Ángela Hoodoo es una artista granadina (afincada en Málaga) que no necesita mapas para navegar por la música. Con Outlaw Girls —su nuevo disco recién estrenado— ha plantado bandera en un territorio propio donde conviven el blues descarado, el country salvaje y el rock’n’roll más visceral.
Este trabajo, grabado entre las grietas de su primera gira, es un manifiesto de empoderamiento: siete canciones que huelen a carretera, a valentía y a la firme decisión de no pedir permiso. Se nota que no hay concesiones, sólo instinto convertido en canciones que no entienden de géneros ni fronteras. Sólo de verdad.
El disco, producido con la complicidad de Pablo Fugitivo, es un viaje sin freno por los sonidos de raíz americana que Hoodoo lleva tatuados en el alma. También literalmente en el brazo, como su homenaje a Etta James. No le interesa encajar, sólo ser fiel a lo que siente y ese credo lo trasladará al directo con una gira que arrancará el 1 de junio en la estupenda Rock&Blues de Zaragoza, pasando por festivales y salas de toda España (las fechas confirmadas incluyen Madrid, Barcelona y su querida Granada), donde –además de los nuevos temas– promete rescates de Coyote (su debut) y algunas versiones.
Felicidades por el disco, me ha gustado mucho. Quizá no esperaba tanta variedad de registros… Y no lo digo cómo algo negativo. ¿Cómo surgió?
Realmente la variedad de registros es algo que va conmigo a la hora de componer. No me gusta cerrarme puertas creativas, sobre todo si tengo esa facilidad para trasvasar de un género a otro con soltura y dentro de una unidad estilística, como es la música de raíz americana, que lo permite. Para que se entienda: me gusta compararlo con el flamenco y sus múltiples palos. Que hagas una soleá no te impide hacer bulerías o seguiriyas. Dependiendo de lo que quiera comunicar, elijo una vía u otra: puede ser un blues, un country o un rock’n’roll.
¿Y hay algún pegamento que las una?
Comparten algo en común: fueron compuestas o terminadas durante mi primera gira, y todas mantienen esa frescura y misma energía.
En el disco hay una gran riqueza de arreglos y registros. Se intuye una inversión, y tal y cómo se encuentra la industria no sé si es que te encuentras en un momento en el que has decidido apostar a doble o nada.
He de decir que en este tipo de asuntos soy bastante outsider. No he tenido en cuenta la situación de la industria musical para tomar decisiones creativas. Mis canciones van más acordes a mi manera de ser como artista o a mi momento vital que a todo lo que rodea a la música y no es música propiamente dicha. Me dejo llevar por el instinto: sé lo que quiero y cómo quiero que suene. Confío en mi criterio y no me cierro puertas por miedo a no encajar en los cánones o en una industria salvaje como la actual. Eso sí, apuesto el doble y me rodeo de un equipo que comparte esa visión.
¿Vas a llevar el disco al directo con todos sus matices o eres de las que piensa que el estudio es una cosa y el escenario otra (más sudorosa y menos pulida)?
En este directo trasladaremos la energía del nuevo disco: mucho rock’n’roll, rhythm’n’blues y country gamberro. Tocaremos todas las canciones de *Outlaw Girls*, rescataremos algunas de *Coyote*, añadiremos inéditos y versiones sorpresa. Tengo la suerte de contar con una banda de músicos increíbles y amigos con los que hay mucho feeling. Esto no siempre pasa y para mí es una suerte. El disco evidentemente tiene más matices, porque en según qué canciones hay otros instrumentos que no forman parte de la banda base, o alguna colaboración que ya conocéis. Una vez leí de Rick Rubin que no te debes poner barreras en la creatividad cuando compones, y sigo esa premisa: si una canción me pide una producción determinada no la voy a abandonar porque en el directo no la pueda defender de igual forma por cuestiones técnicas o económicas, siempre hay maneras de hacerlo.
Da la impresión de que podrías haber hecho un EP a partir de cada una de las canciones. ¿Cómo te decantaste por unas y otras?
He de decir que alguna se quedó fuera. Soy una persona que compone mucho, de hecho, de todo lo que hago (cantar, tocar la guitarra, etc), lo que más me define es componer. Elegí esas siete canciones que conforman Outlaw Girls porque todas tenían una unidad artística similar: habían sido compuestas o terminadas durante la gira y mantenían una frescura similar interesante. Son temas que, como banda, teníamos muy ensayados y ya sonaban como cañonazos antes de la producción.
¿Se quedaron muchas fuera?
Dejé algunas canciones fuera en el momento que decidí hacer un 10 pulgadas y no otro formato. En principio iba a ser un EP, pero no podía permitirme dejar fuera algunas canciones clave y finalmente así quedó todo, pero fue una decisión muy meditada.
