Encuentros

Lucinda Williams, la gloria siempre antes que la fama

 

En un mundo donde la inmediatez, las modas y la artificialidad digital cotizan al alza en los mercados de valores, todavía existen artistas que ponen por delante sus principios antes que la fama efímera de esta burbuja en tecnicolor que se expande por el universo.

Uno de los casos más paradigmáticos es el de Lucinda Williams, que ha vivido en primera persona los cambios de la industria musical de las últimas décadas y emprendió el camino de la independencia con su propio sello discográfico para mantenerse fiel a una manera única de entender la música. Ahora está de actualidad gracias a su aclamado álbum de versiones de los Beatles y una gira española que hará escala en la Sala Apolo de Barcelona (19/06), el Azkena Rock Festival (20/06) y La Riviera de Madrid (21/06). Hablamos con la reina de la jukebox para recorrer los caminos polvorientos que nos llevan desde Abbey Road hasta Mississipi.

Lucinda Williams Sings The Beatles From Abbey Road es el séptimo volumen de la serie Lu’s Jukebox. ¿Qué te motivó a empezar este proyecto durante la pandemia?

Entonces teníamos tiempo de sobra para hacer cosas y queríamos ser productivos. Simplemente me pareció una buena idea grabar estos álbumes de homenaje porque siempre me ha gustado interpretar canciones de otros artistas. Ahora no recuerdo cuál fue el primer lanzamiento de la serie, pero hicimos uno de Tom Petty y otro de Bob Dylan porque son bastante similares. Fue divertido elegir las canciones. El álbum de los Beatles surgió de manera similar al de los Rolling Stones. Ya sabes, una vez has hecho los Stones es hora de hacer los Beatles.

Después de versionar a Sus Satánicas Majestades, era evidente que acabarías atreviéndote con los chicos de Liverpool. ¿Cuándo descubriste su música?

Era bastante joven cuando los escuché por primera vez. Creo que fue en 1963, así que tendría unos 10 años. Fue cuando salió su primer álbum, Meet The Beatles. Sonaban en la radio sin parar con esas grandes canciones y sus hermosas melodías. Era increíble porque gustaban a gente de todas las edades. Puedo decirte que lo primero que me llamó la atención fueron las canciones porque recordaba sus melodías y podía cantarlas sin problemas. Eso fue justo antes de que empezara a tocar la guitarra.

Supongo que tu manera de apreciar la música de los Beatles evolucionó con el paso del tiempo.

Era emocionante cada vez que sacaban un nuevo álbum. Era como un acontecimiento. Lo mismo sucedía con Bob Dylan. De hecho, hace poco encontré un pequeño álbum de recortes que hice en aquella época donde guardaba las cosas de los Beatles que encontraba. Esto demuestra lo obsesionada que estaba con ellos. Aparecían en las revistas y estaban en todas partes. ¡Era la Beatlemanía! Casi se me olvidó lo grande que había sido el fenómeno. Guardé artículos de prensa e incluso un envoltorio de un paquete de chicles donde ponían anuncios en el interior… cuando abrías el chicle, aparecía algo relacionado con los Beatles.

Estás considerada como una de las compositoras más influyentes de las últimas décadas. ¿Has aprendido alguna lección sobre composición al enfrentarte a estas canciones?

Es difícil no sentirse fuera de lugar porque los Beatles eran muy buenos. Tuve que alejarme de las ideas preconcebidas y dejar de pensar por qué no puedo hacerlo yo del mismo modo o por qué no puedo escribir una canción tan buena como esas. Empecé a sentirme insegura. Tuve que superar esos miedos y disfrutarlo por lo que era. Al principio estaba preocupada porque no quería que sonáramos como una banda de versiones. Pero no lo pensé mucho. Entramos al estudio y trabajamos como lo haríamos con las canciones de cualquier otro artista. Mi enfoque a la hora de tocar y grabar es bastante orgánico. Dejo que las cosas sucedan. ¿Qué puede salir mal?

Este álbum es tu primera experiencia en el estudio con el guitarrista Marc Ford. ¿Qué aporta al sonido de tu banda? ¿Conocías su trabajo en solitario y con los Black Crowes?

Conocí a Marc hace muchos años en Los Ángeles, cuando estaba grabando sus propios álbumes. Aporta un gran sentimiento de blues porque yo interpreto muchas canciones de este género y Marc es realmente bueno para lograr ese sonido. También es muy callado. Parece tímido y, cuando está tocando, es muy tranquilo. No es un músico llamativo ni ostentoso, como algunos guitarristas de rock. Cuando está en el escenario, a veces me deja sin palabras. Ahora tengo dos guitarristas en la banda, Doug Pettibone y Marc Ford. En ciertas ocasiones miro hacia atrás para ver quién está tocando. Y cuando veo que es Marc, simplemente digo: «¡Vaya!». Siempre esconde una leve sonrisa. Es encantador.

