
Otro Azkena que nos ha ido. Y es que cuando termina la cita obligada de Vitoria, se produce como un vacío que roza lo existencial y lo físico. Tres días de grandes conciertos, de emociones vitales, de soltarse la melena y dejarse llevar entre los escenarios, las carpas, el césped y la explanada. Ha sido un año que deja muy buenos recuerdos aunque alguno sepa a despedida como Lucinda o Fogerty, pero la sangre fresca de The Lemon Twigs y C.O.F.F.I.N. abre la puerta al relevo. A partir de ahora, empiezan las apuestas y las quinielas sobre los artistas del 2026. Y cómo nos gusta!!!.
Este es un breve resumen de lo que ocurrió en Mendizabala en 2025.
Jueves 19.
Tirar de oficio y flema contra los elementos (acústicos) fue el arma de Steve Diggle, superviviente de la banda de Bolton y co-responsable de algunos de los mejores himnos de tres acordes de la historia. Buzzcocks, peleando entre el pasado y presente, buscaron su sitio en un recinto aún a medio cocer, tránsito de punks y rockeros y que dio relevo a Quique González. El madrileño buscó a su público -que llena salas- entre los huecos de Mendizabala, comenzando a medio gas para complementar un repertorio impecable.

Damned se sumó al viaje del glorioso tiempo de Buzzcocks con Love Song o New Rose, actualizándose con temas más recientes como Beware of the Clown y revindicando no vivir de las rentas. Gran concierto, pero con el regusto de que podía haber dado más de sí.
Dinosaur Jr. se tributaron a sí mismos con los treinta años de Whithout a Sound, ya sin lastre de sonido y con Low Barlow balanceando el humor de un Mascis que leía las letras del sexto álbum del trio. Feel the Pain fue la magdalena de Proust; en los bises, Freak Scene, The Wagon o Just Like Heaven cerraron un bolo digno, aunque por debajo del umbral de las expectativas.
Texto: Álvaro Fierro
Viernes 20.
El viernes tocó mucho calor en Vitoria. Los veteranos azkeneros ya sabemos que casi siempre o sudamos al punto de necesitar ser regados, o nos cae el tormentón anual del siglo. Pues sudados comenzamos con la desquiciada actuación en el ardiente Trashville de Las Jennys de Arroyoculebro (maravillosas y desquiciadas) para pasar a la calma y saber estar de Reckless Kelly en el escenario principal, abriendo con “Miserable City” en una actuación sonora impecable.

Pero los que somos fanáticos de Johnny Rotten enfilamos a ver a P.I.L. y ¡joder! su estética es todo lo contrario a su calidad vocal y la musical de sus extraños secuaces. “This is not a love song” sonó, al igual que las grandes “Warrior” o “Rise”, mientras su pijama nos tenía hipnotizados. El cantante que mejor pronuncia la letra R del mundo sigue siendo un icono cultural y provocativo.

Y de la ira contenida y burlesca a la calma y fragilidad de Lucinda Williams, en la que era su tercera visita a Vitoria y la última casi con toda seguridad. Con Mark Ford a su lado no faltó “Car wheels on a gravel road”, junto a la novedosa “Rock´n´Roll heart” o la versión de la beatleniana “While my guitar gently weeps”. Acabó con la canción que puede ser la más versionada en Mendizabala, el “Rockin´ in the free world” de Neil Young.

Y otro cambio de registro, Turbonegro en el escenario Respect. ¿Y qué decir de los noruegos? Tremenda actuación, en un set de hits, donde destacaron la inicial “Hurry up and die”, “City of Satan”, “Are you ready (for some darkness)”, y “All my friends are dead”, coreada por el público y la Turbojugend, tanto la cercana como la de los cuatro integrantes de la sección de Tokyo que se hicieron notar los tres días del festival. Finalizar con “Get it on”, “The age of Pamparius” o “I got a erection” nos provocaron pues eso… sentimientos de felicidad.
Pero para felicidad la que emana el grandísimo John Fogerty. Su actuación fue muy parecida a la de 2017, maravillosa. Veinte temas, a cada cual más eterno, con un apoyo constante visual para recordarnos que estamos ante una leyenda de Woodstock. Abrir con “Bad moon rising” y “Up around the bend” no está al alcance más que de los dioses de la música. La emotiva “Joy of my life”, dedicada a su fallecida esposa Julie Lynne Kramer, destacó en su set intenso, sonoramente perfecto y que acabó con tres temazos, “Fortunate son” (ahora tan en boga, criticando la hipocresía en el reclutamiento estadounidense de Vietnam, porque el monstruo naranja está desbocado y hay que recordar que hay que pararlo aunque sea con la música de alguna manera), “Rocking all over the world” y “Proud Mary”.

De nuevo impresionante, responsable de parte de nuestras vivencias musicales nos dejó con esa sonrisa imposible de borrar durante mucho tiempo. Los más valientes aguantaron para ver a los locales Kaotiko (qué bien suena “En el barrio de latón”) o Diamond Dogs con Chris Speeding, haciendo un tributo a Little Richards. Lo dicho, una jornada muy caliente.
Texto: Michel Ramone
Sábado 21.
Ante todo breves disculpas porque no se pude estar en todo y hay algunos conciertos que no pude disfrutar completos. Llegamos justo en el momento que los Eh, Mertxe!, comenzaban con su magnífica actuación. Gran calentamiento saltando desde los primeros acordes. Euskera, castellano e inglés mezclado con alguna rotura de cuerdas de su preciosa guitarra nueva. High-energy r’n’r y punk-rock con hitos como su single “No Quiero Salir” o repaso a su vida en “Aitaren Etxea”. Varios temas de propina que fueron muy agradecidos.

