A los 23 años, muchos aún están decidiendo si estudiar oposiciones o largarse a Australia. Myron Elkins, en cambio, ya ha compartido escenario con Bob Dylan, ZZ Top o Willie Nelson. Y no por enchufe, sino porque tiene esa rara mezcla de carisma, su tremenda voz y canciones que parecen salidas de un viejo transistor olvidado en algún motel de carretera. Este julio vuelve a España para presentar su segundo disco, Nostalgia for Sale, en tres fechas que prometen confirmarlo como una de las voces más prometedoras de la escena del sonido americana, con una increíble y personal mezcla de soul, country, rock y blues.
Su primer asalto al público español fue el año pasado en el Huercasa Country Festival, donde su directo dejó huella: sin aspavientos ni artificios, sólo canciones bien tocadas, una banda ajustada como un guante de cuero viejo y una voz cazallosa, impropia para un chaval de su edad. Este verano repite en Riaza (18 de julio) y suma dos conciertos más: el 22 en la sala Upload de Barcelona y el 23 en el Loco Club de Valencia.
“Sólo quiero que las canciones suenen como si tuvieran polvo encima. Como si ya hubieran vivido algo”, explica Elkins. Y os aseguro que lo consigue. Criado en un pueblo industrial de Michigan y curtido entre soldaduras y bolos, lo suyo no es una pose. En su música hay alma soul, riffs polvorientos y un deje narrativo que lo emparenta más con los grandes cronistas de la clase trabajadora americana que con los cowboys de postal.
Nostalgia for Sale, publicado de forma independiente, es probablemente un disco más compacto que su debut, el sorprendente y estupendo Factories, Farms & Amphetamines, y confirma que lo suyo no era casualidad. Es un álbum para currantes y outsiders, para quienes todavía creen en las canciones que cuentan cosas, con bajos que pisan firme y guitarras que arañan. En directo, estas canciones ganan cuerpo y músculo, como si Elkins necesitara del escenario para terminar de darles sentido.
Las entradas para los conciertos están ya a la venta a través de www.heartofgold.es/shows, y todo apunta a que serán citas muy especiales: pocas oportunidades hay de ver a un talento emergente tan en forma, con un repertorio ya cuajado y la autenticidad por bandera. A Myron Elkins no le hace falta disfrazarse de nada. Con dos discos y mucho callo, canta como si llevara media vida en esto. Y quizás, en cierto modo, así sea.
Texto: J.F. León
