
Marcados para siempre por el mega éxito de su álbum debut, August and Everything After (1993), y, en particular, por sencillos como «Mr. Jones», «Round Here» o «Rain King», tengo la sensación de que los Counting Crows —originarios de San Francisco— nunca han sido valorados en su justa medida. La sombra de ese primer trabajo, convertido en un clásico inmediato, ha sido tan alargada que ha terminado por condicionar el resto de una carrera rica, aunque intermitente. Tampoco ha ayudado la inestabilidad emocional de su vocalista, Adam Duritz, una figura carismática y compleja, ni su escasa producción discográfica: apenas ocho discos en más de tres décadas de trayectoria. Aunque este último aspecto podría verse también como una virtud: pocos, pero con contenido.
Y es que, dejando al margen los millones de copias vendidas de su debut, álbumes como Recovering the Satellites (1996), Hard Candy (2002), Saturday Nights & Sunday Mornings (2008) o Somewhere Under Wonderland (2014) contienen algunos de los momentos más inspirados del rock norteamericano desde los noventa hasta la actualidad. La banda demuestra una riqueza musical notable, una sensibilidad especial para los cambios de tempo y de atmósfera, y cuenta con un cantante muy personal, capaz de escribir letras introspectivas, literarias y emocionalmente profundas.
La pasada primavera publicaron Butter Miracle: The Complete Sweets, material nuevo que marca su regreso al estudio tras once años de silencio discográfico, aunque ya habían adelantado parte de las canciones en un EP de 2021. Sea como sea, lo cierto es que siguen en forma, demostrando que su propuesta sigue viva, relevante y lejos de la etiqueta de «One hit wonder».
En octubre pisan de nuevo escenarios españoles dentro de la gira de presentación del nuevo álbum. El día 14 actuarán en la sala Razzmatazz 1 de Barcelona, y el 15 en La Riviera de Madrid. Una oportunidad inmejorable para redescubrir a una banda que todavía tiene cosas que decir.
Manel Celeiro






