Viendo lo que vi anoche me queda la amargura en mi interior de no haber presenciado más de un concierto en esta gira. Sí, fue acabar el recital y sentir nostalgia de lo que acababa de presenciar. Así de bueno fue. Hora y diez, un tema tras otro (¿24 canciones?), actitud en primer plano y ni una concesión a la mediocridad y la estupidez. Aroma neoyorquino, que aunque Collins pasó un puñado de años en Madrid, jamás abandonó el estado mental que supone haber recorrido las calle de New York tantísimas veces. Simón de Cirene cargó con la cruz de Cristo, Collins con los cinco distritos neoyorquinos.
Collins lleva afónico un puñado de años, quizás desde antes de la edición de King Of Power Pop! en 2010. Pero no baja los tonos de las canciones para llegar a ellas. Digamos que puede cantarlas, pero con la voz raspada, ensangrentada y al límite de quebrar. Lleva años así, por lo que no debe suponerle un gran problema. Paul saltó a escena, afinó y dijo «somos los Beat». Bueno, en realidad no lo son, pero eso importó poco. Los músicos eran Octavio Vinck, Ginés Martínez y el único bajista en el mundo que se sabe todos los repertorios que parten del power pop: Juancho López.
Un concierto en el que suena el álbum debut de los Beat en su totalidad solo puede ser extraordinario. Vuelvo a repetir, esa obra maestra interpretada de cabo a rabo bajo el calor de un club y la intensidad de un público que, al fin, decidió bajar al barro en lugar de ir a presumir de su propia presencia y charlar como si no hubiera un mañana. Hubo también repaso a los Nerves, el tema título del segundo de los Beat y alguna cosa de la carrera solista de Paul.
Pero lo excepcional fue escuchar The Beat sin secuencia, salteado entre otras canciones, pero sonando todas y cada una de ellas. Ayer, cuando atacaron con «Look But Don’t Touch», sentí que era la mejor canción de rock and roll de todos los tiempos, tal era la intensidad. De hecho, hubiera preferido que hubieran acabado el concierto ahí y que hubieran introducido «Letter To G» de los Nerves hacia la mitad. Nada es perfecto, pero Paul y los chicos estuvieron cerca de darle sentido a ese adjetivo.
Texto: Sergio Martos
Fotos: Germán Paredes Sedano (Canopy Castellana, Madrid)
Seguro que PAUL COLLINS admiraba -o bien, admiró, en su momento-, a los BEACH BOYS de BRIAN WILSON), como Buen Aficionado y «Practicante» del Mejor «Pop» y de un turgente y robusto «power-pop», que PAUL es.
Viene la referencia a cuento del recientísimo fallecimiento de uno de los Grandes Orfebres Creadores de la Esencia y Armonización Pop Norteamericana: me refiero, claro, al brillante pero también por momentos desquiciado, «semi-colapsado» , atribulado y «neurótico» BRIAN WILSON, pilar básico creativo durante la primera Larga y Exitosa Década creativa de los CHICOS DE LA PLAYA. y Faro Direccional d e Muchos d e los Mejores Momentos d e esta Banda Fundamental y Esencial.
Un Sentido Recuerdo para su Sensible Material Sonoro en forma d e Legado y Uno pediría, siempre que ello fuese conveniente-posible, en cuanto se pueda o crea conveniente…,un Somero ARTICULAZO futuro para Recordar sus vaivenes de Altos y Bajos Vivenciales, pero -sobretodo- para Recordar buena parte d e su mejor Legado Sonoro y de sus Incontestables, Referenciales y Brillantes Mejores COMPOSICIONES.
Casi coincide su último Acto y Desaparición Terrenal con la próxima venida de los franquiciados y escasos supervivientes BEACH BOYS al próximo inicio del (semi-pijo-) Festival d e TERRAMAR-SITGES.
Pura, puñetera…Casualidad.
Se acabaron los colapsos producidos por dispendio de medicaciones y pastillas varias (seguramente no todas ellas, excesivamente ni oportunas ni tampoco saludables…)esas castigadas neuronas atribuladas y desgastadas por las circunstancias vivenciales- personales y por el mismo Desgaste propiciado por sus enfermedades y por el dichoso Paso del Tiempo.
Descansa en PAZ, BRIAN W. Uno d e los Grandes Autores de Pop Melodioso-Melódico y Armonizante; todo Un Clásico.
R.i.p.