
Los canadienses The Dead South regresan a nuestro país el próximo marzo con tres fechas que prometen poner patas arriba los escenarios de Madrid (La Riviera, día 26), Valencia (Auditorio Roig Arena, día 28) y Barcelona (Razzmatazz, día 29). Tres citas con un grupo que ha convertido el banjo, la mandolina y el contrabajo en armas de destrucción masiva (musical).
Desde que en 2012 irrumpieran en las praderas del folk con sus trajes, tirantes y esa pinta de cuadrilla salida de un western tarantiniano, The Dead South han hecho del bluegrass mutante y salvajemente contemporáneo su bandera. No les interesa la reinvención constante, sino el perfeccionamiento de un sonido propio, una mezcla de americana, country, folk y western con humor negro, precisión instrumental y una actitud que bebe tanto del punk como del espíritu fronterizo.
Su tema “In Hell I’ll Be In Good Company” —esa pegajosa y siniestra tonada que se ha convertido en himno— supera ya los 455 millones de visualizaciones. Pero el éxito no les ha domesticado: siguen fieles a su estilo, cantando sobre asesinatos, traiciones, fantasmas y redenciones imposibles, siempre con una sonrisa torcida y un brillo de peligro en los ojos.
Con su cuarto álbum, Chains & Stakes, y el reciente single “Joey” (una versión a su manera de aquellas petardas llamadas Concrete Blonde), el cuarteto vuelve a demostrar que el bluegrass también puede sonar insolente y sexy. Su directo —una mezcla de precisión quirúrgica y desmadre controlado— es pura dinamita.
Texto: J.F. León






