
Nueva edición de la cita metálica barcelonesa, en su forma más maratoniana, la cual se ha saldado con un importante éxito de público, una consolidada infraestructura y una oportuna apertura del abanico estilístico que le ha servido para refrescar la lista de artista para que – esperemos- no se tengan que repetir constantemente los nombres habituales del gremio.
Jueves 26
Mi aterrizaje al recinto metálico ferial fue al son de los italianos Wind Rose, unos tipos que despachan power folk metal vestidos como el elenco de enanos de la película El Hobbit con muy poco atractivo (musical). aun así, obtuvieron acogida por los primeros pobladores del festival, pese a que a un servidor le siguen desubicando, de hecho, en su canción más coreada «Diggy Diggy Hole» el cuerpo me pide bailarla en forma de jota o muñeira, a su favor destacar que resistieron todo el show con sus uniformes de ayudantes de Thorin ante un sol abrasador de cara, aunque no me gustaría ser el encargado de llevar la indumentaria a la lavandería.
Angelus Apatrida volvieron a certificar de porque son uno de los referentes europeos dentro de su estilo y es que rara vez realizan un mal concierto, tienen el repertorio muy trabajado y composiciones como «Indoctrinate» o «Cold» sonaron vertiginosas, arrasaron con «Give´Em Wart» y echaron el cierre con «You Are Next» provocando uno de los wall of death más celebrados del certamen. Los manchegos conmemoran sus veinticinco años de existencia en los más alto de su madurez musical.

Savatage me dejaron ojiplático, la actuación que se marcaron los máximos exponentes del “Broadway” metal estuvo a la altura de las expectativas creadas tras veinticuatro años sin visitar la Ciudad Condal. Con Jon Oliva fuera del combate de los directos, el control ha sido tomado por la dupla guitarrera de Al Pitrelli y Chris Caffery y competente voz de Zach Stevens. Tras la obertura con «Welcome» y la afilada «Jesus Saves», ya pudimos percibir la avalancha de metal progresivo y sinfónico que nos iba a atrapar: inalcanzables coros «Strange Wings», aires de musical en «The Wake Of Magellan», momentos góticos en «Gutter Ballet», todo ejecutado con precisión y calidad. El momento emotivo fue la aparición en las pantallas de Jon Oliva realizando el inicio de «Believe» y la posterior colección de imágenes del añorado Criss Oliva, un pico de intensidad que se remató con «Hall of the Mountain King». Que vuelvan pronto y con más minutaje.
En este punto de la jornada había que mentalizarse que instantes después de acabar Savatage nos íbamos a encontrar con Slipknot que es como pasar de comer un buen jabugo con una copa de vino a engullir un kebab acompañado de chupitos de black vodka, y gozarlo en ambos casos. Mucha gente (joven también) habían pagado la entrada diaria solamente para poder disfrutar a los mayores representantes de nu metal alternativo en su acepción más cafre. Después de una intro utilizando la banda sonora de El Coche Fantástico, los de Des Moines reventaban Can Zam con «People = Shit», sonando contundentes, peligrosos, abrasivos con su habitual descontrolada puesta en escena que basó el repertorio principalmente en su primer trabajo, con un Corey Taylor en un gran estado de forma, intentando hablar en castellano siempre que tuvo ocasión y excusando a Clown que había tenido que abandonar la gira por unos problemas familiares. El edificio sónico de Slipknot siempre caótico, pero bien robusto y cimentado fue creciendo durante el recital con animaladas como «The Heretic Anthem» y finalizando con la psicótica «Scissors» para que trozos de materia gris de la audiencia saltasen por los aires. Si al acabar la descarga solo tenías ganas de pillar una autocaravana, largarte a los Monegros, cocinar meta y disparar a latas de cerveza es que el concierto de los enmascarados te gusto mucho.
Viernes
Mi segunda jornada arrancaba con el espectáculo de los alemanes Bonfire, la banda de Hans Ziller, volvió a servir su efectivo hard rock, ideal para media tarde. La Gripe y Tu, nos embriagaron de nostalgia con el set dedicado a los tiempos que Juantxu y Jesús militaban en Platero y Tú. Una recopilación de clásicos de la talla de «El Roce de tu Cuerpo», «Juliette» o «Hay Poco Rock n´Roll», que pese a no contar con el mejor sonido fue compensado con la gran actuación de Txema Olabarri un diez en actitud y en las seis cuerdas. Anécdota: varias veces agradecieron la respuesta del público confundiendo Santa Coloma por Hospitalet, que atrévete tu luego a confundir Basauri con Barakaldo…

