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Degusta Fest— (Fermasa, Armilla, Granada)

 

 

 

Wilco

 

A las 19:09 del viernes 27 de junio sonó al fin «Popular», uno de los himnos del rock alternativo de los 90. Matthew Caws, líder de Nada Surf, se parapetaba tras una gorra y unas gafas de sol mientras unos cuantos valientes aguantaban la embestida de la primera ola de calor del verano.

Después vino la inevitable «Always Love», quizás el gran hit de los neoyorquinos y punto final de su actuación. Y todos los que estaban al sol regresaron rápidamente a los refugios refrigerados y las zonas de sombra del Degusta Fest. El DJ del recinto pinchó entonces «Common People» de Pulp, otro de esos temas que definieron la década de 1990.

Durante los días previos a la primera edición del festival se habló más del tiempo que de la propuesta musical. La organización tuvo que emplearse a fondo para que en el recinto ferial de Armilla, pegado a la capital, el espantoso calor no arruinase el plan musical y gastronómico: la zona de los puestos de comida estaba equipada con una cubierta, había fuentes a la entrada y el aire acondicionado funcionaba a pleno rendimiento en el amplio pabellón indoor. Como novedad, el certamen hizo gala de una oferta culinaria que contrasta con los platos batalleros y poco apetecibles de la mayoría de los festivales de música. Algunos chefs locales preparaban al momento carnes a la brasa, platos veganos o la famosa leche rizada de Motril, entre otras creaciones.

En la parte musical hubo, en la práctica, dos festivales en uno. Por una parte, el rock alternativo anglosajón, comandado por figuras veteranas e indiscutibles como Wilco y The Jesus and Mary Chain; por otro, el indie español que arrasa en los festivales (Love of Lesbian, Carolina Durante). Seguramente, son dos líneas musicales que no siempre maridan bien. Pero todos los grupos cumplieron y agradaron a los suyos. El público respondió y acudió en masa, sobre todo en la jornada del sábado. No se vivieron momentos de agobio ni colas, lo que es de agradecer en este tipo de eventos y habla bien del equipo de producción de la promotora musical Proexa. Y un pequeño apunte que deberá servir para cambiar las tornas el próximo año: entre las 8 bandas seleccionadas no hubo ninguna formada por mujeres. Sobra decir que los grupos femeninos ya no son una rara avis en el panorama musical español e internacional.

The Jesus and Mar…capasos

Desde la mañana hasta la noche, el viernes todo giró en torno a William y Jim Reid. Los hermanos más famosos (y eternos outsiders) del rock escocés de los últimos 40 años se presentaron al mediodía en la tienda de discos Marcapasos y firmaron libros y discos para decenas de fans. Fue un momento emotivo que sirvió para comprobar que los otrora esquivos Reid son realmente cercanos y amables con el público. El setlist que habían preparado incluía un total de 25 canciones, ¡una locura en el marco de un festival! Finalmente, tuvieron que dejar varios temas fuera, entre ellos «Reverence» y «Never Understand», dos robustas piezas del antiguo cancionero de The Jesus and Mary Chain.

De inicio, una sorpresa: Jim Reid lucía una camiseta con el logo de Marcapasos y, dicho sea de paso, le quedaba como un guante debajo de una chaqueta negra. Durante un arranque atronador, la petición de libertad del rapero irlandés del grupo Kneecap con la frase “Free Mo Chara” presidía la pantalla del fondo del escenario. Al contrario de lo que le sucede a la mayoría de grupos veteranos, muchos de los temas recientes de los JAMC aguantan el tipo en directo (ahí están  «All Things Pass», «Jamcod») y pueden mirar de tú a tú a sus canciones de siempre.

A las 21:55 estallaron los primeros acordes de  «Cracking Up» y fue como si un misil estuviese a punto de impactar en Fermasa. En 2025, la banda que alumbró Psychocandy a mediados de los 80 suena como siempre debería sonar el rock and roll: alto, peligroso, amenazante, una música que sobrevive 70 años después de que Little Richard detonase un obús llamado «Tutti Frutti». La segunda sorpresa de un show con espíritu punk fue menos obvia: Natalia Drago, la líder argentina de Srta. Trueno Negro, radicada en Granada, salió para hacer de Mazzy Star en «Sometimes Always» y luego acompañó los coros de «Just Like Honey». Qué puntazo. «Darklands», otra preciosidad, otro himno, cerró un concierto memorable con los “chuchuruchup” velvetianos del estribillo flotando en el ambiente.

