El arte es a menudo el resultado de la fricción inevitable entre la persona y la vida: esa sensación de que la paz de espíritu está ahí, más o menos cerca, más o menos alcanzable, aunque siempre elusiva. Siempre avezada para darse el piro justo cuando creías que estabas a punto de abrazarla.
Sobre esta incomodidad –con uno mismo, con el mundo, con la vida–, mezclada con una capacidad de sorprenderse inasequible al desaliento, se forjan muchas personalidades artísticas que son las que, luego, algunas de ellas, pintan obras, escriben libros, hacen teatro o canciones capaces de cambiar vidas. Capaces de parir nuevas formas de remover nuestras emociones, en este obsesivo nado contra la corriente, tratando de no ahogarse, de no sucumbir. De mantener la cabeza fuera de aguas bajo las que sucumbir sería el peor acto de rendición. El fin de la fricción y el inicio de un largo tedio y asco.
El músico y agitador irlandés Jeff Lefroy sabe bastante de todo ello. Sabe de vidas incómodas, de recibir hostias como panes, de no dar el brazo a torcer, de reinventarse constantemente, a sabiendas que amoldarse a fórmulas acomodaticias es una forma terrible de concatenar pequeñas muertes espirituales. Sabe de componer canciones y de impulsar las de otros. Sabe de dolor, de dicha, de mantener las ilusiones pese a todo.
Con un nuevo proyecto musical que, sobre la base del Blues y R&B de su tierna juventud, aúna un buen número de influencias vividas, respiradas y tocadas en su transcurso vital –clásico, Soul, Funk, Folk–, nos desplazamos a su madriguera en Perpiñán, una casa llena de discos, libros, arte y recuerdos que comparte con su partner in crime, Valerie, y un gato. Y ahí hablamos de lo suyo, que es mucho. Que podría ser casi todo.
Vayamos a las raíces de todo, tu juventud. ¿Qué le aficionó a la música? ¿Cuáles fueron las primeras canciones que te enamoraron?
Creo que la mayor inspiración para dedicarme a la música me llegó cuando, de niño, me encontré en el escenario con los Rolling Stones… ¡Sí, te lo digo de verdad! El caso es que actuaban en un gran festival de Rock en Irlanda y los niños de la zona fuimos invitados a sentarnos frente a los altavoces del escenario, a pocos metros de distancia, mientras los Stones hacían lo suyo ante miles de personas. Recuerdo que pensé: “¡Yo quiero hacer eso!”. Los teloneros del concierto eran la J. Geils Band y George Thorogood & The Destroyers, que también me encantaban, así que creo que fue allí donde nació mi amor por el Blues y el R&B. Sabía lo que quería hacer, pero no tenía ni idea de cómo. Iba a pasar un tiempo antes de que pudiera averiguarlo.
Tu niñez fue musical, ¿entonces?
Fui un niño muy solitario. Estuve en internados desde los siete años. Era un poco empollón y no conectaba con los demás niños. Por desgracia, este aislamiento creó una situación en la que fui presa fácil de profesores que abusaban sexualmente de mí y del acoso de los otros niños, así que mi infancia fue un largo y solitario infierno. Como era un internado, no tenía a dónde ir para escapar, así que me refugié en el mundo de la radio. Me escondía y escuchaba mi transistor en cualquier momento que podía. Mi emisora favorita era Radio Luxemburgo The Fab 208, pero también me empapaba de todas las emisoras británicas y de la radio irlandesa. Se convirtió en mi pequeño mundo privado y los DJ en mis “amigos”.
En aquel mundo sin redes sociales ni ordenadores, era el único contacto que tenía con el mundo exterior. Durante las vacaciones me encontraba en una remota zona rural de Irlanda, donde la única persona de mi edad era mi hermano pequeño. Eran los años 70, así que crecí a base de música pop de aquella década y la anterior. No me encariñé con ningún género en particular, para mí todos los estilos musicales eran iguales, lo que me enamoraba eran las canciones. Podía ser cualquier cosa, desde los Beatles, los Stones, Status Quo, T Rex, David Bowie hasta música country e incluso cosas como Barry Manilow, David Soul y música disco. Me encantaba todo. Me obsesioné y mi personalidad algo autista me llevó a ser capaz de decirte la fecha y las posiciones en las listas de éxitos de cualquier canción del top 20 de los 60 y la primera mitad de los 70… ¡Algo que ahora no podría hacer!