De ahí pasamos a unos EzEzEz que cada vez suenan mejor en vivo. Eclécticos y variados como un cartel de festival, en general, que a algunos les parece mal y a mí me encanta. Buen look y mejor actitud con quejas contra el Guggenheim de Urdaibai. Muchas canciones del potente “Kadakriba” y guitarras al aire y hasta peligrosas escaladas por los andamios del escenario a cargo de su gran front-man. Queríamos ir, como siempre, a la aventura al Trashville en algún momento.
Elegimos bien con la locura de los Wallaroos con su look chandalero de mafiosos del este (alguno hasta con la etiqueta puesta por si lo tenía que devolver, supongo). Ska, punk y locura desatada entre Rafaella Carrá, Camper Van Beethoven o los más peligrosos Mano Negra. Tocaron montón de rato entre el público creando un divertido ambiente acrecentado por personajes como el mismísimo Makoki (¡el disfraz del festival!)

Cambio radical para el primer plato fuerte del día. Richard Hawley y su gran banda estuvo emocionante y sensible con joyas como “Standing At The Sky’s Edge”, entre Orbison y Cash, pero también rockearon de lo suyo en una gran traca final culminada con “Heart Of Oak”. Primera vez en mi vida gozando con dos guitarras de 12 cuerdas a la vez. Contrastaban con el entonces bajista conformándose solo con 3.
De ahí nos dirigimos a The Lemon Twigs con un brillante y diáfano sonido, aderezado con fantásticas voces. Cambiaron de instrumentos, pero siempre sonando genial con esa combinación entre Beach Boys y Beatles (vale, también Kinks). Para nada son un hype. Ya sabíamos que no está Jello Biafra pero quería ver algo de los Dead Kennedys por cuestiones sentimentales. ¡Qué paliza me lleve! Dicen de nuestro Goiko, pero por ahí andaban algunos Arteche, Migueli o Tendillos que hacían unas entradas y unas embestidas de tarjeta roja (o casi de cárcel). Todos sus clásicos y la gente (de todas las edades) enzarzados en un divertido pogo sin fin. ¡Otra buena elección!

Pero es que luego llegaba el viaje alucinante de The Flaming Lips y vaya si lo fue. Qué conste que soy más entusiasta del “The Soft Bulletin”, pero escuchar de seguido el “Yosimi” fue, también, toda una experiencia. ¡El espectáculo visual de esta edición! Luces preciosas, pantalla gigante, arco-iris, robots gigantes, diluvios de confetti y hasta las letras a tamaño gigante para poder cantar con Wayne y los suyos. ¡Como alguien ha dicho por ahí, mucho mejor que los últimos Pink Floyd! Rock psicodélico y alucinado fantásticamente condimentado con estética y sonido.
Llegó la calma con el cálido y acogedor country-rock de Margo Price. También con muy buena banda y con momentos para acordarnos de otras mujeres muy presentes como la Lucinda del día anterior o la mismísima Emmylou Harris. Pero claro, me encantan los DMBK en directo, y también quise disfrutar algo de ellos. Lo hice y mucho. “Las Leyes de la Frontera” o “La Fuente” fueron momentos especialmente celebrados. También pogo y sonidazo y mucho más que los Triana actuales, que también.

Los Manic Street Preachers fueron también grupo significativo en los 90 y estuvieron geniales. Espectacular sonido y yendo de menos a más hasta toreando perfectamente con la lluvia. Culminación emocional con la final “If You Tolerate This, Your Children Will Be Next” que me dejó con una sensación de bienestar total.
Decidimos finalizar con Cherie Currie pues a The Hellacopters los hemos visto más veces. No sabía nada de su posicionamiento a favor de Israel y el genocidio de Gaza y fue una desagradable sorpresa ver cómo alguna gente quiso boicotear su concierto. Ciñéndonos a su música, un placer acabar con buenas interpretaciones de sus clásicos con The Runaways, aunque nos quedara ese regusto amargo por saber sus “simpatías” políticas. Salvo esta situación aislada, está como siempre el magnífico ambiente reinante y el poder disfrutar con un montón de buenos amigos. En eso nadie puede ganar al Azkena. ¡Hasta el año que viene!
Texto: Txema Mañeru
Fotos: Dena Flows
¿Desagradable sorpresa para ti es que haya unas personas protestando por el apoyo de Cherie a la masacre sionista, contra los derechos LTBI+ y más lindezas de esta señora? o bien ¿Desagradable sorpresa es descubrir de que palo va esta señora?
Si es lo primero ya veo de que palo vas tu también cuando te molesta más una protesta que un genocidio y si es lo segundo, creo que tu frase está mal redactada.
De paso, también quería comentar que lo de la esposa de John Fogerty (Julie) fallecida, o es un error o es información clasificada a la cual poca gente tiene acceso. En el concierto anunció que publicaría en breve el disco «Legacy» en el cual, su esposa Julie es la productora ejecutiva y no dijo nada de que hubiera fallecido (tampoco encuentro nada de información al respecto), pero sí que siente un gran cariño por ella y todo lo que ha supuesto para él desde que se conocieron. Y sobre ese contexto es precisamente de lo que versa la canción “Joy of My Life” que John escribió para ella.