Hablemos de algunas canciones concretas. Por ejemplo, «With A Little Help From My Friends» se acerca más a la versión de Joe Cocker que a la de los Beatles. ¿Te marcó de algún modo aquel himno de la contracultura que sorprendió a la generación de Woodstock?

Es la versión que más veces he escuchado y eso hizo que tuviéramos dificultades a la hora de grabar. No estaba segura de qué camino tomar porque también me gusta la versión de Ringo Starr. Quería mezclarlas un poco. Pero, cada vez que empezábamos a tocarla, la banda automáticamente tomaba la dirección de Joe Cocker. ¡Esa versión forma parte del imaginario de todo el mundo! Tenía una producción increíble, con esos coros magníficos. Era una canción soul. Ojalá hubiera estado en Woodstock, pero me lo perdí. No creo que entonces tuviera la edad suficiente para ir y, de todos modos, mi padre no me habría dejado.

«Yer Blues» es una elección bastante arriesgada que demuestra tu afinidad por el blues. ¿Qué significa este género musical para ti?

Es difícil describir o verbalizar lo que significa el blues. Es más que un sonido. Es algo orgánico y resulta complicado ponerlo en palabras. El blues que me atrajo al principio fue el del Delta del Mississippi, con Robert Johnson y artistas de ese estilo. Me volví loca por el blues. De hecho, era bastante fanática del blues del Delta. Descubría a muchos artistas, iba a las tiendas de discos y trataba de encontrar los álbumes más obscuros, los menos conocidos, para escucharlos e intentar aprender sus canciones. Es una música muy primitiva. Tiene algo de antiguo y te sorprende con un sonido único.

Creo que en Europa apreciamos mucho a esos pioneros del blues y los vemos como leyendas. Pero en Estados Unidos siguen actuando en locales pequeños para un público reducido.

Esa es una buena reflexión porque recuerdo haber visto en Nashville a ese artista de blues que tocaba con su hijo, ahora no recuerdo su nombre… R.L. Burnside. Creo que fue descubierto en los años ochenta y me obsesioné con su música. Me enteré de que actuaba en la ciudad y yo estaba muy emocionada por verlo en directo. Pero ni siquiera se llenó la sala y eso me molestó. Me preguntaba: “¿Dónde está la gente? Este tipo es increíble. Es una leyenda. ¿No saben quién es?”. Muchos artistas de blues y jazz de Estados Unidos tuvieron dificultades durante sus carreras. Esa ha sido la historia durante décadas y parece que son más respetados en el extranjero.

Desde tu álbum de debut se te ha alabado como una gran compositora, pero te llevó años ser reconocida como cantante. ¿Cuándo consideras que encontraste tu voz como intérprete?

Grabé algunas canciones en las que me sentí bien con mi voz. Es difícil de explicar porque se trata de un sentimiento muy personal. Me sorprendió un poco cuando la gente empezó a decir lo mucho que les gustaba mi manera de cantar porque no he tenido ningún tipo de formación. Cada uno tiene su propia idea de lo que es un buen cantante. Yo no puedo alcanzar notas muy altas. Me encantaría poder cantar como Aretha Franklin. Cada vez que abría la boca, salían unos sonidos asombrosos. Pero también aprecio estilos vocales más suaves, como los de Nick Drake y Suzanne Vega. Me gustan todo tipo de voces y estoy contenta de que me inviten a cantar en álbumes de otros artistas. Supongo que les gusta mi estilo.

En la canción «Fruits of My Labor» dices: “Quédate con la gloria cualquier día antes que la fama”. Este verso me hace pensar en todo aquello que cedemos para mantenernos íntegros en lo que hacemos, en tu caso la música.

En parte habla de esta idea que comentas. Es muy difícil ser original, mantenerte conectado a tus raíces y, al mismo tiempo, lidiar con la parte corporativa de la industria musical.  Ya sabes, el negocio de la música está realmente alejado de la parte artística y creativa. Resulta complicado ser artista y a la vez empresario. Las dos cosas no encajan demasiado bien. Sin embargo, muchos artistas acaban intentando manejar su propio negocio.

Para terminar, en la canción «Get Right with God» hay una búsqueda espiritual evidente. ¿Cómo ha evolucionado tu relación con la fe desde entonces?

He tratado de hablar con Dios porque, aparentemente, escucha a la gente. Eso es lo que todos dicen: “¡Habla con Dios, él te escuchará!”. Así que lo intenté muchas veces. En realidad, intenté hablar con el Arcángel Miguel porque pensé que quizá sería más accesible. Aún no estoy segura de que eso sea cierto. Tengo una imaginación bastante grande. De alguna manera, siempre he estado conectada con ese mundo espiritual. El blues también es algo sagrado. Como puedes ver, todo está conectado en mi mente. Otra vez me resulta difícil explicarlo.

Texto: David Moreu

Fotos: Danny Clinch

Un comentario

  1. Magnífica información que incrementa aún más las ganas del próximo encuentro.

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