae, que en los 2000 estaba a tope en Catalunya, y nos hacía ilusión grabar un Rocksteady. Puede parecer un cierre que suene a despedida, pero en realidad la letra nació hablando de alguien que se va de una fiesta y a quien le pides que se quede un rato más.
Pensar que empezamos y acabamos nuestra discografía haciendo reggae, es decir que el final es también un principio, nos pareció muy Quadrophenia: una metáfora divertida y un cierre bastante redondo.
Además de como frontman de la banda, como co-impulsor de un sinfín de iniciativas a través de la sala Upload, desde el Gam-Beat hasta la BCN Psych Fest, estás en contacto con un montón de públicos distintos. ¿Cómo dirías que ha evolucionado la noche en Barcelona? ¿Cómo hacer frente a la carestía de espacios para que músicos puedan seguir desarrollando su carrera en la ciudad?
El tema daría para una entrevista entera, pero resumiendo: tengo la sensación de que la noche en Barcelona es infinitamente más segura y respetuosa que cuando yo empecé a salir a finales de los 90. Sin embargo, desde ciertos sectores se intenta mostrar lo contrario por interés, y eso propicia que muchos jóvenes se resguarden en casa tirando de Netflix, la Play o Twitch.
Vivimos en una ciudad maravillosa y eso ha atraído turismo masivo y más recientemente a muchísima gente que trabaja en remoto. Esa presión ha disparado los alquileres y ha expulsado a muchos jóvenes fuera de Barcelona. Los que se quedan, a menudo disponen de menos recursos para poder disfrutar de clubs y conciertos.
Salir cuando los de nuestra quinta éramos jóvenes era mucho más barato…
Sí, y la sobreexposición de los móviles tampoco ayuda: veo menos efervescencia colectiva, menos disfrute del momento y, en cambio, más postureo y menos autenticidad. Hay un interés excesivo en salir divino y se evita el riesgo de aparecer en un storie ajeno del revés. Y a eso se suma la proliferación de reservados en discotecas, a los que nos oponemos radicalmente porque jerarquizan espacios que antes eran horizontales.
El otro gran problema es el exceso de normativas, que a menudo matan iniciativas. Al final, el descanso de cuatro vecinos puede pasar por delante del disfrute de centenares de personas que también trabajan y viven en la ciudad. En la última década se han cerrado muchas salas pequeñas y no se han permitido abrir nuevas, mientras se multiplican los macroconciertos y grandes festivales.
Dicho esto, hay un aspecto en el que sí hemos avanzado mucho: el respeto hacia las mujeres y las disidencias, y su presencia y liderazgo en los escenarios. Es una batalla que se juega día a día, pero en los últimos años han aparecido iniciativas potentes. Hay mucha más conciencia y camaradería al respecto, y eso es una gran noticia.
Por eso creo que revitalizar escenas y dar soporte a nuevas iniciativas desde una óptica transformadora del ocio —en una ciudad con la mirada puesta en los macroeventos, hiperregulada y a menudo con poco aprecio por lo local— puede no ser fácil, pero es un reto excitante.
Desde luego que sí lo es. ¿Alguna cosa que creas que cabe añadir? ¿O que desees añadir?
¡Sí! Nos vemos en la pista de baile
Texto: Alberto Valle