Viviste la explosión del punk, claro
Sí, y todo cambió cuando apareció el punk, porque de repente escuché canciones de rabia y alienación que me hablaban directamente a mí. Por fin encontré una salida para la rabia que había ido acumulando en mi interior.
Sin embargo, aunque me identificaba con la música y el sentimiento, el look punk y la forma de vestir no me atraían, así que no fue hasta finales de los 70 cuando llegó el revival mod y, por fin, encontré un “hogar”. Eso sí, además de grupos como The Jam, Secret Affair y todo el rollo Two Tone, también me encantaban todos los artistas de la new wave, como Elvis Costello y Joe Jackson.
¿Cómo fue crecer en un Dublín marcado por el conflicto? Creo que fue una parte importante de lo que podemos definir como una juventud muy difícil…
Al estar en la República, en Dublín no se respiraba la guerra que sí se vivía en el norte de Irlanda, aunque había, todavía, mucha tensión. Estuve en un internado en Inglaterra entre 1978 y 1980; por suerte, era alto y me resultaba fácil saltar la valla y escaparme por la noche para ir a conciertos, lo que fue genial hasta que todo se torció, tuve problemas con la policía y me enviaron de vuelta a Irlanda.
Cuando llegué a Dublín, un grupo de mods me dio una paliza por mi acento “inglés”, lo que me hizo darme cuenta de que tenía que hacer amigos y no moverme solo. Como he dicho antes, crecí en la Irlanda rural y mi familia protestante procede de ambos lados de la frontera. Además, mi padre estaba en un regimiento irlandés del ejército británico, así que las cosas eran muy complicadas para mí y no podía dejar que la gente supiera mucho sobre mí por si daba lugar a malentendidos, así que esto no hizo sino aislarme todavía más a la vez que me revestía de una cierta aura de misterio, lo que se percibía como guay. En todo caso, visitábamos a menudo a mi familia en el norte y era una experiencia aterradora e incómoda. Yo no me identificaba con ninguna de las dos facciones, así que sí: más aislamiento y una enorme sensación de inseguridad. Y también el hecho de ver lo fácil que es convencer a los humanos de que se maten entre sí…
Al final de tu adolescencia te mudaste de Dublín a Londres, y allí te ganaste el apodo de «The Fish», porque trabajaste en una pescadería mientras buscabas la manera de entrar en el negocio de la música. Cuénteme algo más sobre este periodo.
En cuanto tuve edad suficiente, me largué de casa debido a la pésima relación con mi familia y me trasladé a Dublín. Al principio fue complicado, ya que no tenía dinero ni sabía cómo funcionaba nada, así que, para empezar, me quedé sin hogar y luego viví en un albergue. Fue una época muy dura, pero fueron mis primeros pasos para hacer mi propia vida. Al final me enteré de cómo funcionaba la seguridad social y pude conseguir un piso, aunque en aquella época era muy difícil encontrar trabajo, ya que Irlanda atravesaba una profunda crisis económica.
Seguía siendo mod y yendo a conciertos y clubes, pero sabía que había algo más. Soñaba con ir a Londres, pero no tenía ni idea de cómo conseguirlo. Mi novia de entonces tenía trabajo, pero yo no porque había dejado la escuela sin ninguna cualificación, así que iba a su casa por las tardes y fumaba y bebía té mientras esperaba a que volviera del trabajo. Un día su padre no pudo soportarlo más y me consiguió un trabajo en la pescadería local, y me dijo que si no lo aceptaba ya no me permitiría ver a su hija, así que lo hice y aprendí el oficio. Ella me dejó de todos modos, pero ahora tenía un piso y un trabajo. Entonces ocurrió un milagro: un amigo de mi hermano conoció a alguien que tenía un puesto en el mercado de pescado de Londres y me dijo que si iba a Londres me daría trabajo. Así que me fui inmediatamente para seguir persiguiendo mis sueños.
