El nuevo disco de Joshua Hedley, All Hat, es toda una fiesta de baile tejana. Un homenaje descarado y sincero al Western Swing de toda la vida, ese que hacía moverse a la gente en los honky tonks. Desde que apareció con Mr. Jukebox, del que dimos buena cuenta en nuestra sección Hay un nuevo forastero en la ciudad, ya dejó claro que era un tipo enamorado del country clásico, pero aquí va un paso más allá. Con la ayuda de Ray Benson (de Asleep at the Wheel) en la producción, Hedley pule el sonido – que estamos en pleno siglo XXI- sin quitarle ni una pizca de autenticidad. Violines, steel guitar, piano y clarinete se mezclan para dar forma a un disco que suena añejo y fresco al mismo tiempo, como si el pasado y el presente se dieran la mano, ¿dónde? en la pista de baile.
Entre las canciones que más brillan está la inicial «All Hat (No Cattle)», en la que se ríe de sí mismo y de todos esos cowboys de escaparate que presumen más de sombrero que de oficio. Disparando a la línea de flotación de Nashville. Luego llegan joyas como «Hedliner Polka», un instrumental que huele a salón, a cerveza fría y a neo western de los hermanos Coen, o «Fresh Hot Biscuits», puro ritmo contagioso, imposible de escuchar sin mover los pies. Hay humor, hay nostalgia, y sobre todo, hay un respeto enorme por la tradición sin caer en la caricatura, aunque sin olvidar tampoco la ironía.
Con All Hat, Joshua Hedley demuestra que es mucho más que un simple revivalista del country, que ha conseguido definir un estilo propio, capaz de rendir tributo a los viejos maestros y al mismo tiempo que su disco suene a música de este siglo ¿Contradictorio? Puede ser. Como todo en la vida. Un disco pensado para disfrutar sin prejuicios: para ponerse el sombrero, abrir una cerveza helada y dejar que tu cintura y tus pies hagan el resto.
Eduardo Izquierdo






