Grande Amore ya no es un proyecto, es una trinchera. Si antes Nuno Pico apostaba por un sonido electrónico con reminiscencias al rock, su último disco (III) invierte la fórmula. La incorporación de Clara Redondo (guitarra) y María Grep (teclado y sampler) refuerza el golpe, sumando distorsión y nuevas texturas vocales. Un manifiesto sucio y bello que eleva su propuesta. Estamos ante su mejor trabajo y probablemente uno de los discos más destacados del año a nivel nacional.
El trabajo previo al álbum, especialmente en las fases de prueba y error, ha sido clave. ¿Cómo lo vivisteis?
Nuno: Este es el álbum más grupal, con un enorme trabajo previo de los tres. Lo más difícil fue adaptarlo al directo. Queríamos que el álbum reflejara nuestros conciertos, pero el curro de Jacobo Naya fue tan fino que terminó siendo mucho más pulido que lo que hacíamos en vivo. Lo más aclamado por la gente en este nuevo disco es el trabajo de Clara y María. Y se nota. Antes, el directo era una traslación de mi pajarada a la realidad, cosas muy simples. Ahora somos tres, las cosas que hace María, por ejemplo, yo no soy capaz de hacerlas en directo. Grande Amore ya no es un cantante solista con banda. Requiere más trabajo, pero el resultado mola más.
¿Cómo ha arrancado la gira?
Clara: Sorprendentemente guay.
María: En los ensayos, no pensábamos que los primeros conciertos saldrían tan bien.
N: No sé si desde fuera se nota, pero hemos cambiado mucho respecto a la gira anterior. Ahora tocamos más instrumentos y no somos músicos de sesión que nos aprendemos un repertorio en cuatro días. Dependemos de pasar horas en el local, con recursos técnicos limitados. Hubo momentos ensayando en los que nos preguntábamos: «¿Seremos capaces de hacer esto?”
Sin duda, este es el álbum más contundente de los tres, gracias a la densidad de la guitarra de Clara y las capas sonoras de los samples de María. Un trabajo que transita entre la oscuridad del New Beat y el rock distorsionado.
N: El 90% del mérito sonoro de este disco es de Jaco. Nosotros no teníamos el conocimiento para lograr lo que él consiguió. Y también de Campi, el ingeniero detrás de la grabación y la mezcla. Congeniamos muy bien con ambos.
M: Eran las dos partes necesarias: tú con tu visión, y ellos con la capacidad de entenderla.
C: Y de materializarla. La clave fue la buena conexión que surgió entre todos.
¿Cómo conocisteis a Jaco?
N: Hace unos años, cuando tocamos en la Sala Sol. Cuando llegó el momento de grabar el disco, estuve un mes dándole vueltas a cómo planteárselo, porque la química fue inmediata. Me sorprendió mucho su estilo cuando vino a esa sala con un pedal fuzz sesentero, lo enchufó y lo metió directo a la mesa. Muchos lo ven como una aberración, pero hay algo en esa incorrección del sonido, en esos glitches, en el digital roto, que encaja con nuestro rollo. Creo que la gente aún se pregunta hasta qué punto lo que hacemos es performance, si podríamos tocar de manera más técnica pero preferimos hacerlo más primitivo.
M: Hacemos lo que podemos, no damos para más.
N: Podría ser Yngwie Malmsteen, pero prefiero parecer un chimpancé. Lo que ves es lo que soy. Ellos se adaptaron muy bien a nuestra forma de hacer las cosas. Este disco hubiera sido imposible sin ellos.
La amistad siempre ha sido clave en las decisiones de Grande Amore, como lo demuestra que vuestro anterior productor fuera Carlangas. ¿Cómo influye esto en el proceso creativo?
N: He tenido mucha suerte a nivel humano. A Jaco le propuse currar casi por casualidad, sin referencias de que fuera a funcionar. Con Clara y María pasó lo mismo. Me parece, joder, demasiada casualidad… ¿Existirá Dios?
Cuando nos conocimos los tres, era solo por encima, y ahora compartimos 24 horas al día. Más aún en un grupo que, a priori, no es del estilo que más les mola a Clara y María. La base de todo es congeniar a nivel humano. Musicalmente, ninguno de los cuatro compartimos casi referencias, bueno, quizá Amaral y Marcelo Criminal… y para de contar.
Este es un disco que revela más sorpresas con cada escucha.
N: Nuestras limitaciones técnicas encuentran su contrapunto perfecto gracias a Jaco. Mira, por ejemplo, la versión que hicimos de Los Suaves, «Maldita sea mi suerte»: esos arreglos finales al más puro Hellacopters jamás se me hubieran ocurrido a mí. Hasta nuestro teclado cutre, con el que intentamos sacar un sonido tipo The Cramps, acaba sumando. Al final, las carencias de los tres terminan empastadas en un contexto donde, curiosamente, pegan de puta madre.
«En Flor dun día», hay un cambio de ritmo a mitad de canción que nos lleva a terrenos de Black Sabbath.
N: En directo nos flipa tocarla, pero nos costó mucho prepararla. La primera parte esta cantada por María y Clara, y tiene un rollo más Triangulo de Amor Bizarro, y luego, cuando entro sí, esa era la idea. El hecho de sumar sus voces, la mejora infinitamente.
¿Cómo surgió la colaboración con David, vocalista de La M.O.D.A?
N: «Se te volvo a ver» la tenía guardada en el Ableton desde enero del 2022. A David ya lo conocía de antes, y aunque le pedí el favor con vergüenza, fue súper fácil en todo momento. Igual que con Nacho en la otra colaboración. Ambos encajaron todo perfectamente, sin complicaciones.
A Nacho Vegas le llevas a un registro completamente nuevo en «Ti máis eu» , canción que conecta como un guante con la siguiente, «Contigo»
N: El orden del disco era otro, pero un día, llegué a casa destrozado, sin energía… Y de pronto, me llegó un audio de 11 minutos de Jaco. Lo escuché y lo primero que pensé fue: “Abortamos misión”. Al final, le hice caso y le dimos mil vueltas hasta que el orden del disco quedó perfecto.
Texto: Víctor Terrazas
Fotos: Esther Estévez