Hoy por fin se estrena el esperado disco de Félix Lineker, «Canciones que devuelven la fe», que irrumpe en todas las plataformas digitales como un ansia que te pellizca el alma, un ventarrón en la cumbre para el cancionero patrio. Un disco que se antoja necesario, un compendio de nueve temas que navegan entre la más cruda introspección y la celebración de la vida, confirmando a Lineker como un songwriter de raza. Sus seguidores tendrán la oportunidad de experimentar la intensidad de estas nuevas composiciones en directo el próximo viernes, 13 de junio, en la sala El Sótano de Madrid, en un concierto de presentación con banda, con Txarlie Solano al bajo, Tommy Cortés a la guitarra y Lete Moreno a la batería.
«Canciones que devuelven la fe» es, en palabras del propio Félix Lineker, lejos de ser una simple declaración, es un reflejo de la esencia del álbum. Habla del «poder de las canciones para ayudarnos en momentos de dificultad y cómo la música nos eleva y nos hace recuperar la ilusión necesaria para seguir nuestro camino». Es un compendio de historias y melodías que restauran el sentido mismo de la creación musical, un bálsamo sonoro para tiempos convulsos que, a partir de hoy, ya está disponible para el disfrute de todos. Lineker ha producido el disco junto a Omar Carrascosa en OMC Estudios y con las colaboraciones de Txarlie Solano al bajo y teclados, y César Uña a la batería.
Ya lo veníamos barruntando desde primavera, con los adelantos de «La vida no es un juego» y el reciente «Ochomil», dos temas que nos pusieron sobre la pista del pulso inconfundible del artista. «Ochomil», nacida de un «momento de dolor importante», se revela como una de las composiciones más íntimas de Lineker, un ascenso emocional con la armónica dylaniana de nuestro compañero Sendoa Bilbao. Un «río» de versos que suenan crepusculares y tectónicos: “Al abrazo del afilado colmillo de la muerte / A los ojos de dios los hombres suspiran por su suerte / A la pálida luz jugamos juntos a ser libres / y al subir el primer ochomil descubrí que no soy nada sin ti”.
El disco es una invitación a un viaje, de esos en los que el primer paso lo das al salir de la cama y el último al subir a una cumbre para luego descender. Por el camino, mundos perdidos, encuentros, abrazos, bares y buena música. «Calle Limón» nos sumerge en la nostalgia de un Madrid perdido, aquel vórtice de bares y tabernas en Conde Duque. Félix la define como una canción «autobiográfica de amistad y celebración y de cómo un grupo de amigos se conoció en torno a un par de bares del barrio de Conde Duque, el Macanudo y el Horacio». Un vibrante homenaje a un tiempo y una escena que, aunque ausentes, siguen resonando en el alma de muchos melómanos.
La declaración de principios llega con «Canto para sobrevivir», un himno que rinde tributo a la capacidad de la canción como herramienta de esperanza y supervivencia. «Mi amor canto para sobrevivir este puto dolor», proclama Lineker, recordándonos que la música es mercromina, ungüento, calmante e incluso antidepresivo. Por su parte, «En la brecha» nos transporta a una atmósfera que remite a Enemigos, Calamaro o incluso Lou Reed, con versos que exploran la pérdida y la búsqueda de identidad. Sobre ella, Lineker apunta que tiene «un toque a lo ‘Sweet Jane’ de la Velvet. Es la canción más larga que he escrito hasta el momento y su letra habla de diferentes estados de ánimo que desembocan en un único ‘en la brecha estoy'».
El disco cierra con la luminosa «Nuevas melodías», un tema a ritmo de riffs que celebra la razón y el poder de las tonadas que nos acompañan. Félix la describe como «positivismo puro. Habla de la felicidad del compositor cuando está inspirado y termina con unos coros que grabé con amigos que le dan un toque festivo a la canción». Con un coro final que simboliza el apoyo de esos amigos que nos ayudan a escalar las cuestas más empinadas, Lineker reafirma el sentido de su obra: devolver la fe en la música, sumar razones y reestructurar la forma de enfrentar la creación. La canción termina con unos coros que grabé con mis amigos Sara, Joaquín y Sendoa, que le dan un toque festivo convirtiendo el punto final en puntos suspensivos”.
«Canciones que devuelven la fe» es el resultado de un silencio necesario, de un reencuentro con las primeras cuerdas, con la magia y el amor por la música. Es la afirmación de Félix Lineker como músico y compositor, después de ya cuatro discos, la razón para que ascienda a nuevas cumbres sonoras y nos devuelva la fe en estos tiempos extraños. No se lo pierdan, el disco ya está ahí fuera, esperando a ser descubierto. Aunque si queréis sentir el lugar donde Félix se luce de verdad con sus guitarras a lo Kurt Vile o Neil Young es sobre el escenario: “Tengo muchas ganas de defender estas nuevas canciones en el escenario, ese será mi más ansiado Ochomil, allí es donde me rebelo, donde las canciones absorben toda su fuerza y para devolverla con luz al público”.
Texto: Disgreis Sportello
Foto: Santiago Carrica