Curioso fenómeno el de los aussies y su alcance mundial en términos de popularidad y difusión de su obra. Por un lado, son carne de festivales y de portadas. Un grupo cool altamente vendible, más allá de sus buenas canciones, dada su impecable actitud, su buena imagen y su estrecha conexión con los últimos Daft Punk. Esto último, no solo en el grado de influencia que se adivina en su música, sino en la propia colaboración entre ambos, consumada en canciones de la talla de «Overnight». Por otro, su estatus no les pervierte lo más mínimo.
Si atendemos a sus redes sociales y a su puesta en escena, comprobamos que, a pesar de su vida itinerante, propia del músico «rock», se alejan del estereotipo de estrellas del género, para abrazar una suerte de vida ordenada y tranquila. Una vida donde se disfrutan culturalmente las visitas realizadas por todo el globo, y donde se entregan a la gastronomía local de cada ciudad que pisan, de forma saludable y frugal. O donde aprovechan la coyuntura para visitar estudios de toda índole, a fin de seguir trabajando en su música. Una versión 2.0 del fenómeno «rock star» centrada, provechosa, culta, donde la enorme cantidad de fans con los que se cruzan en cada país, no parecen desviar el camino trazado.
Y en lo estrictamente musical, todo ese trabajo da sus frutos. Ya cuentan con una buena ristra de hits de los que echar mano en sus shows, sin apenas perder comba en los más de 80 minutos de música con los que se están despachando en esta gira. Se congratulaban de que esta era su primera visita a Madrid como cabezas de cartel. En redes, además, prometían que no sería la última, pues estaban encantados con la experiencia vivida. Y toda esa jovialidad se refrendaba en su actitud y su desparpajo sobre las tablas. A las primeras de cambio ya entregaban juguetonas versiones de hits como «Lightenup» o «Tieduprightnow», donde guardaban giros inesperados que no encontramos en sus versiones enlatadas, jugando libremente con estructura y tempo.
Los berlineses de adopción siempre se muestran felices sobre el escenario. Un buen rollo contagioso mediante el cual crean una conexión especial con sus fans. Y aunque por momentos pueda incluso parecer sobreactuada o excesivamente azucarada, es real. En su adaptación casi a cappella de «Leaveyourlove», perteneciente a su próximo elepé, a editar en septiembre, se sentaban en la parte frontal del escenario entrelazando sus voces de forma celestial, en un numerito más propio de una boy band que de un combo medianamente cercano al rock. Tanto almíbar puede echar para atrás, pero es honesto y en todo momento prevalece su autenticidad y buen hacer. Porque son así; buenos chicos, felices de compartir su música con sus seguidores. Así de sencillo. Y porque ese corpus a cuatro voces que nos brindan, es de otra galaxia.
Sus voces, versátiles, tímbricamente melosas y con un registro alto, harmonizan de forma excelente. Sin duda, es uno de sus fuertes como banda. En ese capítulo, no hay quien les tosa. El otro atributo en el que cabe poner el foco es en su precisión como instrumentistas. La factura es impecable, sin resultar aséptica. Un ejemplo de ello son los punteos disco funk, patentados por la histórica dupla Jackson/Jones en los años dorados de la explosión disco, dibujados para el caso por Jules Crommelin con envidiable precisión. Y todo ello, mientras canta de forma excelente, en muchas ocasiones como voz principal. Parece fácil, pero no lo es.
El manejo de los de Nueva Gales del Sur del groove, los acentos y de un swing voluble, siempre al servicio de lo que la canción pide a nivel interpretativo en cada momento del espectáculo, sube el nivel. Todo, empastado en un sonido nítido donde cada elemento es inteligible. A destacar también el trabajo en toda suerte de teclados, piano electromagnéticos y sintetizadores, muchas veces urdido a cuatro manos, por Louie Swain y Patrick Hetherington.
En ocasiones, visten la canción con elegantes colchones ornamentales. En otras, dan rienda a su vocación más experimental, homenajeando a prócers como Prince o Jeff Lynne. Con el tiempo, su paleta sonora se va ampliando y al mencionado dúo francés y los habituales rasgueos deudores de Nile Rodgers, se suman la inquieta visión disco de Cerrone, pianos House Balearic, el AOR elegante de Chris Rea o la fantasía vocal de los Beach Boys.
Texto: Daniel González
Fotos: Salomé Sagüillo