Tras siete años sin publicar un disco, The Living End regresan con I Only Trust Rock and Roll, y un servidor lo recibe con entusiasmo. En Ruta 66 siempre hemos sentido predilección por esos sonidos crudos que mezclan el rockabilly y el punk —esa tensión entre el contrabajo agresivo, la guitarra punzante y la urgencia del punk, resonando con reverberación justa—, y aquí ese espíritu late con fuerza renovada. Chris Cheney, líder absoluto de la banda, afirma en Rolling Stone Australia que para este disco “teníamos que volver a hacer un gran disco de rock and roll agresivo”, descartando lo innecesario para centrarse en lo esencial.
Aquí no hay florituras vacías: los riffs se afilan, los coros se clavan y la batería no da tregua. Cheney cuenta que reescuchar los primeros discos les sirvió para “aprender de nuevo cómo tocaba esas partes de guitarra” y refinar lo que hace esencia suya. Aunque lo mejor de I Only Trust Rock and Roll son esos momentos en los que la urgencia sonora se entrelaza con la reflexión personal y social, algo muy de este momento actual en la industria. Canciones como «Rain the Parade», «Private Hell» o «Strange Place» son un buen ejemplo de ello.
Y no es este un disco perfecto ni innovador desde el punto de vista formal, pero sí honesto, visceral y vibrante. Aunque eso es lo que se busca de una banda como esta. Por eso no es casualidad que la crítica hable de ellos, señalando que este es uno de sus trabajos más cercanos al espíritu del disco debut, tanto en energía como en urgencia. Y es que no es extraño que alguno llegue a transportarse a 1998 sin necesitar ningún tipo de descompresión.
EI