Mi relación con mi familia seguía siendo inexistente, así que en Londres estaba sin un duro y vivía en un pequeño estudio que hoy sería ilegal con mi nueva novia. Charlie, el famoso sastre mod de Carnaby Street, era un griego encantador al que le encantaba el pescado, así que todos los sábados le traía un montón de pescado del trabajo y él me hacía ropa chula. Esta relación duró mucho tiempo porque piensa que estuve trabajando de eso durante 17 años, y ahí es cuando me gané el apodo de Jeff “The Fish”. Trabajaba con los peces desde las cuatro de la mañana hasta las dos del mediodía, así que tenía las tardes y las noches para perseguir mis sueños de triunfar en la música.
Ahí ya fundas tus primeras bandas…
Sí, tuve un par de proyectos, uno muy inspirado en MC5 y otro en Boys Wonder, pero mi primera banda seria fue The Revelation Corporation que empezó en 1990 coincidiendo con el debut de la escena Acid Jazz, aunque inspirada sobre todo en Jimi Hendrix y Sly and The Family Stone con un toque mod. Cuando aquella banda se separó, recorrí los clubes de Jazz de Londres y recluté un nuevo combo con una idea muy distinta. Estaba buscando músicos de primera fila de la escena del Jazz, porque en aquel momento me había metido de lleno en aquellos sonidos, y así nacieron Action People. Con estos también nació el sello Revco que, si te fijas, es el acrónimo de Revelation Corporation.
Sí, es verdad, con Revco hicisteis los discos de Action People y de otros proyectos como Ultravibe o DJ Maxi Jazz.
Tenía abiertas muchas negociaciones con grandes sellos, pero después de que me tomaran continuamente el pelo me di cuenta de que nadie iba a hacer las cosas por mí. Revco lo fundé junto con Alan Little, propietario del estudio, y T Preston, mi socio compositor. T Preston se marchó muy pronto y Alan y yo nos quedamos al frente. La escena londinense se movía con rapidez en aquellos días, y pasamos del Acid Jazz Funk al UK Hip Hop, al Trip Hop y al Drum’n’Bass… todo con un sabor a Jazz, que era el denominador común de todos los géneros que publicábamos, pues nos considerábamos, ante todo, un sello de Jazz contemporáneo.
Por ahí y por Action People pasaron muchos músicos de primera línea que luego, con el tiempo, han hecho cosas interesantísimas. Mi carrera musical es curiosa: he sido el trampolín para muchos músicos… ¡Excepto para mí mismo! (risas)
Eso te iba a decir, con Revco estabas más produciendo que haciendo música…
Así es. Desgraciadamente, la necesidad de dirigir el sello fue dejando de lado mis ambiciones musicales personales y cada vez me sentía más infeliz. Aquello se juntó con una situación personal difícil, pues mi novia de entonces era discapacitada y se había quedado ciega, y aquella relación llegó finalmente a su fin. Y yo, tratando de evadirme de aquellos acontecimientos que me estaban superando, fumaba demasiada hierba. Al final tuve una crisis nerviosa.
Y es cuando te piraste de ahí y fuiste a Australia a trabajar… ¡de vaquero!
Sí, lo dejé todo, incluida la música, y decidí cambiar de aires para recuperarme. Durante los dos años siguientes recorrí el sudeste asiático y Australia, donde ayudé en una granja de ganado durante un tiempo. Estaba hecho un lío psicológicamente, pero cuando empecé a recuperarme, aquel amor por la música, que había quedado dañado por mi paso por el mundo de los negocios, fue volviendo poco a poco.
