Discomático

North Mississippi Allstars — Still Shakin’ (New West)

Still Shakin' | North Mississippi AllstarsLlevo siguiendo a North Mississippi Allstars desde el año 2000, cuando publicaron su primer álbum Shake Hands With Shorty. Era un disco de blues extraño, con ritmos que no me resultaban familiares. Más tarde comprendí que era un tipo de blues muy particular que solo se toca en el norte de Mississippi. La seducción fue instantánea. Estos veinticinco años viajando juntos me sitúan en una posición privilegiada, tanto para felicitarles por sus fantásticos trabajos como para recriminarles por otros mediocres. Pocos, todo hay que decirlo. Fui crítico con partes de Up And Rolling y no me gustó nada Set Sail, al que considero su trabajo más prescindible. La magia parecía que había empezado a disiparse, algo común en bandas con una trayectoria de décadas. Cuando escuché por primera vez Still Shakin me sorprendió. Sinceramente, pude comprobar que habían vuelto. Según ellos, es un homenaje a los veinticinco años de Shake Hands With Shorty. Quién busque rastros de aquel blues regional, desnudo y pantanoso, no hay mucho, pero sí que es un trabajo que recupera el espíritu de arriesgar, marcar distancias con lo mediocre. En definitiva, volver a dejar la impronta que solo ellos saben hacer.

Un cuarto de siglo no pasa en balde, y dejan constancia de una madurez impropia en el mundo del rock. Han ganado en sabiduría, en técnica, en construir viñetas donde los colores lo ponen el rock, el folk y el blues, todo perfilado con la guitarra de Luther. Varias canciones son extensas, del entorno de los seis minutos, como «Stay All Night» y «Don’t Let the Devil Ride», donde la atmósfera jam protagoniza las dota de una textura lisérgica.

Y, como no podía ser de otra forma, si hay un género predominante es el blues, mucho blues, con versiones de Robert Johnson, Junior Kimbrough, Furry Lewis y R.L. Burnside, aunque bastante diferentes de las originales, pasadas por su filtro y aderezándolas con un sentimiento moderno. Esto es sin duda la magia del grupo: adaptar una música ancestral, pero manteniendo la esencia. No es fácil. Muchos grupos lo consiguieron en el primer disco, pero fracasaron en los siguientes. Como muestra, escuchen atentamente la sorprendente nueva lectura que hacen «Preachin’ Blues» que Robert Johnson grabó en 1936. Solo lo podían hacer ellos.

Como viene siendo habitual en sus últimos trabajos, la lista de invitados es grande —¿no es la filosofía fundacional de la banda tocar con el mayor número posible de amigos?—. Desde Jojo Hermann, Robert Kimbrough y Grahame Lesh —estos dos, hijos de quienes se imaginan—, Kashiah Hunter y las vocalistas y hermanas Sharisse y Shontelle Norman. Pero si hay uno especialmente relevante es nada menos que Duwayne Burnside, el que fuera segundo guitarrista de la banda, hijo de R.L. Burnside, y artífice de discos tan redondos como Polaris y aquella burrada en directo titulada Hill Country Revue grabado en el festival Bonnaroo que se celebra en Manchester (Tennessee). Para la ocasión han regrabado «Poor Boy» —solo aparecía como bonus en la edición europea de Electric Blue Watermelon—, uno de los capítulos sublimes del Hill Country blues y uno de los electrizantes picos tensionales de Still Shakin.

Parece que han vuelto a encontrar el camino, no deberían volver a perderse. Su padre les vigila desde el cielo al que van los buenos músicos.

 

MANUEL BETETA

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