Tras haber terminado Outlaw Girls, ¿cómo valoras Coyote, tu debut? ¿Lo ves como un paso necesario o como algo que ya has superado?
Lo valoro con cariño y, si te soy sincera, con categoría. Yo venía de militar en bandas diversas y quería tener un proyecto propio, donde tomara las decisiones y lo guiara hacia mis objetivos: quería girar, entrar a un sello discográfico, etc. Echo la vista atrás y hay veces que no soy consciente de todo lo que ha avanzado el proyecto y lo que yo he crecido como artista.
Entiendo que tu situación era muy distinta entonces y ahora…
Cuando entré a grabar Coyote no tenía una banda fija, tenía un disco con buenas canciones, bien producidas, pero estaba tocando en acústico hasta ese momento. Conseguí cerrar una primera gira con más de 65 fechas (de manera autogestionada), entre ellas dos de los festivales más importantes del país en este tipo de música. Peleé cada cosa que hoy día tengo y además en un momento complicado, donde estaba transitando el duelo de mi madre (de ahí ese matiz “johnnycashiano”, oscuro y más folky de mi disco debut).
Vaya, lo lamento… No sé si es porque lo has superado, pero Outlaw Girls suena distinto.
Outlaw Girls es el zenit. Quería que este disco reflejara el momento actual en el que me encuentro: de empoderamiento personal, de renovación, de “poner los ovarios encima de la mesa”; un “aquí estoy yo”, en toda regla.
Aunque suene algo cursi, diría que “has madurado como artista”. ¿Tú cómo lo ves?
Estoy de acuerdo contigo. Estos últimos años he madurado mucho como persona y como artista debido a las experiencias, tanto buenas como malas, que la vida nos trae. A nivel musical, he aprendido a entender mis canciones de forma diferente gracias a tener la ayuda del productor Pablo Fugitivo muy de cerca. Por ponerte un ejemplo, ya no pienso las canciones como lineales sino mucho más expansivas, entiendo cómo quiero que suene cada instrumento y lo imagino en mi cabeza.
Y parece que lo has logrado.
Soy de la opinión que cada disco refleja el mundo interior del artista y el momento vital en el que se encuentra. Es bonito atreverte a reflejar eso en el sonido y las letras de tus canciones y no hacer algo impostado solo por agradar a los demás. Cuando oigo una de mis canciones, primero me tiene que enganchar a mí para que después pueda hacerlo contigo.
Eso también se podría aplicar a la transición desde tu juventud punk a esta fase como artista. ¿Cómo ves a esa Ángela y qué ha ocurrido para que te conviertas en esta?
Revisito a esa Ángela en muchas ocasiones, y la recuerdo con cariño por todo lo que me enseñó y hoy día pongo de manifiesto: las tablas que tengo en el escenario, la “poca vergüenza” y el humor en el escenario o la fiel dirección que tomo en las cosas que quiero conseguir; eso me lo ha dado el punk. La performance en escena y esa fuerte actitud que hace que nunca me rinda. Recuerdo aquellos años con mucho cariño y a todas mis compañeras de A.C.A.B.A.D.A.S. y el resto de bandas de la escena underground de Granada (Cärne, Derraves Cerebrales, Mierdä, Chernobil, etc).
¿Y queda algo de esa Ángela?
Para mí sigo siendo la misma, solo que más relajada en cuanto a lo político se refiere, con unos años de más (y de tatuajes) y con más baches de la vida. Lo único que ha ocurrido para que me convierta en lo que soy hoy es el inevitable paso del tiempo, la madurez y la curiosidad a la hora de crecer como artista y explorar otros géneros que me ofrecen más riqueza en lo puramente musical.
Parece ley de vida, porque tampoco eres la única que has tenido una evolución semejante.
Solemos decir que el Rockabilly es la jubilación de los punks, y en USA pasa lo mismo con el Outlaw Country por lo que veo (algunos artistas como por ejemplo Orville Peck o Sierra Ferrell tuvieron bandas de punk o tocaban música en la calle).
En tus letras hablas de muchas cosas, entre ellas la salud mental. Parece que todos hemos perdido el miedo a ser estigmatizados. ¿Sientes que la sociedad ha avanzado al mismo ritmo a la hora de aceptarlo y hacer algo al respecto?
Yo creo que sí, y en esto me gusta ser positiva. Ya no es considerado de “locos” ir a terapia, y cada vez conozco a más personas que lo hacen y lo hablan sin tapujos, incluso personajes públicos que lo visibilizan. Lo que sí creo que debe mejorar es el acceso a la terapia gratuita en la sanidad pública. Por desgracia, no todo el mundo puede permitirse ir a un psicólogo hoy en día y este es un melón que podríamos abrir y hablar durante horas.