The Hellacopters se toparon con problemas de sonido en sus primeros compases, que una vez resueltos, los suecos tomaron velocidad de crucero, realizando un set similar al que descargaron en el Azkena una semana antes, confirmando que la incorporación de LG Valeta ha revitalizado a la banda, asentándola como en unos de sus mejores momentos en su faceta de directo. Evidentemente cuando «( Gotta Get Some Action) Now !» cerraba el recital, Nicke Andersson y cía sabían que habían conseguido nuevos adeptos entre las filas metaleras.
Como no tenía doblones, ni jubón obvié a los esperados himnos piratas de Running Wild apostando por el rock n´roll que seguro me iban a servir la gente de Pölvora. Los valencianos realizaron un concierto de menos a más, con un inicio con escaso público que poco a poco fue atrayendo a curiosos que fueron descubriendo el desparpajo y las tablas del quinteto, hard rock n´roll de primera que no se arrugaron en presentarnos nuevas canciones como «No Hay Tiempo» y haciéndonos vibrar con «Ciudad de Lobos».
La cuestión es que siempre que alguien manifiesta que los actuales Lynyrd Skynyrd deberían ser más éticos, renunciando a seguir con la banda, siempre he estado de acuerdo, -no tanto con los que los califican de banda tributo, ya que hay una cosa que se llama arraigo, antigüedad y derechos adquiridos (mirad vuestros putos convenios)- pues el maravilloso concierto que nos brindaron los sureños me hizo renegar de esta convención, y es que a los diez minutos de show recibía un mensaje de uno de los metaleros más talibanes que pululaban por el festival que decía “brutalisimo”.

Un set list de ensueño que abría con «What´s Your Name» y «Workin´ for MCA» con un sonido pulcro, potente, con toda la esencia sureña les ha caracterizado. Una banda disfrutando en el escenario, mostrando una envidiable camaradería y un Johnny Van Zant que se paseaba lentamente sonriendo, con una voz en muy buen estado de forma. Tuve que aguantar lagrimilla en el homenaje a Gary Rossington en «Tuesday Gone» que casi empalmaron con la mayúscula «Simple Man», fiesta total con «Sweet Home Alabama» e igual que sucedió la noche anterior con Savatage, los Skynyrd invocaron a la voz de Ronnie Van Zant para una de las estrofas de «Freebird» que finalizo con célebre solo, diría que ejecutado un poco más salvaje de lo habitual, tal vez motivados porque normalmente actúan ante audiencias sentadas o pendientes de la barbacoa y no siempre lo hacen con gente agolpada delante del escenario. Rompí mi carné de “triste” por si alguna vez vuelven, repetir con los ojos cerrados.
Sábado
Nos plantamos a las cuatro de la tarde en plena ola de calor porque teníamos claro que no íbamos a perdernos a The Electric Alley aunque se derritiera el escenario, y pese a que se rozó la insalubridad se acercaron los suficientes valientes para que se ver un respetable número de público. Da igual que tengan el sol de cara, que cada vez que abrían la garganta se abrasarán, los gaditanos son incapaces de dar un mal concierto. Desde «Hurricane» hasta la monumental «Eagle Fly Solo» su set volvió a ser un gustazo.
Obús como buenos perros viejos supieron sacar adelante su participación con un efectivo show, dejando para el final clásicos como «Vamos Muy Bien» o «Que Te Jodan» y con el carismático Fortu dando un clinic de lo que debe ser un frontman de hard rock.
Nos hicimos fuerte para presenciar una nueva exhibición de Exodus. Los pioneros del trash metal del Bay Area se coronaron con una de las lonas más garrulas del festival. Trozo de tela que fue testigo de una de las actuaciones más aplastante. Nos volvíamos a reencontrar con el vocalista Rob Dukes, mucho más gutural y espinoso que el hasta ahora voceras Steve Zetro Souza, lo cual provocó que cortes como «Bonded By Blood» o «Brain Dead» suenen más agresivos y toscos, bajo el atento control de la punzante guitarra de Gary Holt, los americanos consiguieron una de las medallas de la jornada, incitando decenas de mosh pits y certificando porque son una de las formaciones más respetadas del género.