The Lemon Twigs

Antes había sido el turno de otros hermanos tocados por los dioses del pop: Brian y Michael D’Addario, de The Lemon Twigs. Es simplemente genial que dos veinteañeros que podrían hacer cualquier otra cosa más contemporánea fusilen con autenticidad, sin postureo, la música más melódica de los 60 y 70. Con ellos siempre ocurre lo mismo: tienes que abrir los ojos muy fuerte para comprobar que lo que ves (esas pintas setenteras, las armonías vocales a lo Beach Boys) no es un sueño o un delirio de nuestra imaginación insatisfecha con una parte de la juventud actual, enganchada al autotune y lo urbano.

A estas alturas, los Lemon Twigs encadenan una gira tras otra por nuestro país y corren un grave riesgo: quemarse antes de tiempo. Pero estos cuatro chicos siempre se sacan algún conejo de la chistera y te dejan con la boca abierta. Esta vez, fue el turno de una eufórica versión de «Mejor» de Los Brincos, todo un detallazo para su público español. Además, Brian había publicado en marzo las canciones de su álbum en solitario, Till the Morning, de las que presentó en Granada el corte homónimo y «Flash in the Pan». Muy parlanchines (entre ellos y con el público), en mitad del espectáculo desafiaron a los asistentes: “Si nadie grita, ¡nos iremos!”. El público sonrió y respondió con un chillido. En general, las canciones sonaron más aceleradas que en los álbumes y cerraron con la ya habitual «Rock On (Over and Over)», que parece un homenaje a T. Rex.

Carolina Durante

En ese otro festival llegó el turno de que Carolina Durante clausurase la primera jornada. Diego Ibáñez salió en muletas a causa de una operación en la rodilla y pidió que le trajeran una férula al poco de empezar. Los madrileños, punta de lanza del nuevo indie de guitarras español, montaron una gran fiesta con una lograda escenografía que simula una oficina como vienen haciendo en toda la gira. Son un ciclón en directo, mucho más punk de lo que aparentan. Y aunque no pegan demasiado con el fan tipo de JAMC o The Lemon Twigs, su bolo fue el más concurrido del primer día.

Wilco, clásicos entre los clásicos 

Hace 20 años, Wilco aparecieron sobre el escenario del Poble Espanyol del Primavera Sound con un disco bajo el brazo, A Ghost is Born, que empezaba a tener vitola de clásico. El grupo había aparcado la urgencia de los primeros trabajos y ya entonces parecía una banda de rock madura pero moderna con capacidad de atraer a un perfil bastante diverso. Con una interpretación rocosa y muy atinada de «Spiders», uno de los momentos más destacados de aquel álbum con un huevo en la portada, Wilco se despidieron del público granadino a las 21:40 horas. Tocaron una hora y cuarenta minutos. Ni un minuto más ni uno menos. Lo primero que llamó la atención de su actuación fue una puntualidad extrema: el grupo norteamericano apareció en el escenario a las nueve en punto ante una audiencia muy numerosa.

Aunque hace tiempo que nadie espera de ellos grandes sorpresas con sus trabajos de estudio, Jeff Tweedy y compañía han llegado a un punto de placidez que se traslada a sus directos. Sus conciertos puede que tarden un poco en despegar, pero en cuanto la banda se pone las pilas la locomotora carbura. Y la gente vibra. Ocurrió, por ejemplo, con «Via Chicago», que pasa de la calma a la furia rock y provocó los primeros aplausos. Fue quizá el punto de inflexión de una velada en la que empezaron a caer canciones soberbias («Hummingbird», «Jesus, Etc.», «California Stars») que atrapan a cualquiera, y más aún con el buen sonido del festival.

Impresiona ver a Nels Cline en acción: cambia prácticamente de guitarra en cada canción y sus solos son un regalo para cualquier aficionado a la música (lo de «Impossible Germany», como ya es habitual, pertenece a otra galaxia). La actuación resultó también emotiva por la hora: tocaron justo cuando caía la noche y la luz crepuscular amplificaba el impacto de los medios tiempos de una formación clave del universo rock de los últimos 25 años, convertida ya en un clásico imperecedero.

Francamente, al lado de Wilco el resto del cartel encogió de golpe. Los chicos de The Gulps tuvieron que fajarse bajo un sol inclemente, a 40 grados en la sombra, en un concierto que fue un visto y no visto; León Benavente insistieron con la machacona fórmula épica de «Ser brigada» a un volumen altísimo y convertidos en los extraños teloneros de Wilco empapados de sudor; por último, a Love of Lesbian hay que reconocerles que se mueven como pez en el agua en el esquema del pop-rock de estadios: el escenario estaba engalanado con vistosas luces de colores y sacaron provecho de una gran pantalla, haciendo duetos con diferentes artistas. Tocan con solvencia, cantan decentemente y logran hacer feliz a mucha gente. Algunas letras tienen su punto. Ya es mucho. Otra cosa es que los autores de «Club de fans de John Boy» logren renovar el discurso de la vieja radiofórmula española.

Texto: Jon Pagola

Fotos: J.M. Grimaldi

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