Es algo que la sanidad pública debería empezar a cubrir, obviamente…
En canción “Snakes In My Head” hablo precisamente de la ansiedad, de cómo todos hemos sentido alguna vez serpientes rumiando en la cabeza entre otros síntomas. Para mí la terapia ha sido mi sostén en momentos muy difíciles, y también lo es la música.
Lógicamente, tampoco te cortas con el asunto del empoderamiento, del feminismo…
No puedo morderme la lengua. Si tengo voz y llego a la gente, también es para hablar de estas cuestiones y lo considero una responsabilidad. Ya lo decía el poeta Bertolt Brecht: “¡Qué tiempos son estos, en que hablar sobre árboles es casi un crimen!”.
Siempre ha habido grandes mujeres cantantes, pero parece que por fin este asunto se está ya tomando más en serio.
Siempre ha habido mujeres en la música si nos ponemos a buscar, y no solo cantantes, sino grandes instrumentistas y compositoras. El problema ha sido la visibilización que se le ha dado, o la función que la mujer tenía en la sociedad en esos momentos de una historia muy machista que arrastramos y que parece que a veces se repite. Hoy en día nos estamos desquitando de esa lacra, pero aún queda mucho trabajo por hacer, sobre todo en la industria musical, en las posiciones de poder, en las programaciones de salas y festivales y un largo etcétera. Tendría que llegar a un momento en el que hacer música no debiera ser en sí mismo una reivindicación para las mujeres. Queremos dejar de ser exóticas en todo esto. También hacemos música porque nos nace y punto.
Hace unos días entrevisté a Lita Ford, y a ella y a sus compañeras incluso las llegaron a agredir sexualmente gente de la industria. Le pregunté por si hacía falta un #MeToo en la música. Su respuesta no fue muy explícita, quizá porque eran cosas ocurridas en los 70 y 80. No sé qué piensas tú al respecto.
Pienso que ningún tipo de abuso debe ser silenciado, ya sea en la industria de la música, del cine o de cualquier disciplina. En el momento en el que las personas que están ostentando los puestos de poder en la industria también sean mujeres y se equilibre el panorama (cosa que hace mucha falta), podremos superar esta problemática. Eso y, por supuesto, una buena educación de base en todos los aspectos: tanto en las aulas como desde casa (feminismo, consentimiento, sexualidad, etc).
El domingo pasado vi a Castor Head, y la cantante, Laura Tiburona, dijo algo así como “¿Qué hago yo aquí queriendo haber nacido en USA?”. ¿Tú también te sientes en el lugar equivocado, artísticamente hablando?
Pues sí, me siento mucho más afín a la música americana que al mainstream de nuestro país. Es la música que escucho y la que me inspira. Admiro a tantísimos artistas de allí: Charley Crockett, Sierra Ferrell, Nikki Lane, Margo Price, Hannah Juanitah, Orville Peck, etc. Veo tantísimos festivales allí donde me gustaría ir y también tocar, que a veces me siento fuera de lugar en este aspecto, como si perteneciera más bien a su escena.
Hay gente que no entiende muy bien esto.
Es una sensación rara: sientes como que tienes que defender tus canciones el doble porque no se trata de tu folklore o de tu idioma, pero es lo que me nace hacer, son las canciones que me brotan.
Aunque tampoco parece que sea el mejor momento para vivir allí. ¿Te afecta anímicamente toda esta mierda?
La verdad es que me crié en una casa en la que la tele se encendía poco, solo para las noticias o para ver buen cine. Empleábamos el tiempo en tantas otras cosas… Y durante muchísimos años he vivido sin televisión. Hoy en día estamos hiperinformados por todas partes: las redes sociales, “fulanito de tal” experto en la materia en cuestión, el “soap opera” que hay con la política, etc.
¿Prefieres aislarte de las noticias y quedarte con lo positivo de tu entorno?
Mi opinión es que es necesario estar informado, pero que las noticias no se conviertan en la banda sonora de tu día, o que suenen de fondo a todas horas. Yo soy de las que se aísla un poco porque soy sensible y me afecta bastante la situación actual de este mundo.
Por cierto, volviendo a tus letras, no conozco la anécdota de Billie Holiday y Etta James…
Una tarde me puse una entrevista que le hicieron a Etta James; es una cantante que siempre me ha encantado (llevo hasta su busto tatuado en el brazo) y me gusta escucharla hablar, no tenía pelos en la lengua. Contó que cuando ella era muy joven conoció a Billie, y ésta le preguntó a qué quería dedicarse, a lo que ella respondió “I wanna play the blues”. Billie, con cara de asombro, le dijo rotunda: “Don’t get into trouble!”, algo así como “no te metas en líos”, o como dirían en mi tierra, Granada, “déjate de pollas”. Me inspiró tanto imaginar ese momento que compuse una de las canciones del nuevo disco con ese título: *“Don’t get into trouble”.