The Baboon Show podrían tocar en una convención de mormones y conseguirían ponerlo todo patas arriba, su punk rock enérgico, en directo siempre consigue resultados, tuvieron un guiño con el festi haciendo un amago del «Run To The Hils», finalizaron con «Radio Rebelde» y con Cecilia Boström surfeado sobre el público.
La caída del cartel de Wolfmother indujo que los jóvenes locales Radity cambiasen su bolo en la carpa por el escenario principal, de momento, buenas hechuras de trash metal clásico y con un futuro interesante. La baja de los australianos nos permitió degustar el doom folk de Avatarium, un proyecto de Leif Edling de Candlemass, con voz femenina, que hicieron una sugerente actuación. Soziedad Alcoholika demostraron que siguen siendo unos de los jefazos de metal hardcore estatal.
King Diamond elevó su actuación a otro nivel, volvió a hipnotizarnos con un espectáculo en el que el metal pesado oscuro de excelente factura se mimetiza con escenas teatrales de horror en el que el danés es narrador y protagonista. De hecho, su show se podría ver en un auditorio con butacas – no es tan mala idea viendo la media de edad de los asistentes- para poder disfrutar mucho del conceptualismo de la propuesta. Acompañado por su fiel escudero Andy La Rocque y por una formación que lleva asentada casi veinticinco años, cada pasaje que desarrollaron rozó el excelente. Desde los primeros momentos de «Arrival», he de reconocer que intente descifrar la naturaleza del incorruptible falsete de Diamond sin poder sacar fundadas conclusiones, cierto es, que para esta gira va acompañado de Hel Pyre de Nervosa que realiza acompañamientos vocales y teclados. Una bendita pesadilla.
Como los “pacazos” también necesitan su espacio, que mejor que el bueno de Udo Dirkschneider, con su patronímico proyecto, para acabar en todo lo alto el penúltimo día. El vocalista alemán subió a las tablas con esa cara de ser el primero que ha detectado una avería en la fosa séptica del edificio para desgranar secuencialmente una de las obras capitales de Accept, el Balls to the Wall. Himnos metálicos ochenteros que se corearon hasta la extenuación, acompañado por el bajista Peter Baltes (también creador de la obra), pero sin llegar al nivel de forma actual que tiene la banda matriz. El remate lo coronó con «Fast As a Shark», «Burning» y un «Princess of the Dawn» alargado innecesariamente como si tuviera puesto en marcha el taxímetro y cobrara por minutos.

Domingo
El público bendijo la actuación de Stryper pero yo no acabé de encontrarle el ritmo, y eso que canciones como «To Hell to the Devil», «Free» o «Calling on You» son de los mejores legados del hair metal ochentero.
Lo de Alestorm no es para tomárselo muy en serio, está bien eso de ir de pirata sin ir de solemne (que todavía es más gracioso si cabe), ofrecieron un show que roza el verbeneo con un formato desenfadado, los patos de goma se han convertido en algo icónico en sus directos, folk escocés con mucha distorsión.
En la carpa me encontré a unos Koma muy engorilados, pero no tanto como el público, entregado a composiciones noventeras como «Mi Jefe», «Aquí Huele Como Que Han Fumao» o «El Marqués de Txorrapelada».
Si hace unos quince años cuando Judas Priest acumulaba insípidos directos y discos discretos me dicen que volverían resurgir tanto compositivamente, como escénicamente, realmente hubiese mostrado serias reservas. Afortunadamente los británicos están facturando interesantes trabajos y ha recuperado el pulso a sus actuaciones. La de este año entra en el top uno de sus visitas a Santa Coloma, firmemente apoyados en las guitarras de Andy Sneap y Richie Faulkner, que llevan el peso del recital, un Rob Halford que ha sabido dimensionarse con la ayuda de la técnica y una base rítmica que sigue siendo un martillo. Un repertorio que se basó en gran parte en su antológico Painkiller, con temas no tan habituales como «Hell Patrol» o «One Shot at Glory», sin olvidar su ultimo trabajo en el que destacó «Giants in the Sky» en el que homenajearon a grandes como Jeff Beck, Van Halen, Dio, Lemmy, Taylor Hawkins o Paul Di Anno. No pudo faltar la Harley para acabar con «Hell Bent for Leather» y «Living After Midnight». The Priest is Back.

Tras el rodillo de los Priest no puedo decir lo mismo de Scorpions, que conmemoraban sus sesenta años de existencia, con la habitual selección de canciones, con la espina dorsal todavía muy en forma, pero con un Klaus Meine a medio embalsamar, que prácticamente ha perdido el hilillo de voz que mantenía. No es falta de empatía, valoro mucho a los músicos que sigue pisando tablas a esa edad, el problema es que da la impresión de que el propio vocalista no lo pasa bien, recita más que canta y por momentos parecía que se iba a desmontar en cualquier golpe de batería del burrote de Mikkey Dee. Una pena, porque el resto del espectáculo iba como un tiro.
Texto: Vicente Merino
Fotos: Fernando Ramírez