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Steven Wilson – Paral.lel 62 (Barcelona)

 

Había expectación por ver de nuevo sobre las tablas a Steven Wilson, ya que, exceptuando su gira con Porcupine Tree hace un par de años, el músico británico no salía a la carretera desde que presentó To the Bone en 2018-19 (no en vano, las entradas estaban agotadas desde hacía semanas).

Y el motivo principal era presentar su último álbum, el flamante y conceptual The Overview, que ocupó la primera parte del concierto. Proyecciones magníficas, una compenetración milimétrica y unos músicos mayúsculos. Muy bien sobre todo Craig Blundell, capaz de sostener todo el andamiaje a la vez que mostraba una gran soltura con la batería. Y al final de “Objects Outlive Us” (la primera de las dos suites de que consta el disco), un bonito solo a cargo del guitarrista Randy McStine con ecos de Robert Fripp. La segunda mitad de este álbum, “The Overview”, casi parece una visita a un planetario, con esas imágenes recreando unas tremendas y mareantes distancias del universo. El inicio nos retrotrae a “On the Run” (de Pink Floyd),  pero seguramente no es algo casual: estamos ante el álbum de Wilson en solitario más floydiano de su carrera. Y es que si cuando lideraba a los Porcupine con The Sky Moves Sideways parecían homenajear el mayúsculo Wish You Were Here, con este The Overview encontramos varias conexiones con el no menos mítico The Dark Side of the Moon.

 

Una pausa de veinte minutos dio paso a una selección del resto de la discografía de Wilson en solitario. Pero, como ocurre en algunas ocasiones, con un repertorio con el que es difícil contentar a todo el mundo. Y es que empezó con “King Ghost”, una normalita pieza techno-pop de su disco claramente menos inspirado, The Future Bites. Claro que uno de los rasgos distintivos de Wilson es su inquietud musical, el no querer ser encasillado en un solo género. Pero si quería calentar motores en esta segunda parte del concierto, consiguió el efecto contrario, ya que el público en general mostró una frialdad total. Afortunadamente, luego tocaron “Luminol”, una explosión de prog-rock expansivo que hizo subir la temperatura de la sala. Le siguieron dos buenos temas de su penúltimo trabajo, The Harmony Codex: la tranquila “What Life Brings” (casi se diría una canción de Blackfield, uno de los proyectos paralelos de Wilson) y la larga y estimulante “Staircase”, con un uso muy imaginativo de la electrónica mezclada con rock (y Nick Beggs tocando el stick), y una parte final ambiental que avanza el sonido de The Overview.

Se esperaba que tocaran alguna pieza de Porcupine Tree, y la inquietante “Dislocated Day” fue toda una sorpresa, ya que recuperaban el sonido más psicodélico del grupo (y Beggs haciendo un bonito solo de bajo). Pero no creo que esté entre las preferidas del público en general, seguro que mucha gente hubiese elegido antes muchas otras, pero aún gracias, porque no tocaron nada más de PT esta noche. Luego compensaron la tensión de “Dislocated Day” con la  balada “Pariah”, con la estupenda voz pregrabada de Ninet Tayeb y una épica guitarra final (muy al estilo de los extintos Anathema), a la que siguió la memorable “Impossible Tightrope”, otra de las grandes piezas de The Harmony Codex. Aquí se lucieron todos, especialmente Adam Holzman con un agradable solo de piano eléctrico. Wilson confesó que es un privilegio tocar cada noche con músicos que son mucho mejores que él. En este sentido, vale la pena destacar su sentido del humor y su gran proximidad con el público. Steven no va de estrella, ni fuera del escenario ni encima de él.

 

Luego tocaron la mejor pieza de Insurgentes (su disco de debut), “Harmony Korine”, una canción en la que resuenan ecos del infravalorado The Incident, de Porcupine Tree, y con un inquietante clip a cargo de Lasse Hoile (con un estilo visual similar al de Anton Corbijn y, sobre todo, Floria Sigismondi). Y para finalizar, la instrumental “Vermillioncore” (del EP 4 ½), una pieza que me temo que no está entre lo mejor de su discografía aunque, eso sí, con una trepidante base rítmica. Naturalmente, el público quería más, y la banda volvió al escenario con dos buenos bises: por un lado, “Ancestral” (con un final casi apocalíptico), del que quizás sea su álbum más redondo, Hand.Cannot.Erase. Aunque de este disco seguramente son aún mejores los temas que tocaron al día siguiente en Madrid: “Home Invasion” y “Regret #9”. Como remate final, la espléndida pieza que da título al disco The Raven that Refused to Sing, con ese clip invernal tan sumamente triste.

Y un apunte: eso de que los Stones hicieron en su momento un pacto con el Maligno para no envejecer vamos a cuestionarlo, porque tanto Jagger como Richards y Ron Wood lucen un careto curtidísimo y desmejorado desde hace muchas décadas. En cambio, a sus 57 años, Steven Wilson parece un pipiolo. Él sí que es una Satánica Majestad.

Texto: Jordi Planas

Fotos: Marina Tomás Roch

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