
En marzo de 1986 Steve Earle debutó con el álbum Guitar Town, que también daba nombre a una de las canciones del LP. Años después, unos muchachos en Cantabria grabaron una versión de dicha canción, tema que les gustaba y además existía ese halo de devoción por el cantautor norteamericano.
La canción decía entre sus versos: Now I’m smokin’ into Camargo* with the hammer down / And a rockin’ little combo from the Guitar Town, y como en las películas del oeste, Hendrik Röver estableció su poblado en el norte. Aunque en un principio el nombre del estudio de grabación fuese circunstancial, finalmente “La ciudad de las guitarras” definía a la perfección la filosofía que allí se imparte.
La tarea de Röver es un oficio que, lejos de la locura de los tiempos, no espera hasta pertenecer al recuerdo de los tiempos. Los estudios de grabación para un músico deberían ser centro de peregrinaje, al igual que los productores una suerte de emisarios o apóstoles con los que llegar a dar la mejor de las formas a las canciones. Sin embargo, no solo con sus propios proyectos el alemán ha lanzado su mensaje.

Por los muros del estudio han pasado bandas como The Soul Jacket, Chick Tones, Soul Gestapo, Óscar Avendaño y un largo etcétera, incluidas bandas internacionales como Bravo Johnson. El lugar no es un santuario al que peregrinar en busca de música americana, para eso existen bares y salas de concierto, Guitar Town es donde el sonido americano enraíza con la creatividad de unos músicos devotos por los clásicos, enfundados en sus botas y sus caballos y cubiertos de polvo. Pero, sobre todo, con las manos manchadas de grasa. Nada define mejor la americana music que un buen puñado de clichés y como bien canta el de Virginia: And I followed that voice down the lost highway / Everybody told me you can’t get far, la apuesta inicial por el género, en este país, era una carretera perdida, que acabó desembocando en una ruta mayor.
Retomando la efeméride, 20 años después se publicaba el primer disco grabado íntegramente en dicha ciudad de las guitarras, el EP Sixpack Vol. 1, un compendio de seis versiones que vería la luz en 2007, como piedra angular de lo que acontecería después, quizá ese asentar la cabeza y ese arrastrar a los paganos hasta su ciudad (One of these days, I’m gonna settle down / And take you back with me to the Guitar Town). Porque no se olviden, en palabras del propio predicador teutón, que “El rock americano es posible en castellano”.
*NdA. – Pequeña licencia creativa.
Texto: David Vázquez






