Puedo entender el morbo que un músico debe sentir al enfrentarse a un desafío como el que supone interpretar A Love Supreme, la inapelable obra maestra de John Coltrane que ahora cumple 60 años. Porque puedes ser excelente, como era el caso de los cuatro tipos que había en el escenario, pero entender la majestuosidad y ensamblar el poder de las canciones de …Supreme, es otro tema.
Afortunadamente, tanto el líder del combo, el baterista Anton Jarl (Mambo Jambo, Rambalaya, etc) como el pianista Albert Bover, el saxofonista Vicent Macian y el contrabajista Tom Warburton, entendieron que no valía solo con conocer las figuras básicas de las cuatro canciones de la obra, sino que había que rodar sobre ellas, dejarlas fluir sin acabar llevando su performance a la mera imitación. Lo entendieron, lo plasmaron, lo mimetizaron y lo hicieron suyo. Con respeto y pleitesía, pero con personalidad y mimo.
La celebración de los sesenta años de A Love Supreme en forma de concierto, fue anunciada en Londres y New York. En cada ciudad una formación diferente y, por desgracia, nadie asociado a la formación original, ya que todos andan en otra dimensión. Así que cuando Jamboree anunció este recital, unos pocos saltamos de alegría. Fueron dos pases, y el segundo presentó una entrada bastante discreta. Era día 1 de mayo, festivo en todo el estado español, y Barcelona lucía guiri de montaña a mar, pero el microclima del Jamboree no quedó afectado por una cosa ni por la otra. Así que ni bien ni mal.
Tras la exposición del álbum homenajeado, el cuarteto se lanzó a por «Naima», una de las más bellas baladas que escribió el saxofonista, «Grand Central» (de en su estancia en la banda de Cannonball Adderley), y, finalmente, «Big Nick», de su disco junto a Duke Ellington. Decir que fue una buena noche sería quedarnos con lo meramente superficial. Fue una noche para repetir, mínimo, una vez al mes.
Texto: Sergio Martos
Fotos: Alberto Belmonte.