Me gustó mucho la canción con Susan Santos, y aún más el vídeo. Lo de la imagen es importante: buenas fotos, buenos vídeos…
Siempre me he sentido atraída por el sentido estético en general, y más allá de que vivimos en la sociedad de la imagen en todos los aspectos, me gusta pensar cuando vamos a hacer un videoclip en todos los detalles: localizaciones, vestuario, etc. Es algo con lo que disfruto, al igual que cuando subimos a un escenario. Me gusta que todo tenga armonía también en lo visual y no solo en lo sonoro.
Parece que tienes muy claro todo y que no quieres dejar ningún cabo suelto. ¿Tienes un plan?
Me recomendaron trabajar con Juan Pérez-Fajardo y fue todo un acierto. Todo lo que hace es magia, y eso se puede ver reflejado en el videoclip de “Snakes In My Head”, pero también en el de “Outlaw Girls”* que es súper cinematográfico (sin duda, mi favorito). Nos entendemos bien y retroalimentamos con las ideas artísticas, y volveré a repetir sin duda. Es cierto que se me ocurren ideas millonarias (por toda la inversión que requeriría llevarlas a cabo). De hecho, en el de “Snakes In My Head” yo querría haber sacado serpientes de verdad, pero acabamos encontrando la manera de tener un resultado satisfactorio igualmente, en “El Establo”, en Mejorada del Campo. Salió magia.
¿Cómo surgió la colaboración con Susan? ¿Tenías la canción y pensaste en ella o viceversa?
Yo ya tenía la canción compuesta desde hacía tiempo, y siempre he admirado la música de Susan; compro sus discos desde hace años y he ido a verla en muchos conciertos. Pensé que esa canción podría encajar con su estilo y con el dominio que ella tiene del slide para darle ese toque pantanoso que requería. Se lo planteé, accedió, y así fue. Creo que entre mujeres es un “must” apoyarnos, y para mí lo más bonito de la música es compartir y poder aprender y nutrirnos los unos de los otros.
Estaba pensando que allí hay una generación de mujeres que vienen apretando: Margo Price, Nikki Lane, Larkin Poe, y mis favoritas Sierra Ferrell y Eilen Jewell… Y me he dado cuenta de que aquí ya sois unas cuantas también en este terreno rootsy: Anna Dukke, Jodie Cash, Susan, tú…
En España somos unas cuantas, y cada vez más. Aparte de las que has nombrado: Nat Simons, La Perra Blanco, Tori Sparks, Miriam Swanson, Desert Vipers, The Víboras, etc. Como decía anteriormente, solo falta que empiecen a programarnos juntas en festivales, porque en salas ya nos juntamos nosotras (en la gira, Jodie Cash y yo tenemos un par de fechas juntas, y sé de otras compañeras que también se juntan para compartir sala). Es un bajón cuando el hecho de que en un festival ya haya una mujer programada implique, a veces, que no pueda tocar otra. Ni hacemos las mismas canciones ni sonamos igual.
Por desgracia, quizá la diferencia con EE.UU. sea la repercusión. ¿Alguna reflexión al respecto?
Evidentemente España no es EE.UU., pero aquí tenemos una escena y un circuito interesante que te permite poder girar por todo el país y, lo más importante, un público fiel. Quien se acerca a esta música lo hace por convicción, y si les gusta lo que escuchan, repiten.
Y ya puestos a hablar de mujeres potentes: incluyes una versión de Loretta Lynn.
Me encantan las canciones de Loretta Lynn, y este “Everybody Wants to Go to Heaven” tenía que incluirlo en el disco porque es un tema que hemos tocado ya en directo y es súper potente. Además, me gusta el sarcasmo que lleva implícito, aparte de la reflexión sobre nuestra propia mortalidad.
¿Es ella especialmente favorita tuya entre esa constelación de estrellas que también incluye a June Carter, Dolly Parton…?
Y sí, todas las grandes mujeres de la música country, del blues, el jazz o el rock’n’roll me han inspirado: Patsy Cline, Dolly Parton, Wanda Jackson, Etta James, Sarah Vaughan, etc. Ellas allanaron el terreno por el que nosotras caminamos hoy día, y es importante conocer su música. ¡Pero tampoco me puedo olvidar de Lola Flores!
Texto: J.F. León