Quise volver a tocar la guitarra, pero viajaba ligero y un instrumento tan grande era un engorro, así que me puse a tocar la armónica. Al principio fue una decisión de necesidad, pero me alegré mucho de haberlo hecho porque descubrí que tengo una afinidad natural con ella, y creo que me devuelve a mis primeros días de música basada en el Blues que tanto me gusta. Dejé la granja y trabajé y toqué en clubes en Australia y Singapur hasta que volví a Londres y ahí conecté con una banda mod de mi juventud, Long Tall Shorty.
Háblame de esta etapa.
Al principio me uní a ellos como invitado en algunas canciones al final de sus conciertos. En aquel momento todavía sonaban más bien punk, pero las canciones que hacía con ellos se convirtieron en las mejores partes de su repertorio en vivo y, finalmente, Tony Morrison me preguntó si quería unirme a la banda. Acepté, diciendo que me quedaría un año, con la condición de que la banda mejorara su look y sólo se tocara R&B. Durante aquel 2004 toqué la armónica y la guitarra e incluso canté algunas canciones y, a finales de año, produje su álbum Women and trouble.
Fue una época fascinante para mí, porque también toqué con los Purple Hearts y Secret Affair, y conocí a mucha gente guay. ¿Quién me iba a decir que todos estos años después estaría tocando con grupos cuyos posters estaban en mi pared cuando era adolescente? Le debo mucho a Tony ‘Perfect’ Morrison, fue como una especie de mentor y me permitió y animó a hacer cosas que nunca había imaginado. Era una persona muy especial y el alma más auténticamente rocanrolera que he conocido. Por desgracia, murió de Covid durante la pandemia, lo que fue muy triste.
Y a partir de ahí recalaste en Barcelona y, más adelante, en Perpiñán.
Sí, aunque la verdad es que, de entrada, yo quería emigrar a Australia, pero no tenía suficiente dinero para obtener el visado. Más tarde descubrí Barcelona y una chica catalana, Eneida Fever, supo contagiarme con su amor y orgullo por su ciudad y por Cataluña. Además, muchas cosas de Barcelona me recordaban mucho a Australia y entonces me di cuenta de que no necesitaba irme al otro lado del mundo para encontrar lo que quería. Así que sí, dejé Londres y, tras un intento algo fallido de vivir en la Ciudad Condal, finalmente encontré mi camino a Perpiñán. ¡Vueltas que da la vida!
En Perpiñán te embarcas en la aventura de las recopilaciones Modern Jazz Dance Classics, dando voz a un montón de proyectos muy interesantes que a través de estos álbumes (tres en total) llegaron a oídos de la escena internacional del Jazz Dance.
Durante nueve años tuve un programa de radio semanal en el que tocaba muchos géneros y que me permitía descubrir un montón de buena música Jazz Dance que sólo se editaba en CD y digitalmente, por lo que no la pinchaban los DJs que trabajan con vinilo. Te diría que ahí nació la idea de la serie de álbumes dobles era poner tanta de esta música como fuera posible en vinilo: una idea simple que, como tantas veces en mi vida, llevó a algo mucho más grande…
Sí, porque tú montabas un festival europeo de Jazz Dance…
Organicé el Jazzcotech Jazz Dance Festival con el famoso bailarín británico Perry Louis y con Raph Dumas. En aquella época, Perpiñán era un lugar estupendo para hacer cosas así. El festival duró tres años, tras los cuales puse en marcha la Fish Party, que inicialmente comenzó como mi fiesta de cumpleaños y que acabó teniendo ocho ediciones atrayendo, finalmente, a gente de Inglaterra, Alemania, Italia y España o lugares tan lejanos como Japón, que se mezclaba con el público de Perpiñán.
Fue una pasada, pero al final la carga de trabajo era demasiado dura, así que decidimos terminarlo por todo lo alto. Creo que mucha gente recordará toda su vida los buenos momentos que pasó ahí, lo cual me hace feliz.
¿Y los recopilatorios? ¿Por qué no tuvieron continuidad?
