¿Se puede valorar y cuantificar el grado de cumplimiento de la banda y de satisfacción para el espectador de un show según el importe del ticket del mismo? Sí, aplicando una serie de indicadores y reglas, valorando conceptos como el número de temas incluidos en su setlist, tiempo sobre el escenario y enfrentándolos al coste pagado por el espectador. Esa reflexión inicial, viene a cuento de que según el tramo de las giras o territorios por los que estas transcurren, se optimiza y ajusta lo que ofrecen las bandas, planteándome si esto tiene que ver con el importe desembolsado por el espectador.
El show de The Murder Capital en London reflejó la interpretación de una veintena de temas, y en Barcelona solo se llegó a dieciocho (si hubieran tocado el tema tachado del setlist, nos hubiéramos ido a los diecinueve). Pero quiero pensar que entrar en análisis estadísticos, sería cargarse el concepto y regla básica de lo que entendemos como un concierto, donde todo debe fluir según el momento, sensaciones, etc…
Por lo tanto, centrémonos en lo que presenciamos, y disfrutamos (por supuesto cada uno a su manera), que empezó por Hex Grilfriend, un dúo multidisciplinar londinense que nos trasladó a ese sonido de club de mediados de los noventa, donde todo valía y había muchas ganas de innovar. Aplicaron líneas gruesas de bajo y ritmos analógicos en modo drum & bass, al servicio de una forma descarada de afrontar los juegos vocales.
“The Fall” del reciente álbum “Blindness (2025)” de los irlandeses podríamos considerarlo como el tema que báscula y equilibra el mismo, pero si en éste se sitúa en el medio, en sus shows es la encargada de abrir cada noche, carta ganadora y que sirve para conectar con ellos de forma directa. En la búsqueda de esa conexión, nos encontramos con un set equilibrado, entre visceralidad sonora controlada de segundo plano y algunos momentos valle donde se aplicaron matices que evidenciaron esa bipolaridad, de reposo y estridencia.
Curiosamente, esa cualidad que atesora la banda fue la que generó un tono distante entre público y ellos, los que estaban sobre el escenario fueron los mismos, pero los que estaban abajo parecían algo incomodos, cuestión de sensaciones. Pero lo que quedó claro es que los dublineses han armado una colección de canciones que hablan por si solas, y las desarrollaron de modo excepcional, y que, si en su arranque apostó por la inmediatez, en su cierre lo hizo por la introspección de la mano de “Love Of Country”, también de su reciente trabajo.
Desde el punto de puro observador, no puedo dejar de hacer referencia al outfit de la banda, y como viene siendo norma en esta generación, le dan un valor importante al mismo, se interesan por diseñadores, etc…aplicando el todo vale o la combinación imposible. Así mismo, James lució una camiseta vintage de Oasis, ¿sería a modo reivindicativo o bien como muestra de renuncia a la próxima gira de los hermanos?
Texto: Oscar Fernández Sánchez
Fotos: Marina Tomás Roch