Si has estado aislado del mundo durante un tiempo, o directamente encerrado en un bunker, y tu primer contacto con el exterior es un show de la banda de Bristol, rápido te pondrás al orden del día en cuanto al estado del planeta se refiere. Si hay una banda que tiene derecho y que sabe mimetizar a la perfección política, protestas apasionadas, conciencia social y música todo entrelazado en una estimulante clase magistral de audiovisuales, esos son Massive Attack.
Su militancia en esos conceptos viene de lejos, es parte de su esencia, y es la base fundamental que sustenta que su propuesta musical encaje todavía mejor en ellos. Tal es su compromiso e influencia, que se aseguran que en algunos shows sólo se vendan alimentos de origen vegetal, no se sirva alcohol o exijan que se retiren carteles de patrocinadores de los recintos donde actúan. En el show de Nápoles, esto no hizo falta, nos encontrábamos en el marco de un evento de aire corporativo, en un ambiente más relajado y cómodo, en un anfiteatro de gran amplitud, construido en mármol travertino blanco y monumentalidad industrial.
Aunque siendo realistas, y analizando lo que mueve a todos los asistentes a sus shows, que no es otra cosa que su legado musical, este se ha visto estancado en cuanto a producción, y choca que una banda que se presente tan al día en los aspectos extra musicales, tenga un catálogo tan pobre. Salvando algún mini LP, han pasado quince años desde su último larga duración, y, es más, sorprende que sólo visiten su discografía en forma puntual, o directamente ignoren trabajos básicos como “Protection (1994)”, y que todo se centre en su obra capital “Mezzanine (1998)”, así como que acudan a una serie de covers. Aunque esto último tiene lógica, ya que representan revisiones de temas que han formado parte de su propia producción en forma de samplers.
Dejando al margen los análisis anteriores, y centrándonos en el show ofrecido, éste se nutre de forma global de unos factores que se retroalimentan entre sí, indivisibles el uno del otro, que desgranaremos en tres apartados, para poder analizarlos de forma más detallada.
Musical. Se desarrolló en forma de arena rock, de traza oscura y luminosa a la vez, deambulando por diferentes sonoridades y estableciendo unos parámetros colaborativos, dirigidos por Robert del Naja y su segundo de abordo Daddy G, donde es la banda la que hace brillar todo el conjunto. Las colaboraciones de Horace Andy, Elizabeth Fraser y Deborah Miller, generaron una rotación dinámica donde la interpretación romántica de “Song To The Siren” de Tim Buckley, chocó con la visceral y agresiva “Inertia Creeps”, que dio paso al lado punk de Robert con la visita al catálogo primigenio de Ultravox en “Rockwrok”. Por otra parte, cuando se acudió al debut “Blue Lines (1991)”, es cuando nos encontramos con uno de los highlights de la noche, la manera en que se compenetraron “Safe fron Harm” y “Unfinished Sympathy”, sencillamente fue el “momento”.
Visual. Como viene siendo la norma, este aspecto es básico, ya sea bajo un resplandor rojo respaldado por datos informáticos parpadeantes, información en tiempo real, luces estroboscópicas o videos vintage que casan a la perfección con otros de nuestros tiempos, recrean un trabajo excelente que generó una atmósfera amplificada de lo que tiene el espectador delante.
Reivindicativo. Es evidente que aquí hay mucho material para ofrecer, pero todo fluye de manera que nada satura en exceso, por supuesto hay unos protagonistas necesarios como son Trump, Putin y Netanyahu, entrelazados con escenas de destrucción en Gaza y Ucrania, y por supuesto el apoyo a Palestina. Pero también se tira la mirada al pasado, de forma irónica para ponernos en situación de dónde venimos, ya sea con experimentos o acuerdos que han hecho que el mundo se encuentre de una forma tan frágil. ¡Un mensaje muy potente!
Por otra parte, destacaremos que la sociedad sportiva calcio Napoli, se proclamó campeona de su cuarto scudetto pocos días antes. Robert del Naja de origen italiano no perdió la ocasión para celebrarlo y felicitar a la ciudad, ya que todos contemplan ese título como si hubieran jugado ellos mismos los partidos. Sonó a modo de interludio el cantico de los ultras del Napoli “Primo Agosto Pioveva” en forma instrumental,
Por último, os dejo un dato ¿Os acordáis cuando se hizo fuerte el rumor de que detrás de Banksy se encontraba Robert? Pues bien, en una de las paredes del centro de la ciudad y protegida por un cristal, nos encontramos el mural de la “La Madonna con la Pistola”. Así que cada uno valore ese dato.
Texto: Oscar Fernández Sánchez
Fotos: Sonia Eireos Gallarín