No hubo continuidad porque mi acuerdo con el sello alemán era para tres álbumes dobles y, una vez hecho esto, no lo renovaron. Piensa que no era realmente un sello de Jazz y que para ellos aquello era más bien un experimento.
Y entonces, cuando nadie esperaba algo así, hace unos años volviste a componer canciones y empezaste Jeff the Fish & his Misadventures, en una forma completamente diferente, volviendo a tus raíces de Blues y R&B y añadiendo una amplia gama de sonidos orgánicos clásicos como Folk, Rock o Soul.
Sentí que, de nuevo, como tantas otras veces, me hallaba en una posición en la que lo hacía todo para otras personas, así que decidí que era hora de hacer algo por mí mismo. También me aburro con facilidad y quería volver a mis ambiciones originales y hacer, por fin, lo que nunca llegué a hacer al principio. Nada hay que me haga más feliz que hacer esto y todavía hay un pequeño niño aislado dentro de mí que quiere que se escuche su voz. Me encanta escribir canciones y tocar la guitarra y la armónica. La música que escribo es la que me sale de forma natural, no intento adaptarla a ninguna tendencia en particular, es pura y sale directamente del corazón que parece tener una esencia netamente Blues Rock.
¿Y tu público habitual cómo reaccionó?
Para ser sincero, gran parte de mi público habitual, que me tenía por una jazzhead, no sabe qué pensar de lo que hago ahora, y desde 2023 he estado atrayendo un público en gran parte nuevo. Es duro y largo, pero mi música se puede escuchar en emisoras de radio de Indonesia, Australia, Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia y muchos lugares de todo el mundo, así que estoy contento. Teniendo en cuenta la financiación y el poder que tengo, no podría ir mejor y te he de decir que, cuando escucho mi música, me siento orgulloso.
Hicisteis un CD de debut, pero ahora os estáis tomando vuestro tiempo para el siguiente, y publicando vuestras canciones a través de plataformas. ¿Por qué?
Publiqué el disco de debut en 2023 y, en términos financieros, fue un error. Gasté mucho dinero en crear un producto físico, pero la realidad de estos tiempos es que a muy poca gente le interesa. Ni siquiera las distribuidoras se molestan ya en acercarse a las tiendas, si quieres comprar un disco de un artista emergente tienes que ir a una tienda y encargarlo, pero eso ya no lo hace nadie, te buscan en internet y lo escuchan gratis. Además, me di cuenta de que, en mi álbum, de diez temas en línea sólo los dos singles llamaban la atención, ¿los otros siete temas? Nada. Hoy en día hay que promocionar cada canción. Así que hablé con amigos del Reino Unido que trabajan en la industria musical y me aconsejaron la estrategia que estoy utilizando ahora.
Estoy lanzando un single en todas las plataformas digitales cada seis semanas. Los algoritmos de estas plataformas recompensan a la gente que publica a menudo, una vez al mes o así, por lo que en teoría te haces más y más visible a medida que continúas. Veremos si funciona, pero lo que es seguro es que mi música se escucha mucho más que antes. Sé que la música es buena, que hay muchas de las cosas que amo, desde sonidos de Rock clásico hasta baladas llenas de Soul, así que vamos a ver si algo sucede. Si es así, sacaré un producto físico. Empecé esta estrategia en enero de 2025 y continuaré hasta la primavera verano de 2026.
O sea que queda Jeff para rato, ¿sí?
Hay mucha buena música en camino. Estoy constantemente en el estudio con grandes músicos del Reino Unido y Francia, como Matt Cowley, Bennett Holland e Isabelle Durel. ¡Está todo en manos del destino! Mi idea, en cualquier caso, es seguir haciendo música todo el tiempo que pueda… ¡y luego me jubilaré y me convertiré en pintor!
Puedes encontrar y seguir a Jeff en todas las plataformas digitales de música (Spotify, Youtube, Deezer, iTunes, etc.) bajo el nombre de Jeff “The Fish” Lefroy.
Texto: Alberto Valle